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¿Qué es ser Masón?

Creo sinceramente que sería una pretensión vana querer dar una respuesta exacta para esta pregunta, puesto que precisamente una parte   fundamental del trabajo en este grado parece ser el tratar de comprender lo que es ser Masón. Por tanto, me permitiré exponer lo que siento que significa este título, sin pretender que ello sea la verdadera definición ni el único concepto apropiado, sino tal vez la expresión de un anhelo personal y de un sentimiento particular.

Un concepto muy elemental podría ser, que se denomina  Masón a todo afiliado a la Francmasonería; aunque el verdadero nombre es Masón Libre o Constructor Libre, puesto que la palabra Masón al parecer proviene del francés Macon, que significa albañil, Asimismo Macio en latín, Metz en alemán, Masso en griego, son vocablos que tiene similar significado, y según las tradiciones de la Orden, al reorganizarse en 1717 se quiso expresar en esta palabra que los Masones eran Constructores del edificio social y moral del perfeccionamiento humano; es decir, obreros liberados de los límites de la materia y emancipados de la pequeñez del mundo material.

En principio, si hablamos de Masones, basta observar alrededor nuestro para convencernos de que se trata en general de hombres esencialmente distintos en carácter, tendencias y métodos que se agrupan por un sentimiento de fraternidad y se guían por un ideal, también distinto, para cada uno de ellos. Existe el fin lejano, inaccesible en el presente y tal vez vagamente comprendido, y hacia el que convergen todos los caminos que cada uno de nosotros sigue en su existencia; pero nos impulsa a todos la fe en nuestras convicciones y la certidumbre de que esas convicciones son compartidas por todos nuestros hermanos en Masonería.

Los ideales masónicos son un manantial de virtud, de caridad, de belleza, de libertad, de derecho, de justicia, de armonía, con los que se alimenta espiritualmente el hombre que tiene la fortuna de ceñir el honroso mandil, símbolo del trabajo.

Cuando se habla del Masón tratando de definirlo de manera única, se trata pues de un ser ficticio, casi ideal, que responde a la definición del iniciado que lo años maduraron en sabiduría; tipo hacia el cual tendemos, pero – hay que confesarlo – sin lograr identificarnos con él. A este ser le concedemos todas las virtudes y le negamos todos los defectos.

Sin embargo, el Masón real no es sino un ser humano imperfecto por naturaleza, que trata de mejorarse, pero al que gobiernan y dirigen las condiciones de edad y salud, tanto como las limitaciones que le imponen sus actividades profanas.

Por otra parte. muchos profanos que apenas vislumbran los objetivos   e ideales de la Masonería sin comprenderlos claramente, creen que ser Masón significa gozar de ciertos privilegios y ventajas que les otorga el pertenecer a la Orden.

De esa manera se han infiltrado muchos elementos, que al notar que no existen tales ventajas, sino las que el propio mérito puede conseguir, se decepcionan al ver que la Francmasonería no les da nada. Esta es una idea falsa, que sin embargo nos puede ayudar a comprender lo que es verdaderamente ser masón, a través de la visión de lo contrario, es decir lo que no es ser Masón.

La Francmasonería practica en efecto la caridad; pero es una caridad que es justicia a la vez. No hace caso y rechaza al intrigante o vividor, apoya al desvalido, pero aprecia exactamente las circunstancias de cada caso, procurando no constituir un socorro de limosna, cosa que podría estimular la pereza y la indigencia, sino que trata de que cada cual ejercite las propias facultades y actividades, ya que la ley del trabajo debe ser universal.

La Masonería procura que su acción benéfica y solidaria repercuta en forma colectiva, favoreciendo el desarrollo progresivo de la humanidad.

Suprimir o aligerar el dolor físico de los hombres, despertar la razón en las conciencias, iluminar las inteligencias, y de ese modo estimular el progreso y la unión de la Humanidad… Tal es la contribución de solidaridad y la misión fundamental de la Francmasonería, aquí y en todas artes.

El Masón debe compenetrarse de estas obligaciones y tenerlas siempre presentes para modelar su conducta, aplicándolas y cumpliéndolas a fin de mantener el prestigio de la Orden, y llevar consuelo y alivio donde haya dolor, una inquietud o cualquier desgracia para otro hermano, o para el hogar de un hermano, y poder decir, no orgulloso sino satisfecho, que ha cumplido con su deber.

La caridad es una de las más excelsas virtudes del francmasón, porque es el sentimiento de ternura y compasión que despiertan en nuestro ánimo, la necesidad y el dolor ajenos.

No es buen Masón el que rehuye el cumplimiento de la solidaridad, el que no practica la caridad. Las almas desvinculadas del sentimiento moral que marca la vida de los hombres buenos, se abandonan fácilmente en el torbellino de las pasiones y se entregan a la embriaguez de una felicidad que sólo existe en su propio egoísmo.

El verdadero masón procura hacer el bien sin esperar la recompensa, y sin que le importen los defectos o vicios de los demás para cumplir con su noble misión. Asiste al pobre en su desgracia, sin sonrojarse por considerarlo como hermano. Presta ayuda al caído, consuela al que sufre y es, con singular especialidad, un ejemplo de soñador que vive pensando en un mundo distinto al que le rodea, y donde sólo impera la hermandad entre todos los hombres.

Un preclaro masón alemán, que ingreso en la Orden a edad muy avanzada, decía sobre el tema: «El masón, por su condición de tal, es un ciudadano cosmopolita, o para hablar con más exactitud, un teopolita, un miembro de la universal ciudad de Dios, donde soles y mundos son moradas individuales y las innumerables clases y generaciones de seres dotados de razón y libertad, otras tantas familias individuales unidas en pura armonía por una eternamente invariable ley fundamental. Unicamente en esta suprema condición de la humanidad, a la que todas las demás están subordinadas y por la cual nuestra presente vida se encadena a otra mas alta y futura, e cimientan las tres categorías esenciales de la Masonería: libertad, igualdad y fraternidad, como verdaderos polos de nuestra Orden que, precisamente por esto, es la más noble que se pueda imaginar. Sólo el que lo ha comprendido así, puede vanagloriarse de haber encontrado la llave de nuestros misterios».

Parafraseando al connotado escritor masónico Luis Umbert Santos, se puede afirmar que el mayor honor al que debe aspirar un ser humano es el llegar a ser Masón. Es decir, un colaborador en la obra del Gran Arquitecto del Universo, un albañil cósmico que sabe en su conciencia manejar la trulla del tiempo en lo infinito de las dimensiones.

Como conclusión de las consideraciones expuestas. podemos deducir que Masón o Francmasón quiere decir hombre libre, honrado, de buenas costumbres, enamorado de la libertad, de la justicia, de la belleza y de la solidaridad.

Para ser Masón, hay que ser humano y estudioso, buen esposo, buen ciudadano, buen amigo, buen padre de familia y especialmente caballero. La tolerancia es la divisa del verdadero Masón, la práctica de las  virtudes su meta, nuestra meta.

Por: José Luis Almanza Villarroel

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