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MASONERIA

Al Oriente del Titicaca 

Aristides

MASONERIA 

Quien quiere obtener respuestas debe plantear primero las preguntas. 

Y las preguntas esenciales para el masón podrían ser (en nuestro lenguaje masónico): ¿por qué razón toqué las puertas de un Templo Masónico? ¿Qué me trajo hasta aquí? ¿Qué pretendí (o pretendo buscar (y encontrar) en la Masonería? ¿Mejoré? 

Y las preguntas trascendentales ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? 

Los seres humanos estamos en una permanente búsqueda del camino adecuado para vivir en paz y para realizarnos plenamente. Que a veces se resume en la expresión: Una forma de vivir feliz. 

Es posible que cuando pensamos en este asunto y hacemos una evaluación de lo transcurrido y acontecido en nuestra vida lleguemos a concluir que estamos en camino de tener una vida equilibrada o por lo menos una existencia tranquila o tal vez feliz. Pero con certeza en esa conclusión está – además – presente la expresión “pero hay algo que me falta….” A esta expresión se le llama el “sentido de falta” y ese sentido de falta está presente en los seres humanos de forma general y nos impele a una búsqueda permanente de aquello que llene ese “sentido de falta”. 

Cada uno de nosotros llegamos a las puertas de nuestros templos, solicitando humildemente ser admitidos en la Orden masónica y las razones personales para hacerlo han debido ser muy diversas y es posible que las haya tantas como masones en el mundo. Pero si hay un impulso general: El sentido de falta. Ese suspiro que deja un vacío en el alma y que se busca llenar muchas veces sin saber con qué. 

A la invitación que se nos hace para pertenecer a la Institución Masónica, seguramente sigue una aceptación básicamente cargada de curiosidad – por connotación del secreto que rodea a la masonería en la concepción colectiva de la sociedad, por los ribetes de élite social y supuestamente económica y hasta de manejo de cierto indefinido poder histórico en los acontecimientos de la sociedad – pero generalmente sin contener el componente de la pregunta ¿Y qué es la Masonería?… y bueno, una vez entrando allí se podrá averiguar. Y generalmente esa averiguación queda postergada de manera reiterada por la vertiginosa cotidianeidad masónica de las reuniones, cenas fraternales, actividades sociales y de beneficencia, tenidas de instrucción, ceremonias, etc. 

Es decir que la dinámica de la actividad en la Logia puede alejarnos de la reflexión esencial que debería hacerse acerca de lo que es la Masonería y lo que voy a hacer en ella… Y no se puede negar que el contexto es vital para comenzar a elaborar la acción. Es decir que si no sabe qué es la masonería, se tendrá dificultad para definir el plan para ser masón. 

Las definiciones de masonería son muchas, las han estructurado y difundido tantos pensadores de la Orden y ciertamente todas tienen una carga de guía positiva. Mas cabe hacerse la pregunta básica la Masonería ¿es ciencia o arte? 

“Ciencia: Rama del saber humano constituida por el conjunto de conocimientos objetivos y verificables sobre una materia determinada que son obtenidos mediante la observación y la experimentación, la explicación de sus principios y causas y la formulación y verificación de hipótesis y se caracteriza, además, por la utilización de una metodología adecuada para el objeto de estudio y la sistematización de los conocimientos” 

“Arte: Capacidad, habilidad para hacer algo.” 

La Masonería fue arte. El arte de la construcción en la que los masones ejercían su capacidad y habilidad para hacer las grandes obras de arquitectura – sin duda recurriendo a los recursos de la ciencia en muchas de sus ramas y de otras artes para lograr su propósito. 

La Masonería es arte, el arte de construir la vida – en la que los masones ejercen su capacidad y habilidad para construir la más grande obra, la de forjar un buen ser humano sin duda recurriendo a los recursos de la ciencia en muchas de sus ramas y de otras artes para lograr su propósito. 

Entonces el arte de la Masonería es una forma de hacer las cosas – una forma de vida – que toma el conocimiento – para su tarea – de la ciencia y de otras ciencias. Pero no es ni la ciencia ni esas otras artes. Es Masonería. 

Entonces, en este punto es preciso señalar la importancia de construir el contexto llamado Masonería para a partir de ello elaborar el plan para ser masón. 

Teniendo ese contexto, será necesario contrastar los motivos personales con este contexto, para identificar el propósito personal de pertenecer a la Masonería y esto como lo anterior es nuevamente es una tarea de índole individual. 

La Ceremonia de Iniciación no transforma ni de manera instantánea ni en forma automática al protagonista de la misma. Nada de ese importante Ritual tiene esa intención. Por el contrario, solo pretende transmitirle al Iniciado, la incuestionable característica de un compromiso de iniciar un nuevo camino que debe ser hecho por cada uno para que, ese sentido de falta que le impulsó a tocar las puertas del Templo, se encuentre con un sistema de vida, con sentido y dirección integral y objetivos específicos sistematizados en un todo personal. Para contar con una referencia permanente para valorar la conducta. Para iniciar la construcción de la integridad sustentada en que la forma de encontrar la verdad (eliminar el sentido de falta) es por la práctica de las virtudes. 

Por ello la decisión de buscar la verdad (la comprensión de la vida), se la toma entendiendo, aceptando y determinando que el camino es la práctica de las virtudes. 

Detengámonos para saber qué son las virtudes: 

Una virtud es el dominio de una destreza, así como la inclinación a hacer el bien. 

• Virtudes teologales (Fe, Esperanza, Caridad) 
• Virtudes Cardinales (Templanza, Justicia, Fortaleza, Prudencia) 
• Honestidad, solidaridad, lealtad, fidelidad, congruencia, 

La práctica de las virtudes va a permitir construir una conducta y actitud en la vida. Va a permitir ser la persona que se quiere ser. Lo que llamamos la construcción del Hombre de Bien. 

Hacer esto con el convencimiento de que el mundo va a mejorar si se participa activamente en su construcción, desde la visión de que la obligación de ser mejor siempre está por delante de la de hacer mejor. Esto lo manda inevitablemente la congruencia. Solo entonces se podrá lograr ser: 

  • Buen ciudadano, reverente ante el país, obediente activo de sus leyes y sus autoridades, constructor permanente de su historia. 
  • Buen padre, formador de una familia sólida, de la escuela donde se imparten y cultivan incondicionalmente los valores esenciales del género humano. 
  • Buen esposo, reconociendo en la esposa a la persona con quien se ha decidido recorrer el camino de la vida, brindándose mutuamente el apoyo necesario y oportuno para la realización plena de cada uno. 
  • Buen hijo, compartiendo la vida con los padres y asistiéndolos en todos los momentos que lo requieran. Iluminando su ocaso así como ellos iluminaron nuestro amanecer. 
  • Buen hermano, estando dispuesto a dar todo lo necesario para caminar junto a ellos. 
  • Buen amigo, abriendo la mente y el corazón a quienes con los que caminamos juntos la vida compartiendo las luces y las sombras, las mieles y las hieles.

Y todo esto para concebir a la vida como un arte en cuyo desarrollo concurre el conocimiento y la sabiduría y cuyos cimientos son la razón y la fe. Logrando: 

  • Conocerse a sí mismo, 
  • Conocer el mundo en el que se desarrolla la vida, 
  • Conocer el universo, 
  • Conocer la vida, 

Y adquiriendo una conducta basada en el conocimiento de la vida, es decir en la aplicación de la sabiduría (que es Inteligencia + amor) 

Ese conjunto de logros es el alcanzar la Maestría Masónica, necesaria para cumplir con los objetivos de la masonería: 

  • Una persona equilibrada de servicio. 
  • Un hombre de bien. 
  • Un constructor del cambio positivo de la humanidad, Mundo Fraterno y justo 
  • Un referente de la sociedad. 

Hay que hollar el camino de la Masonería porque se ha entendido que la vida es la oportunidad para ejercer el derecho de hacer el bien y tener una existencia trascendente. 

Se debe hacerlo porque se ha comprendido que Dios sí ha creado el universo y la vida, pero nos ha conferido la capacidad de preservar y mejorar lo creado y de seguir creando y para ello no ha dado en plenitud su máximo Poder: El Poder del Amor y el amor es lo que ha hecho que todo cuanto vemos, conocemos y percibimos y lo que no vemos, ni conocemos, ni percibimos, exista. 

Enrumbar los pasos a la Maestría, por la decisión de amar incondicionalmente a la vida, al ser humano y al universo, de construirse de la mejor manera para poder ejercer este derecho de hombre de bien: Amar. 

Y todo esto que parece poco, pero que en realidad es muchísimo – conseguirlo utilizando las herramientas que da la Masonería, el Simbolismo en el que está expresado todo su conocimiento y saber, el Ritual que es el medio por el que se sistematiza las tareas, el trabajo en la Logia que es la manera de poner en práctica lo aprendido, el ejercicio de los diferentes cargos de la Logia para aprender a servir y la práctica de la más pura fraternidad que es el acicate permanente que permite seguir adelante en el compromiso. Y todo esto desde la individualidad que, en el proceso del perfeccionamiento cotidiano, se irá proyectando en el mejoramiento colectivo. 

Y ahí está mostrado el camino que debe recorrer cada masón desde las puertas del Templo, que se abrieron a su llamado, hasta la Maestría Masónica y la posibilidad de responder las trascendentales preguntas ¿qué es Masonería? ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?, si estas son aún importantes comparadas con el logro del hombre de bien. 

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