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LISARDO GÓMEZ BERNAL: EL DINERO, EL MODELO Y EL FENÓMENO

COLUMNA LIBRE 

LISARDO GÓMEZ BERNAL: EL DINERO, EL MODELO Y EL FENÓMENO

ECONÓMICO PARTE 1 «Poderoso caballero es don dinero»; ¿cómo no?, la sociedad humana se corroe por su culpa o gracias a él. Todos le necesitamos para vivir, pero, ¿cuánto será suficiente?; ¿es sólo un medio para adquirir lo que necesitamos o se vuelve un instrumento de poder, de sometimiento, de control, de superioridad, de acumulación? 0 ¿es lo que nos da la felicidad?, ¿el dinero nos permite nuestra trascendencia, nos permite ser mejores personas? Teóricamente el dinero nos ha facilitado la vida, al simplificar el intercambio de bienes y servicios, nos permite acumular riqueza y sirve como denominador común para asignar el precio a cada cosa y llevar la contabilidad. 

Así como nos presta utilidad, el dinero hoy y desde hace algún tiempo, está provocando un cambio en nuestras vidas, que parece no se conjuga con nada bueno, el dinero pareciera ejercer un atractivo a la mayoría de las personas y algunas vuelven todo su quehacer en conseguir más y más cada día por el solo hecho de tenerlo, acumularlo y ostentar el poder de adquirir lo que sea, determinar lo que sea, controlar lo que se quiera y dominar hasta la voluntad de las personas, instituciones y casi todo. Acumulación y poder lo ha trastocado todo, hasta los valores más preciados de la sociedad son sometidos. Todo esto da cuenta de un grave problema para la sociedad humana, que quizás muchos conocen pero que no quieren, no pueden, no les conviene reconocer. Quizás también significa reconocer que lo que se entendía por ciencia económica debe cambiar. 

En efecto, se está generando desde hace un buen tiempo ya el problema de la sobreacumulación, de la sobreproducción, y de la escasez de demanda. Desde su creación, se planteó a la economía como la ciencia para resolver el problema de la escasez, porque la demanda era infinita, está en correlación con las necesidades que son ilimitadas y jerarquizadas. Pero ahora lo que falta es demanda, ¿se fue tan eficiente y se superaron las necesidades? ¿ha disminuido la población mundial?, ¿las industrias se volvieron súper productivas? 

Hoy existe una capacidad de producción de cualquier cosa que supera varias veces la demanda de aquello a nivel global. Hay capacidad instalada y recursos para producir lo que sea, pero la que está quedando rezagada es la ¿capacidad?, ¿necesidad?, ¿población? para demandar, que equipare al menos la demanda de lo que se produce o lo que se pudiera producir. Será que la economía hoy debe preocuparse de la distribución de la riqueza y ya no de la escasez. 

Esto da una señal a los inversionistas (empresarios) para no seguir realizando inversión real y canalizar sus dineros a otro tipo de inversión (¿especulativa?) con lo cual lo que comienza a crecer y sofisticarse es el mercado financiero. Esos dineros en el mercado financiero tienen que rentabilizarse, ¿a cuánto?al máximo, qué se hace, si no se necesita más inversión real o no es atractiva, pues generar poder de compra, para aumentar la demanda. Luego la escasa demanda es sustentada con crédito y las personas se endeudan. 

Pero no es suficiente (por eso no hay un nivel de inflación correspondiente), hay que generar aún más poder de demanda, deben contribuir a ello los gobiernos de turno, entonces también junto a la deuda privada, crece la deuda pública. ¿Cuánto crece? A niveles insospechados, las naciones se endeudan más allá de su capacidad de crecimiento (PIB), 100%, 200%, en algunos casos hasta el 600% de su PIB. ¿Cómo se resuelve esto?es más, ¿tiene solución? Las grandes naciones, «ricas, poderosas» le traspasan el problema al resto.Pero no se soluciona nada, por el contrario. 

Otro problema que subyace, ¿cómo si hay de todo y de sobra, hay hambruna en el mundo? ¿hay corrientes migratorias, con nefastas consecuencias? (Pero sirven para hacer el «trabajo sucio» y además de referencia para no hacer crecer las remuneraciones de todo el conjunto).Está muy mal repartida la riqueza en el mundo, cada día se concentra más a nivel de las naciones y por supuesto, o lógicamente, a nivel global. Luego los procesos como la globalización se cautelan por unos pocos, en detrimento de muchos. 

Ya no es la escasez el problema a resolver, ¿qué es?¿La mala distribución? ¿la concentración de la riqueza?, ¿la sobreproducción?, ¿la maximización de la riqueza de los dueños del capital?, ¿el endeudamiento?, ¿el exceso de liquidez?, porque el dinero se multiplica, y a cada que cientistas?¿Los replantear el afectados, fundamento los afectadores? 

¿Será suficiente con esto? Claro que no.El cuestionamiento es si el problema generado, que se sigue reproduciendo a una velocidad abismante, ¿tiene solución? La reproducción del capital, la maximización de la riqueza, la sobreacumulación de dinero, los «relajamientos cuantitativos», ¿hacen crecer las economías? Sí, qué duda cabe, pero la capacidad de ese crecimiento es muy efímera, concentrada y lenta. Lo que realmente hace crecer la economía es la inversión real, no la especulativa. Nuevas empresas, bienes de capital, eso genera más y mejor empleo, y la demanda sería atribuible a la expansión natural del ingreso y no a un sostenimiento artificiado por el endeudamiento propiciado por la inversión especulativa. 

¿Cómo hacer para vender lo que se produce, si hay escasez de demanda? Se crean estrategias para sostener las ventas y la necesaria «fidelización» de los clientes y consumidores, obsolescencia planeada de los productos, dosificación de los adelantos y mejoras, la utilización de interfaces o productos intermedios exclusivos, en fin, para el desarroIlo del marketing hay levadura. Pero no es suficiente, el problema persiste. 

¿El sistema empujó a esto? Parece que la sociedad humana se deshumaniza, el crecimiento, el desarrollo, la felicidad en la vida del ser parece no estar centrada en la relación armónica con todas las especies y con la naturaleza. Hoy no se está frente a un problema coyuntural, es más bien tendencial y se está enraizando a nivel global, luego estamos frente a un problema estructural de la economía. 

El modelo neoliberal hoy no da respuesta a la condición de la humanidad, es un sistema que ha condenado a la misma a una forma de vida sustentada en una racionalidad que cosifica y determina al individuo a que sea útil a la reproducción del sistema. 

El neoliberalismo se caracteriza por destituir uno de los aspectos centrales de la racionalidad liberal. Pues, si el liberalismo descansa en una clara distinción de las esferas pública y privada, asignando las competencias de la decisión económica a la segunda y de decisión política a la primera, la racionalidad neoliberal busca subordinar toda decisión política a las órdenes de la decisión económica. Aquí radicaría el fundamento último sobre el cual el neoliberalismo puede esgrimir la pre- tensión de reorientar cualquier valor a un valor económico, sin importar sus formas de producción social ni las particularidades del dominio en que se expresan. 

La mercantilización de la vida Ello repercute en la monetarización y potencial mercantilización de toda acción humana, permitiendo la entrada del mercado económico tiempos, salud, el hábitat eran en competencia las o las áreas artes. 

Pero también incide en los órdenes políticos mismos, atentando directamente sobre las democracias liberales que el propio neo- liberalismo pretende defender. Prueba de ello son, por cierto, los últimos escándalos recientemente acaecidos en varios países relacionados con el financiamiento de la política. En el fondo, si la crítica al marxismo clásico descansaba en una politización de la economía, el neoliberalismo parece sostenerse en una economización de la política, cuyo horizonte pone en serias dificultades a las instituciones características de las democracias liberales. No es extraño, entonces, que la implantación de la racionalidad neoliberal haya podido ocurrir, sin contradicción alguna, en territorios sometidos a restricciones masivas de las formas de convivencia democrática. 

En consecuencia, la racionalidad neo- liberal no se restringe a un modelo económico, sino también es un modelo de sociedad, un modelo de política, un modelo de cultura y un modelo de individuo. En efecto, al pretender reducir la libertad individual a la libertad de elección expresada en una decisión económica amparada en la inclinación espontánea hacia el valor. El neoliberalismo supone la producción de sujetos orientados hacia el emprendimiento individual, de manera exacerbada produciendo entes autómatas en pos de la máxima riqueza, la mayor acumulación de dinero, entendiendo en ello la búsqueda o el logro de la «felicidad». 

Existe resistencia y cada día más, prueba de ello son: «los indignados» en Europa, los «movimientos sociales» en América, incluso en Estados Unidos, las «guerras fratricidas de los fundamentalismos» en Asia y África, en fin, asistimos cada vez más recurren- temente a «actos de terror», incluso tratando de combatir el terror con actos de terror, prueba de ello lo estamos viviendo en estos días y vemos como un país unilateralmente usa toda su tecnología bélica para atacar a otra nación. Todo ello en función de una «rebeldía y resistencia al sistema imperante». Pero las exigencias del neoliberalismo sobre los sujetos dan dialécticamente cuenta de las formas de esas mismas resistencias, así como de las pautas de sujeción a las cuales se contentan los individuos en sus ajustes a las distintas esferas de la gobemabilidad neoliberal. 

El modelo económico neoliberal, nos parece que se trata de una modelación muy simple en cuanto a su concepción teórica, basada en la sectorización de áreas industriales conformadas por estructuras de oferta necesidades de la demanda; sujetas todas a mecanismos y efectiva la compra y venta. 

También, una concepción minimalista, que reduce a la sociedad a cuestiones muy elementales y superficiales, en torno a los mecanismos de transacción; todo lo cual no alcanza a dar cuenta de la enorme complejidad de las estructuras y los procesos históricos y sociales. Por otra parte, resulta un modelo pretencioso al querer el manejo y control de todas las dimensiones sociales, reducidas a un cúmulo de variables que — elementalmente— vuelven a correlacionar la oferta con la demanda. Y, por último, un modelo absolutista, por cuanto impone una misma visión a todos los ámbitos de la vida, la existencia y las formas de convivencia social, dejando a la realidad subsumida y sometida al reduccionismo de los negocios y maniatada a la lógica comercial; más y más utilidad, más riqueza, más dinero. Lo que se apodera de todos los espacios institucionales, del poder y de la fuerza. 

Con todas estas características, el neoliberalismo se ha transformado en una estructura muy simple, pero a la vez muy efectiva, pues ha logrado imponer un modelo sin tiempo ni espacio, y, por lo tanto, que puede ser exportable, importable, extrapolable e impuesto en cualquier realidad. Así, el neoliberalismo busca establecer una cosmovisión totalitaria, que, por un lado, permita abarcar toda expresión humana como posibilidad de negocio; a tal punto que cuesta encontrar algún espacio privado libre de la irrupción de la lógica comercial y de mercado que todo lo engloba; y por otra, se reserva una estructura represiva y de sanciones, respecto de toda estructuración que altere su dinámica. 

Para todo ello, es decir, para que el modelo neoliberal funcione, el rol del Estado es fundamental. Por ello, y siguiendo sus dictados, el Estado tiene que auto reducirse, a fin de concentrarse en la cautela y salvaguardia de esta modelación.Hecho que lo lleva a cumplir tres funciones estructurales que explican su existencia en relación al modelo que cautela. Por una parte, servir de garante oficioso que facilite su aplicación; por otra, se transforme en un agente de control legal, policial y represivo frente a las amenazas, y por último, instaure un sistema de políticas en pro de una estructura subsidiaria, que garantice que los actores privados sigan operando sus negocios. 

¿La libertad? Quisiera destacar dos aspectos que encuentro esenciales y que el modelo neoliberal ha trastocado: Un parcial concepto de libertad: Paradójicamente el neoliberalismo, que parte por un juicio sustantivo de la libertad, termina por conculcarla, reduciéndola a una cuestión formal, aparente y funcional a los intereses de grupos, en desmedro de las mayorías (los mercados en vez de ser cada vez más atomizados, son cada día más concentrados, dominados por estructuras monopólicas u oligopólicas privilegiando carteles, colusiones, etc.). En efecto, el neoliberalismo se constituye en un modelo cuya valoración de la libertad hace de ella un fin incondicionado, inmóvil; sin tiempo, sin lugares —ya no humanos— a tal espacio ni historia; viene a los hombres punto a un modo ícono de de convertirla «regalo» «divinizado» como en obra una que de la figura desde Gracia. 

Así, la libertad queda sublimada como un «valor sustantivo», como un principio no transable ni sujeto a negociación alguna. Una «verdad’ muy cómoda y funcional a quienes se amparan en ella como una «metamorfosis de Dios», que protege los intereses y objetivos de los poderosos, respecto de los designios de la voluntad, de la conciencia, del interés colectivo, de la misma libertad individual y, por cierto, del ejercicio democrático. 

Concepción que se enfrenta dialécticamente a la LIBERTAD entendida como un proceso estrechamente vinculado al hombre y sus circunstancias. Concepto que reinstala a la libertad como cualidad humana, humanista y humanizadora, en donde la confianza regresa al hombre como sujeto histórico; quien necesita de la libertad, primero para liberarse y luego —con su conquista— para construir un mejor destino desde su «Libertad de Conciencia». Una idea de la libertad que no queda reducida a una cuestión comercial para optar entre ofertas de consumo. 

Todo lo cual confronta esas dos ideas de la libertad: una que hace de ella un «valor sustantivo» no transable, dogmatizado y funcional, cuya exaltación la aleja del hombre y con ello, la protege de las contingencias del tiempo, resultando así en una idea supra humana, muy práctica para salvaguardar los intereses comorativos del poder. Y frente a ella, la otra noción de la LIBERTAD, entendida —en este caso— como una «virtud adjetiva» que permite al hombre construir su destino, sin condicionamientos y desde su conciencia. Es decir la «Libertad’ por una parte y el «Hombre Libre» por la otra. Dos acepciones de un liberalismo que aún no encuentran una adecuada fusión. En tal sentido, si bien el neoliberalismo parte por sustentar un concepto y valor de la libertad; esta queda restringida a los planos superficiales del consumo, a propiedad y el emprendimiento. Todo lo cual está bien, como formas que todo hombre libre requiere; sea para optar entre las alternativas que mejor se adapten a sus necesidades y recursos, como también para encauzar sus energías creadoras y productivas. 

Sin embargo, en ello vemos cuestiones esenciales que el modelo no desarrolla, y al no hacerlo, omite, confunde y compromete el sentido profundo y trascendente de la libertad. En efecto, la libertad no es un mero acto de decisión, independiente de un estado particular de la conciencia del sujeto que decide, respecto de ese acto. Decidir, sin conciencia de la libertad que impulsa desde la autonomía del sujeto, hace de la libertad una práctica formal, es decir, una figura retórica sin contenido, un acto que falsea la libertad, corrompiendo su verdad y su doctrina. Ello, por cuanto se descuidan aspectos esenciales del hombre como sujeto que requiere de la libertad, para ejercer su acto de HOMBRE LIBRE. 

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