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LA CABALLERÍA Y LA MASONERÍA, SENDERO Y LUZ

Cuando un profano entra en masonería o en otra organización de carácter iniciático da a menudo, y en muchos casos sin tener conciencia, sus primeros pasos sobre eso que se ha convenido en denominar un sendero espiritual. ¿Pero qué es exactamente un sendero espiritual? ¿Cuál es su finalidad?

Podemos antes que nada recordar que nuestro mundo no es sino la parte visible, perceptible a nuestros sentidos, de un universo mucho más vasto, un mundo espiritual cuya realidad objetiva es una emanación. Con su mito de la caverna, Platón quiso mostrar que lo que vemos no es sino la sombra de la realidad. Es muy difícil al hombre ordinario fijado a la materia percibir e incluso menos comprender ese otro mundo que es sin embargo mucho más real que el nuestro y sin el cual el nuestro simplemente no existiría de ninguna manera. Sin embargo existe una criatura que participa de estos dos mundos. Esta criatura es el ser humano. A pesar de todo, algunas personas piensan que si es posible obrar desarrollando esa chispa divina que arde en nosotros para que llegue a ser un fuego irradiante de amor y de Luz. El conjunto de medios y prácticas que permiten al hombre actuar en plenitud de su naturaleza divina, constituye un sendero espiritual. La meta buscada es encontrar la Sofía, la Verdad, la Luz. El sendero espiritual es largo y difícil, según el Cristo: “De mil hombres, uno solo me busca, de mil que me buscan uno solo me encuentra”. Sin embargo esto no debe desanimarnos porqué si buscamos lo divino es por qué interiormente, visceralmente, sabemos que existe, tal como decía Pascal por boca de Dios: “Consuélate, tu no me buscarías si no me hubieras encontrado ya”.

¿Cuál es el papel en el marco masónico? Numerosos grados de la misma se refieren a la Caballería, los masones son invitados «a emular, en continuidad simbólica,  a las órdenes militares de la edad media; el caballero masón se enrola en las fuerzas del Bien, bajo la cobertura de símbolos conmovedores de la manera más real posible. La más real o la más oculta ».  Se les recomienda según un antiguo ritual masónico: «No olvidéis, como caballero, que os debéis, de manera irrevocable, al servicio de la humanidad, y no perdáis de vista, como profeso y como masón, que el error del hombre primitivo le precipita del santuario al parvis de la creación, y que la única meta de la iniciación es hacerle remontar de este parvis al santuario.»

Si, en teoría, parece que tomar la vía el Bien es una elección moral o ética deliberada es en la practica y en cada instante cuando el hombre debe invocar a su fe y a su inteligencia para determinar su acción y así evitar los errores incluso en el ejercicio del Bien. La sola voluntad no es suficiente y es necesario sobrepasar el egoísmo implícito dejando que fluyan las nobles aspiraciones de su corazón. Zaratustra afirmaba “El justo es aquel que ayuda a aquellos que sirven a la justicia, no escuches a aquellos que proclaman mentiras, máximas inicuas y doctrinas perversas, apártalas con las espada”.

Ser Caballero y Masón no es un título ni tampoco un deber, si no un estado que hace posible que se imponga la conducta de quien se siente poseído por una vivida fuerza interior. El único problema, y esto es más que evidente en el hombre moderno hipercerebral, vienen de la dificultad de reprimir los nobles anhelos de su corazón en provecho de egoístas intereses personales.

El caballero, expresión de un arquetipo potente inscrito en el inconsciente colectivo de los hombres, reaparece regularmente bajo diferentes formas en todas las regiones del mundo. No es por lo tanto sorprendentes que la caballería haya sobrevivido, entre otros lugares, en la Francmasonería de manera general sino también en otras estructuras tradicionales e iniciáticas. La Francmasonería en un sendero iniciático y espiritual cuya meta es permitir al hombre desarrollar la chispa divina que reside en él para convertirse en un llama de fuego irradiante de amor y de Luz. Es un sendero de perfeccionamiento de sí mismo por la práctica de las virtudes. Debe conducirlo a sobre pesar el ego y los condicionamientos que le determinan, a abrir su corazón a la comprensión de las vicisitudes que encuentra el ser humano durante su trabajo por el advenimiento de una humanidad mejor y más esclarecida. Consciente de que nuestro mundo material no es sino el reflejo del mundo espiritual al cual se vuelve después de la muerte, o antes por el proceso iniciático, el caballero sabe que debe estar “en el mundo” pero no ser “del mundo”, que nuestra existencia aquí abajo no es sino un pasaje y que la “verdadera vida” no está limitada a la esfera material. Sin embargo, nada de lo que es humano le será ajeno y sabe que es en este tiempo y en este lugar y centro de acción donde debe vivir y obrar. Un gran sabio tenía por costumbre decir que el mayor servicio que un hombre puede rendir a la humanidad es el de realizarse a sí mismo. El primer trabajo que debe emprender el caballero masón es el desarrollo, en sí mismo, de las únicas cualidades que le permitirán tener siempre la actitud justa, la necesidad de ser consciente en cada instante de lo que se piensa, se dice y se hace. Es así como se abre el acceso al corazón, es decir el ser superior.

Nuestro mundo tiene más que nunca necesidad de caballeros, de masones comprometidos con los altos principios de la orden, no solo para perseguir infieles o proteger el templo del Rey Salomón como se hacia antiguamente, sino para intentar salvar a la humanidad extraviada en una evolución que sufre riesgo fatal. El apocalipsis, así como la iniciación y la reintegración, está permanentemente en lo temporal y jamás la lucha ha sido tan cruel entre los hijos de las tinieblas y los hijos de la Luz. Es el combate final, que se gana “en el sutil lugar del alma”, los enemigos se denominan: violencia, racismo, totalitarismo, contaminación, materialismo, exceso, esclavismo, usura, fanatismo e ignorancia. El hombre ha olvidado sus origines divinos y que la tierra se regenera por el fuego de los cielos “INRI”, Igne Natura Renovatur Integra”.

Todas las fuerza del bien deben ser movilizadas para este último combate de tal manera que termine la edad del Hierro (materialismo mundano) y comienza la edad de Oro, de la Luz.

El caballero masón, practica la empatía, es decir sabe ponerse en el lugar del otro, no exigirá jamás de otro aquello que no haga por sí mismo. Feroz defensor de los derechos del hombre, de la libertad y la justicia, sueña con un mundo más humano y más fraternal haciendo el voto de poner sus principios en práctica. Se demanda a sí mismo una perfecta congruencia entre el pensamiento, la palabra y el acto. Se conduce de acuerdo a los dictados de su conciencia y su corazón, es un guerrero de la luz que invierte su tiempo y energía al servicio del bien. Es adepto a la beneficencia, comprendiendo está no solo en el sentido caritativo  si no en otro más profundo: el de “hacer el bien”, lo que induce una dimensión metafísica y ontológica.

Es el servicio de la Luz lo que guía su acción y retoma por cuenta propia la divisa de los Templarios “Non Nobis, Domine, Non Nobis, Sed Nomini Tuo Da Gloriam”. Pero esto puede sonar muy idealista, el mundo es una jungla hostil en la cual no siempre es evidente actuar según nobles principios y sobre todo por los defectos y debilidades humanas tan propios de su naturaleza, nadie es perfecto, sin embargo; sí “la perfección no está nunca en los hombres si no algunas veces en sus intenciones” es así que cada vez que nuestra conducta se desvía, debemos tomar conciencia y redirigir nuestros pasos para avanzar por el justo sendero de la iniciación y sabiduría en busca de la verdadera Luz.

Ser caballero hoy no está pasado de moda ni es inaccesible, sino todo lo contrario, sigue siendo de una viva y urgente actualidad. Sí ya no se trata de pelear con la espada en mano, los combates no faltan contra la necedad, la concupiscencia y el odio, es trabajar por la evolución espiritual de la humanidad que ha caído en el materialismo, el consumismo y una tecnología deshumanizante. El hombre ha olvidado su verdadera naturaleza y en consecuencia da la espalda a su misión y su futuro espiritual. Una  frase Del camino de la Sabiduría expresa “He escogido hacer el Bien y no hacer ruido, ya que he comprendido que el ruido no hace el bien y que el Bien no hace ruido”

Por eso yo he elegido ser Caballero masón , Caballero de la Luz.

S.A.R.

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