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EL SENTIDO DE LA VIDA

QQ∴HH∴, cumpliendo las instrucciones del V∴M∴, presento a ustedes esta plancha de 1er G∴

¡Mi vida no tiene sentido sin ti!, dice el chico a su pareja.

¡Solo tú das sentido a mi vida!, dice la mamá a su hijo.

¡La vida tiene sentido solamente en el Señor!, dice la monja en su convento.

¡El trabajo es el que da sentido a mi vida! ¿Qué hago si lo pierdo?, dice el trabajador.

¡Solo en la droga encuentro el sentido de vivir!, dice el drogadicto.

¿Cuál es el significado de mi vida?, se pregunta un ser humano.

La tesis relativa a la finalidad de la vida puede coincidir con:

– la consecución de la realidad última,

– con un sentimiento de unidad, o

– con una sensación de lo sagrado.

Entiendo «sentido» además como sinónimo de dirección, objetivo o significado, según el contexto de la frase. Mis HH∴ pueden elegir cual acepción es la correcta en cada caso.

Claramente se deduce –espero– de las preguntas anteriores, que estas expresiones se apoyan exógenamente para explicar hacia dónde va la vida…permítanme afirmarlo QQ∴, …¡¡¡ERROR!!!… El sentido de la vida / de MI vida es primordialmente endógeno.

La frase «el sentido de la vida» debe ser re-expresada a «el sentido de mi vida», ya que un «la» en la frase, es necesariamente posterior al «mi».

El sentido de mi vida, soporta y explica el sentido de la vida.

No tocaré el tema de las especies animales, los reinos de la naturaleza, ni mucho menos las preferencias religiosas, políticas o las nacionalidades humanas, porque considero que todos ellos tienen como sentido de la vida su preservación y en algunos casos, su expansión.

¿Porqué deberíamos llevar una vida coherente, adecuando la conducta a una ética y obligándonos a obedecer las leyes que rigen la sociedad?

¿Porqué mantenerse dignos para nosotros y para los demás?

¿Porqué renunciar a satisfacer de inmediato los impulsos y deseos, haciendo que el tribunal íntimo de la conciencia los juzgue primero?

¿Tiene la vida humana un significado más allá de su soporte organizado? ¿Cuál es ese significado?

¿Cuál es el sentido de la persona y de la humanidad?

¿Existirá esencia de transcendencia en todos los humanos tal como lo afirman ciertas religiones y en particular las que emanan de la Biblia? Es posible, pero la respuesta pertenece al ámbito de las creencias personales.

Muchas preguntas, que trataré de responder, a mi manera claro, a continuación.

La suma integrada de los valores básicos de un hombre es su sentido de vida; éste representa las primeras integraciones de valor que hace, y que permanecen en un estado fluido, plástico y fácilmente alterable hasta que él adquiera conocimiento suficiente para alcanzar un control conceptual total,y de esa forma dirigir su mecanismo interno; este control es un proceso de integración cognitiva dirigido conscientemente y representa una filosofía consciente de la vida.

Los masones tenemos en nuestros símbolos, en nuestro catecismo y en nuestro ritual de 1er G∴, muy claras sentencias a este respecto, y mas importante aún, tenemos un hilo invisible, como tela de araña que los une.

Ya en el segundo párrafo de la Iniciación escuchamos «…y que los que desean ser iniciados en nuestras prácticas y doctrinas deben ser hombres honrados, libres de prejuicios y dispuestos a trabajar por el bien de la humanidad»: primero soy y luego influyo en mi entorno.

Antecitos al juramento, en el Ritual de Iniciación nos dice el V∴M∴: “¡Profanos!” … –y continúa diciendo– «…luego os privaron del mas precioso de los sentidos para que pudierais concentraros y leer en lo íntimo de la consciencia; saludable ejercicio que el hombre serio debe practicar cada día o cada vez que contrae una nueva responsabilidad…» otra vez, el «MI» es presentado antes que el «LA»

En la instrucción que recibe el H∴A∴ concluida su iniciación, se revela para la marcha: … «significa que el Masón debe siempre proceder con actitud reflexiva para merecer la aprobación de su conciencia»…; no menciona para nada a la sociedad o su entorno inmediato.

El sentido de vida, masónicamente examinado, se expresa también en el principio 1 de nuestro catecismo: «La Francmasonería tiene por finalidad el perfeccionamiento intelectual, moral y físico del hombre, y por consecuencia, el de la sociedad profana».

Tanto profanos como Masones, tenemos una coraza interna que impide vernos por dentro; nos falta claridad de propósito.

Al intentar responder a las siguientes preguntas: ¿Tiene sentido la vida?, ¿quién soy?, ¿qué deseo?, ¿qué siento?, ¿cómo satisfago mis necesidades?, ¿qué hago aquí?, ¿qué pasa tras la muerte?,…simplemente nos paralizamos.

Para la mayoría de nosotros, lo que la sociedad presenta como respuestas nos lleva a callejones sin salida; deja esas preguntas sin respuesta por que nos manipula en función de «LA VIDA», soslayando el intimidante «MI VIDA».


El humano promedio sabe cómo encontrar sentido a su vida a corto plazo, especificando metas y logros, pero a largo plazo continuamos luchando con la misma profunda pregunta:

¿Cuál es el sentido de mi vida?

El hombre, por su naturaleza, no puede evitar generalizar ni vivir un momento tras otro sin contexto, sin pasado o sin futuro; no puede prescindir de su capacidad de integración –es decir, de su capacidad conceptual –y reducir su consciencia a la de un animal, a un plano perceptual.

Así como la consciencia de un animal no puede ser expandida para lidiar con abstracciones, la consciencia del hombre tampoco puede ser reducida a lidiar sólo con cosas concretas e inmediatas.

El poderosísimo mecanismo integrador de la consciencia del hombre existe desde que éste nace, y sus opciones son: o regirlo o ser dirigido por ese mecanismo. Como es necesario un acto de voluntad –el proceso del pensamiento– para usar ese mecanismo con fines cognitivos, se puede, de hecho, evadir ese esfuerzo. Pero si se lo evade, el azar asume el control y el mecanismo funciona por sí solo, como una máquina sin conductor; ciertamente continúa integrando, y lo hace a ciegas, incongruentemente, al azar. No controla como un instrumento de cognición, sino de distorsión, de engaño, de terror y pesadilla.

Su empeño es destruir la consciencia del procesador que le abandonó.

Entonces, nuevamente, ¿Cuál es el sentido de mi vida QQ∴HH∴?

La respuesta a esta pregunta es trascendental en nuestra existencia. Conocerla nos revela los fundamentos para merecer la felicidad, que solamente los elegidos viven.

QQ∴HH∴, yo soy un claro ejemplo de confusión en la aplicación de la respuesta a esta singular pregunta. Los hombres de acción sostenible son escasos…y es que «en casa del herrero, cuchillo de palo».

La religión es una forma primitiva de filosofía –un intento de ofrecer una visión integrada de la realidad– donde muchos de sus mitos son alegorías distorsionadas y dramatizadas, basadas en algún elemento de verdad, en algún aspecto real –aunque a veces muy difícil de captar– de la existencia del hombre.

Una de las alegorías especialmente aterradora, es el mito de un «fiscal» sobrenatural del cual nada puede ser ocultado, alguien que mantiene un registro de todas las acciones del hombre –de lo bueno y lo malo, lo noble y lo vil–, y con el cual confrontará a cada uno el día del juicio final.

Ese mito es verdad… no existencialmente pero psicológicamente.

El impávido fiscal es el mecanismo integrador del subconsciente del hombre; el registro es su sentido de vida.

Sentido de vida es el equivalente pre-conceptual a una metafísica, es una evaluación emocional y subconscientemente integrada del hombre y de la existencia. Determina la naturaleza de las respuestas emocionales del hombre, y la esencia de su carácter.

Mucho antes de ser capaz de comprender un concepto como «metafísica», el hombre toma decisiones, forma juicios de valor, siente emociones, y adquiere una cierta visión implícita de la vida. Cada elección y juicio de valor implica una somera evaluación de sí mismo y del mundo que le rodea, y más concretamente, de su propia capacidad para lidiar con el mundo.

Uno puede llegar a conclusiones de forma consciente, y esas conclusiones pueden ser verdaderas o falsas, o uno puede ser mentalmente pasivo y simplemente reaccionar a los acontecimientos –o sea, simplemente «sentir», haciendo prevalecer el reino animal siempre implícito en el género humano–. Pero sea cual sea el caso, el mecanismo subconsciente resume sus actividades psicológicas integrando sus conclusiones, reacciones o evasiones, en una suma emocional que establece un modelo de conducta y se convierte en su respuesta automática al mundo que le rodea.

Lo que empieza como una serie de conclusiones –o evasiones– independientes y puntuales sobre sus problemas particulares, se vuelve un sentimiento generalizado sobre la existencia, una metafísica implícita con el poder motivacional de una emoción básica y constante, que es parte de todas sus otras emociones y permea todas sus experiencias.

Eso es su sentido de vida.

Para vivir, el hombre tiene que actuar; para actuar, debe tomar decisiones, pero antes, necesita un código de valores, y si realmente quiere hacer esto, primero tiene que saber lo que él es y dónde está; es decir, conocer su propia naturaleza –incluyendo sus medios de conocimiento–, y la naturaleza del universo en el que actúa; entonces, necesita metafísica, epistemología y ética; esto es, filosofía.

El hombre no puede eludir esa necesidad; su única alternativa es, si la filosofía que le guía va a ser determinada por su mente o por el azar.

Si su mente no le proporciona una visión global de la existencia, su sentido de vida lo hará. Si sucumbe a siglos de asaltos perpetrados contra la mente, a tradiciones que ofrecen irracionalidades malvadas o disparates desvergonzados a guisa de filosofía –si se rinde por apatía o perplejidad, si evade las cuestiones fundamentales y se preocupa sólo por los detalles concretos de su existencia cotidiana–, su sentido de vida tomará las riendas para bien o para mal –y normalmente, será para mal–.

Ese hombre queda a merced de una filosofía subconsciente que no conoce, que nunca ha verificado y que ni siquiera es consciente de haber aceptado.

Luego, viendo cómo su miedo, su ansiedad y su incertidumbre crecen año tras año, ese hombre se da cuenta de que está viviendo con una sensación de fatalidad desconocida e indefinible, como si estuviera a la expectativa de algún juicio final aproximándose.

Lo que él no sabe QQ∴HH∴ es que cada día de su vida es el día del juicio: el día de pagar por las faltas, las mentiras, las contradicciones y las evasiones registradas por su subconsciente en los libros contables del “fiscal” ese que mencioné antes; en ese registro psicológico, las entradas en blanco son los pecados más negros.

El sentido de una vida, una vez adquirido, NO es un tema cerrado. Puede ser modificado y corregido fácilmente durante la juventud mientras aún es maleable, y con mayor esfuerzo y dificultad en años posteriores. Al ser una suma emocional, no puede ser modificado mediante un acto directo de la voluntad. Cambiará automáticamente, pero sólo después de un largo proceso de reacondicionamiento psicológico, cuando el hombre, si lo hace, cambie sus premisas filosóficas conscientes; afortunadamente para nosotros en este Templo, la Iniciación es esa oportunidad de cambio… parafraseando el hoy nacional profano…

QQ∴HH∴, así como el metafísico tiene ante sí el camino abierto en el campo de la religión, buscando el sentido profundo de sus dogmas y símbolos y el valor operativo de sus ceremonias –cuando las entiende en su significado espiritual–, también el sincero y ardiente buscador de la Verdad no se circunscribirá a la observación exterior de los fenómenos y de las leyes que gobiernan su causalidad inmediata, sino que se esforzará en reconocer y encontrar los Principios que los rigen y a los cuales obedecen. Entonces, concluyendo razonablemente, el masón debe llegar por su propio esfuerzo al conocimiento de la Doctrina Iniciática, simbolizado por la Iniciación en los dos primeros grados, como preparación necesaria para alcanzar el Tercer Gr∴ y consumarla con el Magisterio, que da la capacidad de hablar o realizar lo que se ha entendido individualmente, y que debería hacer de nosotros verdaderos filósofos.

Una vez mas QQ∴HH∴, V∴I∴T∴R∴I∴O∴L∴ (Visita Interiora Terrae, Rectificando Invenies Ocultum Lapidem), antigua fórmula alquímica y hermética que encontramos en el cuarto de reflexión, nos da la oportunidad y el cómo para «Visitar el interior de la Tierra y Rectificando encontrar la piedra escondida».

Salvo la mejor opinión de mis HH∴, he cumplido V∴M∴

BIBLIOGRAFÍA

– Catecismo, ritual de iniciación y retejador del Gr∴ de A∴

– ALDO LAVAGNINI-manual del Aprendiz

– http://objetivismo.org/filosofia-y-sentido-de-vida-por-ayn-rand/

– Internet

– JESL, 34 años desde mi iniciación.

José Eduardo Sánchez López

ex VM∴

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General · REAA

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