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LA MASONERIA ES ACCION

Estoy convencido del hecho que nuestros antiguos hermanos operativos usaban gran parte de su tiempo en la acción; si esto no hubiera sido así, las obras que legaron a la humanidad — aquellas imponentes catedrales y edificios conservados durante siglos– no serían una realidad. Obviamente esta mención no trata de ser una prueba contundente de que la acción era la parte única de su trabajo, ya que para culminar con éxito obras arquitectónicas como las que podemos contemplar hasta hoy, era, con seguridad, imprescindible realizar una cuidadosa y pormenorizada labor de planificación. De acuerdo a la tradición, las labores de planificación eran realizadas por aquellos hermanos que habían adquirido la capacidad para hacerlo (los maestros) quienes también tenían a su cargo la dirección general de las obras. Los directores de la ejecución, eran los masones cuya habilidad operativa les hacían dignos de confianza para realizar tan delicada labor, como era la de dirigir las partes de la construcción (estos eran los compañeros) y finalmente las tareas de preparación masiva de los materiales eran confiadas a los hermanos que habían completado su adiestramiento en tan hermosa tarea (los aprendices). Hasta aquí parecería que nos estuviéramos refiriendo a una agrupación ideal en la que no ocurrían las fallas. Sin embargo nada mas alejado de la verdad, ya que nuestros antepasados operativos también fallaban en sus intentos. Seguramente muchas veces una piedra debió ser rechazada y tener que fabricarse otra adecuada en su lugar… seguramente se tuvieron que cambiar piezas líticas de algún lugar de la obra por alguna razón de falla… y con seguridad que los planos de construcción tuvieron un largo proceso de perfeccionamiento hasta obtener el definitivo. Es decir que en aquella antepasada organización nuestra, el error era cotidiano, pero mas fuerte y frecuente que este, debió ser el trabajo desplegado creativa y operativamente, reduciendo cada vez más la ocurrencia de fallas. Este proceso lo podríamos definir hoy, como planificación – ejecución – control. 1717, es el año que marca el cambio de la masonería operativa en especulativa… mas bien el punto de inflexión en la vida de la Orden, ya que con seguridad los cambios no se dieron todos el 24 de junio de aquel año, sino que fue un proceso paulatino y encontró en ese día el momento del cambio conceptual del resultado de los esfuerzos. Desde aquel día, los masones decidieron dedicarse a una obra de mayor magnitud que aquellas que habían, hasta entonces, realizado con éxito… – las majestuosas catedrales, los edificios imponentes y las obras civiles que constituían gran parte de la civilización conocida -… aquella nueva magna obra era la de construir el templo individual para mayor gloria del G:.A:.D:.U:. El hombre pasó a ser sujeto y objeto de este inmenso trabajo y, con seguridad, el resultado de su labor debería ser muchísimo mas importante que aquellos edificios que nacieron antes de sus manos. Y así paso el tiempo, mas de 250 años, y en la actualidad los masones nos dedicamos a la masonería especulativa con dos propósitos fundamentales, el de construir nuestro templo interno y el de levantar el Templo Universal de Fraternidad en el mundo. Que hermosa labor la que nos han legado nuestros antecesores. Y aunque es irrefutable que nos hemos empeñado en ella desplegando nuestros mejores esfuerzos, también parece ser cierto que hemos dedicado bastante tiempo a la especulación, mucho tiempo a la planificación y uno menor a la ejecución… Es evidente, la evaluación es individual ya que la obra también lo es, pero como bien sabéis, ya lo dijo Jesús hace dos mil años “por sus frutos los conoceréis” y creo honestamente, en una apreciación general, que sin ser pocos, nuestros frutos aún no son suficientes. ¿Qué puede estar fallando? Una respuesta, con alta probabilidad de acierto, es la referida a la falta de aplicación del proceso de nuestros antepasados: Planificación – ejecución y control, traducido a nuestro lenguaje más conocido como: Pensamiento – sentimiento y acción. Pensamos mucho y bien, sentimos con intensidad, pero actuamos menos, en nosotros y en nuestro medio. Poco ha cambiado nuestra sociedad, en los últimos años, por impulso nuestro, aunque es cierto que hemos debido mejorar individualmente, es irrebatible que el Templo individual y el Universal se están construyendo SIMULTANEAMENTE y por lo tanto estamos llamados a la acción, es decir a poner en práctica nuestra evolución. ¿Cuáles las formas de hacerlo?, nos fueron también dejadas a nuestra entera libertad… ¿nos podemos equivocar ?. Por supuesto. Conozco solamente a un grupo humano que no se equivoca nunca, son los que nunca hacen nada y por eso no se equivocan, son aquellos cómodos espectadores de la historia. Nosotros los masones somos PROTAGONISTAS de la historia, somos los llamados a gestar la historia, nuestra historia individual y colectiva. Por esto es que no podemos quedarnos en la inacción bajo ningún pretexto y las iniciativas que nacen en nuestro pensamiento deben ser meditadas, planificadas y realizadas, con decisión y firmeza. Es cierto que fracasaremos muchas veces en nuestros intentos, pero también es innegable que nos levantaremos fortalecidos de esas circunstancias y, lo que es mejor aún, nos enriqueceremos con la experiencia que nos permita no reandar caminos ya recorridos. ¿Qué hacer? En nosotros, esforzándonos cada minuto por practicar la virtud, ¿acaso no debe hacer esto el legítimo buscador de la verdad? y evaluando permanentemente si las virtudes son entendidas, sentidas pero fundamentalmente hechas vida. ¿Cómo? En nuestra acción cotidiana, no el estado ideal del sosiego, sino en el permanente bullicio del mundo en el que estamos. En nuestro hogar, con nuestra esposa, con nuestros hijos, con nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestros círculos sociales; en fin, en todo lugar que tengamos la dicha de transitar, intentando, con nuestros actos simples y rutinarios, de hacer realidad un mundo mejor. Pero esto no es todo, porque dentro de cada uno de nosotros bullen intenciones de hacer esto o aquello, de mejor o de otra manera, persiguiendo, obviamente, mejores resultados de los hasta ahora obtenidos. Entonces, manos a la obra, todo se comienza haciendo y eso es lo que se debe hacer, ¿que aquellos niños no tienen pan? pues a dárselos y a enseñarles como obtenerlo, ¿que esas personas no tienen asistencia médica? a guiarles y gestionar como pueden obtenerla, ¿que murió un H:. nuestro? a acompañar y consolar a la familia en ese momento, no mas tarde ni más adelante, ¿que lo que se escucha en los templos masónicos es lo mismo y lo mismo de siempre? A esforzarse, entonces, y buscar nuevos y actuales enfoques para compartirlo con mis HH:. ¿que la masonería se dedica a actividades que no debiera? que gano con amargarme en esto, manos a la obra y a cambiarlo con mi ejemplo; ¿que son obras muy grandes y no podré hacerlo solo? pues a planificar el cómo hacerlo, a pensar en la solución y después hacerla realidad. Hermanos masones, hemos recibido el privilegio de la iniciación y con esto la luz de la vida, mas este privilegio tiene un precio: el de la acción permanente, porque solo con ella podremos hacer realidad en nosotros y en los otros un mundo fraterno, solidario y de amor.

Aristides

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