“Si conocierais el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y Él te daría agua viva”
Juan 4:10
Permitidme antes haceros un preámbulo al presente Trazado, debido a que, es sumamente necesario para entrar en contexto, que todos vosotros podáis recordar, que la Orden Templaria es de alta raigambre Cristiana, por lo que, para el desarrollo del presente tema, procederé a centraros y concentraros en doctrinas netamente Cristianas.
Por lo que nos relatáis, en el peregrinaje de vuestra vida, avistéis oído hablar de nosotros, por lo que, cansado de andar por el mundo, en búsqueda de un lugar seguro y sagrado, solicitasteis vuestro ingreso.
Viendo tales circunstancias, después de pasar por las pruebas de rigor, fraternalmente se os da la bienvenida y se os recibe con todo el amor de nuestro corazón, así pues, como a todo viajero agotado, se os ofrece agua.
Pero el noble gesto que os acaban de otorgar, no solo es, para que vuestro cuerpo físico, totalmente fatigado pueda recuperar las fuerzas necesarias, sino que, principalmente existe un enorme misterio oculto en esta sabia acción, pues, este misterio no tiene otro sentido que alimentar vuestra alma cansada y es poder otorgaros un alimento sublime, que os llenará vuestro espíritu, pues solicitáis ayuda y protección.
Por consiguiente, antes de empezar la gran cruzada para obtener vuestra salvación eterna, es de entera necesidad, que os pongáis bajo la suprema protección de Nuestro Señor Jesucristo, el Salvador enviado por el Padre, para que bajos los estandartes de un Soldado de la Cruz, empecéis la más difícil campaña bélica, que es, vuestra vida diaria.
Y es que, para poder sobrellevar tal cruzada, necesitáis durante ese tiempo, agua para calmar la sed, porque, pues todos vosotros estabais con sed, pero con una sed de naturaleza espiritual, y el Templarismo, puedes ayudaros a saciaros esa sed.
Un bello relato relacionado con este tema, nos lo dejó el Rabí de Galilea y fue escrito en el Evangelio de Juan, Capitulo 4, versículos del 11 al 14, cuando Jesús le pidió a una mujer Samaritana, que le diera de beber agua del pozo de Jacob, ubicado en la ciudad de Sicar, diciéndole: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré, será en él, una fuente de agua para la vida eterna”.
A través de este profundo pasaje, Nuestro Señor Jesucristo, os pide que, debéis dejar de buscar esa aparente agua maravillosa, que es el bienestar material, el reconocimiento, el éxito y la felicidad efímera, cosas que momentáneamente podrán saciaros; pero, por el contrario, antes de todo, deberéis buscar el mensaje del Salvador, pues esto quiere deciros, que la palabra de Dios y Jesucristo, no es otra que, agua para calma vuestra sed.
Otro aleccionador pasaje de la Biblia, fue en el momento que el Salvador al ser crucificado en la Cruz por los pecados del mundo, pronuncio siete palabras, siendo la quinta “Tengo Sed”, en Juan 19:28, y si bien Él, se encontraba seguramente deshidratado y solicitaba que le dieran algún elemento líquido; ya que, estas palabras se refieren a una necesidad de Jesús, pero que, en realidad, os quería hablar de otra clase de sed, una de origen divino como Él, y era la necesidad de saciar su sed espiritual, la cual, lo llevaría a entrar en comunión con Dios Eterno, debido a que, se encontraba sediento de cumplir la misión, por la que vino a habitar entre vosotros.
Si tratáis de entender este mensaje, os daréis cuenta que generalmente soléis estar preocupados por los asuntos mundanos y que olvidáis vuestros deberes para con Dios, puesto que, deberíais estar más ocupados, en daros un baño diario de purificación a vuestras almas, y así limpios y refrescados, podréis reencontraros con el Padre de los Cielos.
Todos, y me incluyo, de algún modo siempre tenéis sed, pero sed del agua convertida en el vino consagrado del Salvador, y que, bebiéndola, os podrán perdonar de vuestras trasgresiones, para ganaros la vida eterna.
Por consiguiente, seréis Soldados de la Cruz, si os sometéis y defendéis sin dudar, a Nuestro Señor Jesucristo, a pesar que estéis pasando por las circunstancias más difíciles; vuestra fe y fidelidad puestas en el Salvador, os van a amparar por siempre; claramente Timoteo en su Segunda Carta, Capitulo 2, versículos 3 y 4, dice: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita, se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado», entonces mis Hermanos en Armas, si cumplís este precepto, vuestra sed será saciada.
A modo de concluiros, puedo reafirmaros que, el agua para calmar vuestra sed, es la palabra de Dios, y es la que va a poder calmar todas vuestras inquietudes, preocupaciones, incertidumbres, desesperanzas, y todo lo que os constriñe el Espíritu y que os impide crecer espiritualmente.
Vais a poder calmar vuestra sed, cuando consigáis construir en vuestro interior, un manantial inagotable de agua espiritual que os entregue, paz, amor y fraternidad hacia vuestros Hermanos Caballeros y a los desconsolados.
Esa agua podrá brotar constantemente dentro de vosotros, cuando como buenos Soldados de la Cruz, caminéis y conduzcáis, según los mandamientos que Dios os ha entregado, y principalmente, si podéis entender a cabalidad, que jurar defender la Santa Fe Cristiana, no es una frase más, sino es un precepto de honor, que os sanará el Alma.
Cuando cumpláis este preciado precepto, estaréis seguros que vuestras copas se encontrarán llenas de agua, porque habréis demostrado que, sois justos en pensamientos y acciones, estando vuestras palabras y obras benefactoras, a favor de todos los hombres de buena voluntad, que encontrareis en esta Cruzada.
Y ya para entonces, vuestros tiempos de sequía habrán culminado y habréis reconocido, que Nuestro Señor Jesucristo es la fuente de abundante de agua, que os llevará al Padre Celestial; aquel manantial de agua viva que nunca se agota, y que jamás será negado, cuando sinceramente os inclinéis a beberla.
Para que al final de vuestros días, culminada la cruzada y Dios os llame a su lado, estaréis seguros que, ya no necesitáis más agua que puedan calmaros la sed, porque que ya os habréis ganado la salvación, por ser fieles Soldados de la Cruz.
K.T. VICTOR EDUARDO ALATRISTA CHOQUE