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¿Y LAS UTOPIAS?

Pienso luego existo… 

SAFO

¿Y LAS UTOPIAS? 

AUTOR: SAFO

¿Qué es una utopía? Según el diccionario español tiene dos acepciones 1. Plan o sistema ideal de gobierno en el que se concibe una sociedad perfecta y justa, donde todo discurre sin conflictos y en armonía. 2. Proyecto, deseo o plan ideal, atrayente y beneficioso, generalmente para la comunidad, que es muy improbable que suceda o que en el momento de su formulación es irrealizable. 

La razón de recordar estas definiciones radica en el hecho que ésta es una palabra que ya se usa muy poco y prácticamente ha desaparecido del léxico de las nuevas generaciones. Tendríamos entonces que preguntarnos la razón o motivos para tal hecho y el académico norteamericano Ralph Keyes dice: “Vamos a dejar de confiar unos en otros, porque ya no sabemos quién está siendo honesto con nosotros y quién no. Sospecho que las consecuencias de vivir en un mundo post-veraz se volverán cada vez peores si no se despiertan las conciencias”. Tremendamente dura esta aseveración y que nos demuestra una realidad a la que la mayoría prefiere no tomar en cuenta y es que la sociedad aparentemente decide vivir en un mundo en el que la verdad no importa

El académico continúa con su andanada de duras verdades y señala: “En la era de la pos-verdad no solo tenemos la verdad y la mentira, sino que existe una tercera categoría de declaraciones ambiguas que no son necesariamente ciertas. Son partes de una mentira o de una verdad mejorada que podría llamarse neo-verdad, verdad suave, falsa verdad, verdadera o verdad. El engaño se ha convertido en el modo de vida moderno. Donde una vez la frontera entre la verdad y la mentira era clara y distinta, ya no es así. En la era de la pos-verdad, engañar a otros se ha convertido en un desafío, un juego, un hábito”. 

Las ideologías dejan de ser vehículos de transformación social; los proyectos históricos ya no movilizan dando lugar a la plena manifestación de los deseos personales, la realización individual y la autoestima plástica. 

Algunos autores llaman a ésta la “Era del vacío”, donde el ideal es ser un sujeto “cool”, adaptable, amante del placer inmediato, de la libertad sin responsabilidad, del hiper-consumo, en que el lujo innecesario, elemento por esencia de la distinción social, entrega un sentimiento de eternidad efímera ligado a la fugacidad de la materia. 

No es acaso ésto lo que vemos a diario en nuestras sociedades de diverso nivel de desarrollo económico, pero que por la velocidad e inmediatez de los medios de comunicación, todo se copia y se debe estar a la “moda” sin intentar siquiera comprender el por qué o las consecuencias de una u otra actitud?. Y ésta es exactamente la manera de pensar y actuar de nuestra juventud (El otrora tesoro del mañana), donde las ideas liberadoras y solidarias de igualdad, libertad y fraternidad han sido reemplazadas por el hedonismo del ego concentrado en la individualidad, el no me importismo, la indiferencia a lo ajeno inclusive a lo próximo y al consumo inagotable tratando a todo como desechable, inclusive en el área de las relaciones humanas. 

En este análisis nuevamente nos preguntamos: ¿Dónde quedó la juventud rebelde, con ideales utópicos, que se agotaba en largas discusiones de café o de barrio para analizar “nuevas” ideas o posibilidades de solución a los problemas de la cotidianidad hogareña, citadina y hasta internacional? Será esa la razón para que no aparezcan en la palestra pública jóvenes líderes con mística e ideas propias, capaces de creer en sus posibilidades y de convencer a los demás en la posibilidad real de un futuro mejor? 

Tanto ha cambiado el mundo y la mentalidad social que ya nadie se preocupa por el otro y ni siquiera se arriesga a lanzarse a la palestra pública para intentar transmitir sus ideas; solo se preocupan del goce efímero del hoy, de vivir el presente y hasta con atrevida despreocupación de la vida misma. 

En ese ínterin surgen viejos políticos de la talla de Donald Trump y otros líderes políticos y religiosos que con su poder arrasan a la gente con sus medias verdades haciendo realidad ese viejo refrán que señala “miente, miente, que algo queda”, aprovechando de la pasividad de la mayoría y sobre todo aplastando a la juventud, con el atosigo del show mediático, de la réplica del viejo aforismo romano: “pan y circo para el pueblo y si no hay mucho pan, látigo que para eso sirve el poder”. Y ni que decir de los gobiernos “populistas” que lejos de trabajar para y por el pueblo, son simples hábiles u oportunos encandiladores de las personas con el artilugio de la fácil promesa, del rentismo inmediato y que sin medir consecuencias futuras de la economía, la prudencia, el medio ambiente y hasta del calentamiento global que según se dice solo se trató de una hábil maniobra política de algunos líderes y grandes empresarios en pos también, una vez más, del enriquecimiento personal, no refrenan ni su lengua ni sus actitudes de despotismo y desprecio a la inteligencia formadora y transformadora. 

El internet es un claro ejemplo del mal uso de las tecnologías que han logrado apantallar a los niños, jóvenes y personas supuestamente maduras, para volverlos en simples esclavos ignorantes de la realidad, ocultando en símbolos sin mayor significado coherente más que los efímeros acuerdos de moda y llevándolos cual ciegos con falsos guías, desde el desconocimiento de la ortografía con el uso de mensajes cifrados con medios términos o impuestos por el aparato, al consumismo impensado e intolerante de “memes”, dañinos, y hasta crueles reemplazando a la sátira que siempre existió, por la destrucción en vida de una persona, institución, empresa o gobierno, sin mayor conocimiento u opinión y análisis propios. 

Lo irracional ya no reconoce fronteras y se puede llegar a hundir a alguien o algo en las más abyectas mentiras y exageraciones en un minuto para luego reemplazarlas con total desfachatez por otra media verdad, que se pone de moda y sepulta a la anterior, sin aclaración o disculpa alguna, reemplazando el valor de la tolerancia y la comprensión o la búsqueda de la justicia, con las emociones momentáneas, hormonales e irreflexivas del odio, la ira, la frustración y la sensación amarga del permanente engaño. 

La juventud es la esperanza de una vida mejor y de una sociedad más humana y racional, pero para ello debe asumir que bajo forma de aspiración íntima, ensueño o utopía, el hombre, simplemente por ser hombre, aspira a su plena felicidad; no se debe renunciar a la utopía de vivir en un mundo en paz. 

Las utopías del primer socialismo (en su valor original y no político populista), ojalá están aún latentes en las aspiraciones de muchas personas. 

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