En el capítulo final de esta virtud haremos comentarios y recomendaciones, ojala que sean útiles, sobre la práctica de la Fortaleza en la vida real. El acontecer de la vida humana es tan complejo y diverso como seres humanos hay en la Tierra. Cada uno enfrenta a diario situaciones y problemas que exigen fuerza moral, mental espiritual y corporal para enfrentar y superarlos. Repetimos que la violencia no es un concepto complementario a la Fortaleza; pero si lo son Justicia, Razón y el Bien.
Fortaleza con Justicia, Razón, Prudencia, pero sin violencia, para la búsqueda del bien; es la combinación mágica de esta virtud que el ser humano debe esforzarse por cultivarla.
La vida en Fortaleza. Una persona vive en Fortaleza cuando en situaciones que atentan contra su propia persona, resiste las influencias, molestias, dificultades que se presentan en su vida y más bien acomete con valentía para superarlas y vencerlas en busca de los logros y metas de bien ansiadas. La virtud de la Fortaleza forja en el ser humano la voluntad férrea, inflexible ante las dificultades, las tentaciones, los desánimos y problemas, grandes o pequeños de la vida de todos los días.
La Fortaleza es una virtud que se forma durante toda la vida. Se cultiva durante la existencia adquiriendo y consolidando. El campo de siembra es el esfuerzo para superar las vicisitudes del diario vivir. Quien no está acostumbrado al esfuerzo, difícilmente podrá resistir las dificultades de la vida. El mundo actual nos ofrece segundo a segundo ejemplos de Fortaleza y Debilidad. En el matrimonio, la educación, el trabajo, la enfermedad, etc. en todos los aspectos se nos muestran casos relacionados.
En el matrimonio, la disolución matrimonial es más fácil y cómoda que superar sus dificultades. Los esposos están más interesados en prevalecer sobre la pareja que en dar buen ejemplo y formación a los hijos. El placer sexual es dominante y supera al compromiso personal y con la pareja; el respeto al cónyuge y a la tercera persona involucrada; la responsabilidad por vástagos que vienen al mundo y son negados o ignorados por los progenitores.
En la educación de los hijos los padres ignoran su función de formadores morales principales de sus hijos y entregan tamaña responsabilidad insustituible, a maestros encargados de la capacitación intelectual de los mismos.
En el trabajo, la ira, la rabia, el egoísmo, amarse a sí mismo, el descontrol personal, superan al respeto al prójimo, originan el maltrato y el abuso de los superiores sobre el resto de los funcionarios; y desconocen las consecuencias y responsabilidad de los resultados de sus actos arbitrarios. Los enfermos se resisten a los sacrificios por su salud y ceden a los placeres de su vida desordenada. El alcoholismo, las adicciones y otros escenarios similares son muestras reales.
En fin en todos los aspectos de la vida hay los ejemplos de la falta de Fortaleza en el ser humano y las consecuencias derivadas de ello. Resistir, es el gran reto del hombre ante las dificultades. Dificultades internas, que le nacen desde adentro por el egoísmo, por amarse a sí mismo. Dificultades externas, que la vida nos presenta todos los días: encontrar el sustento, conservar lo que se tiene, estudiar, mejorar. La virtud de la Fortaleza en su expresión de resistencia, hay que formarla día a día, desde pequeños. Se empieza con el autodominio y la disciplina. El niño busca cumplir sus caprichos porque todavía no tiene formada la virtud de la Fortaleza. Se lo inicia con actividades hogareñas como levantarse inmediatamente, arreglar las pertenecías; guardar el orden, privarse de algún capricho, ser paciente con los tiempos del hogar y de las personas de su entorno.
Fomentar la virtud de la Fortaleza en los hijos, supone ayudarles a que sean fuertes en su forma de vida, actividades y decisiones cotidianas, relacionadas con la formación de su carácter. Les asegura en las dificultades, la firmeza y la constancia en la práctica del bien, llegando incluso a la capacidad de aceptar, el sacrificio por una causa justa. Los hijos deben aprender:
– A luchar con fuerza, por las cosas nobles que les interesen.
– A saber decir ―si‖ o ―no‖, de acuerdo con sus convicciones y no bajo las presiones o influencias, perjudiciales o seductoras, de sus amigos o de la sociedad.
– A que sepan ejercer con firmeza, su irrenunciable derecho a practicar la ―objeción de conciencia‖.
– A aceptar las contrariedades y molestias que se les presenten en sus vidas.
– A no quejarse continuamente, por todo lo que les sucede, aceptándolo no pasivamente, sino intentando sacar algo provechoso de las adversidades.
– A que realicen esfuerzos, de acuerdo con sus edades y situaciones, sin que influyan sus caprichos y malos humores, en las cosas intrascendentes. – A formar día a día, la Fortaleza, que no se la recibe gratuitamente. Se la consigue practicando las virtudes de la Puntualidad, el Orden, la Constancia, la Tenacidad, la Paciencia, la Templanza, la Diligencia, la Laboriosidad, el Vigor, la Reciedumbre, etc.
La sucesiva práctica construirá de a poco y sin pausa la virtud de la Fortaleza. La persona que encamina su vida hacia la madurez y a cumplir con su fin natural de crecer como tal, necesariamente ha de ser dueña de sí misma, dueña de sus decisiones, de sus inclinaciones e instintos. La familia que conforma será también el campo de siembra de las semillas de la Fortaleza:
1. Enseñar a los hijos, desde pequeños, a que sean fuertes y que ofrezcan sacrificios, aprovechando las oportunidades que se presentan normalmente, o incluso proponiéndoles que hagan algunos favores a terceros.
2. Enseñar a los hijos a evitar que la moda les esclavice y a que sepan decir ―No a ciertas cosas, por muy de moda que esté.
3. Enseñar a los hijos a pensar en los demás y a no elegir siempre para ellos lo mejor de lo que les ofrecen.
4. Enseñar a los hijos a practicar la Fortaleza y a no quejarse más de la cuenta, para que cuando aparezca un dolor o pequeñas enfermedades, no se impacienten porque no desaparecen inmediatamente.
5. Enseñar a los hijos a que sepan luchar, para vencer los defectos de su carácter y a aguantar el mal genio, aunque tengan razón.
6. Enseñar a los hijos a que tengan la Fortaleza de tomar un poco más, de lo que menos les gusta y un poco menos, de lo que más les apetece.
7. Enseñar a los hijos a tener la Fortaleza, de aceptar las contrariedades que se les presenten.
8. Enseñar a los hijos a tener la Fortaleza de ser constantes en la calidad del trabajo y del estudio, y a alejarse de la práctica de la ―ley del menor esfuerzo.
9. Los padres, no quejarse ante sus hijos, ni ante amigos, de los trabajos, molestias y demás inconvenientes, que acarrean los hijos.
10. Ensenar a los hijos a realizar actividades deportivas o sociales, que les supongan sacrificios, constancia y entrega.
11. Enseñar a los hijos a tener la Fortaleza y la reciedumbre, para aprender a ceder y a aceptar, las limitaciones de edad, de escasez, de incomodidad, económicas, sociales, etc.
Uno de los grandes defectos del mundo actual, es la debilidad de voluntad. Las personas parecen que están vacunadas contra todo tipo de esfuerzos. El placer, la comodidad, los caprichos, la superficialidad, el desorden, son la preferencia. Todo parece hacernos ver que la fortaleza de la voluntad cada día está más escasa.
La pereza, la flojera, hay que vencerlas con esfuerzo, con entusiasmo, con decisión. El esfuerzo es la medida. No basta soportar las dificultades, hay que acometer con valentía y decisión ante estas contrariedades. El fuerte, el que sabe acometerlas saldrá victorioso.
Las batallas se ganan luchando no contemplando al ejército enemigo. El que quiera ser mejor, se esforzara por serlo. El niño que aspira a una buena calificación, habrá de esforzarse. Los esposos que amen a su hogar, habrán de esforzarse por dar lo mejor. La buena educación de los hijos, requerirá de grandes esfuerzos constantes para que ellos, al cabo de los años, se formen como verdaderas personas, con auténticos principios, valores y virtudes.
La vida se encargó de producir expresiones que enseñan la experiencia. ―Cuando la comodidad y el placer se hagan presentes en tu vida, cuídate si no son producto de tu esfuerzo‖. ―Ten cuidado de los placeres fáciles que te ofrece el mundo, te apartarán de Dios‖. ―Cuídate de ti mismo cuando te lleguen las iras e impaciencias. ¡Véncete a ti mismo! Esfuérzate‖. ―Cuida tu fe, tu amistad con Dios cuando te encuentres frente una tentación. Sé fuerte. Resiste. No te dejes vence.
La virtud de la Fortaleza va mucho más allá, que el decir ―sí o ―no Está relacionada con el hacer o no hacer, con el decir o no decir, con el enfrentarse o seguir la corriente. Las personas fuertes, se enfrentan a las situaciones, ejerciendo la virtud de la Fortaleza. Si tienen la razón y el convencimiento, no temen enfrentarse a los problemas. Virtudes derivadas de la Fortaleza. La práctica de la Fortaleza como virtud ha originado actitudes buenas ante situaciones iguales o similares, que con el devenir del tiempo han concluido en virtudes derivadas.
La Magnanimidad. Es la acción generosa e intrépida que se ejecuta en bien o favor de terceros necesitados. La Paciencia. Es la actitud de serenidad, esperanza y calma con la que se sufre las contradicciones, incomprensiones, padecimientos, desgracias que suceden a lo largo de la existencia.
La Constancia. Es la Perseverancia en la tarea comenzada y en la firmeza de vencer las dificultades, sin caer en la terquedad. Vicios opuestos a la Fortaleza. Contra la Fortaleza, la conducta humana ha mostrado actitudes vergonzantes, pero inexplicablemente repetitivas. En este extremo están la cobardía y timidez que afecta a quienes son indiferentes y no se animan a emprender algo. El desgano y la flojera que cansa y desalienta a cualquiera, ante alguna posibilidad de alcanzar logros y metas. La falta de coraje, que amedrenta a las personas, por el miedo a la opinión de otras.
También por exceso se atenta contra la Fortaleza. La Temeridad, que expone al peligro y a la muerte sin ninguna necesidad. Es más una prueba de soberbia, que de coraje.
La Fortaleza es una virtud singularmente importante en la vida del hombre. De su aprendizaje debido y práctica habitual depende el éxito personal, pero siempre promocionando el bien común en todas sus formas, para convivir, aprender de los demás y ayudar a cada uno a mejorar. En síntesis practicando ―El amar al prójimo, como a uno mismo‖.
El Constructor