Antecedentes. Es una de las virtudes cardinales y el vocablo se asocia a fuerza física y energía de carácter y acción. Estas son interpretaciones sencillas y habituales que no denotan el verdadero significado de la palabra. La fortaleza como virtud, que es el sentido serio de la palabra, tiene relación con la voluntad firme de la moral y la conciencia del individuo para soportar presiones, influencias, e inclusive violencia que intentan hacerle cambiar la recta razón y sus hábitos, valores y principios.
La Fortaleza es una virtud que al igual que la mayoría ha sufrido constantes cambios ante las mutaciones de la realidad de la vida. Pero casi incuestionablemente ha estado relacionada con la firmeza ante las dificultades y adversidades y constancia en la búsqueda del bien, de la verdad, aun sea con el riesgo de perder la vida en el intento.
Las religiones no han ignorado esta virtud. La han relacionado de una u otra manera, con la resistencia ante las tentaciones, soportar las persecuciones, superar las pruebas y el miedo a la muerte. La han asociado con el valor del alma ante la adversidad, pero aclarando que este sentimiento de valor no es violento, sino fuerza para combatir las miserias y debilidades de uno mismo; valentía para no disfrazar las infidelidades propias; también es la audacia que se debe tener para reafirmar y confesar la fe, especialmente cuando el ambiente es contrario. Es el valor para amar y servir a Dios con fidelidad. Sandro Botticelli la idealizo como el cuadro de la izquierda.
En el sentido moral, que es el que está contenido en el accionar del hombre, la Fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades, la firmeza y la constancia en la afirmación o búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos que se anteponen a la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor; incluso a la muerte y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa.
La Fortaleza Personal. Se considera que una persona es fuerte; que vive dentro de ella la virtud de la Fortaleza, cuando en situaciones que puedan atentar contra su propia persona, resiste las influencias perjudiciales, soporta todas las molestias que se le presentan y se entrega con valentía para vencer las dificultades y para acometer empresas grandes.
La virtud de la Fortaleza hace a la voluntad personal, férrea, inflexible ante las dificultades, las tentaciones, los desánimos y problemas, grandes o pequeños de la vida de todos los días. Convierte en valiente al ser humano, para acometer la misión, para emprender la obra, para vencer los obstáculos.
La virtud cardinal de la Fortaleza, permite al hombre a vencer la cobardía, la vergüenza pero apartarse de la temeridad que es la imprudencia, la osadía, el atrevimiento, la audacia irreflexiva, el riesgo innecesario. Da valor al alma, para poder afrontar con coraje y vigor los riesgos, pero moderando los ímpetus para mantenerse en un obrar con la recta razón.
Reafirma la resolución, de resistir las malas tentaciones y superar los obstáculos morales, familiares, sociales y profesionales. Hace capaz de vencer el temor, incluso la muerte y hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida, por defender una causa justa. Lo contrario de Fortaleza es, la debilidad o flaqueza de carácter.
La acción. La virtud de la Fortaleza no solo es decir “sí” o “no”. Necesariamente, para ser coherente, está relacionada con el hacer o no hacer, según corresponda; con el decir o no decir, con el enfrentarse o seguir la corriente. Las personas fuertes, se enfrentan a las situaciones irracionales, ejerciendo la virtud de la Fortaleza. Si tienen la razón y el convencimiento, no temen enfrentarse a los problemas.
Reiterando lo manifestado, una persona que vive la virtud de la Fortaleza, en primer lugar, resiste las influencias perjudiciales, soporta todas las molestias que encuentra. Esta es la primera faceta de la virtud: resistir las dificultades, soportar las molestias.
Sucede muy a menudo encontrar personas que no son capaces de soportar ni la más pequeña molestia. También hay quienes no resistan las influencias que les hacen daño. Por qué existen estas personas que carecen, en mayor o menor grado, la virtud que ahora tratamos?. Simplemente, porque no han cultivado en sus personas desde el inicio, la Fortaleza de espíritu. Su voluntad, debilitada, cae fácilmente ante las dificultades, por más pequeñas que éstas sean. Quien no está acostumbrado al esfuerzo, difícilmente podrá resistir las dificultades de la vida.
La Fortaleza se construye. La virtud de la Fortaleza que proporciona capacidad de aguante, no es un atributo que naturalmente tiene el ser humano. Hay que formarla cotidianamente, desde pequeños y por siempre en la vida. El inicio es en cualquier momento, inclusive hoy, dominándose en pequeñas cosas que exijan esfuerzo: Levantarse inmediatamente; arreglar bien las cosas, privarse de algún gusto o capricho, ser paciente con la familia; arreglar y ordenar las cosas, etc. En fin, hay un sinnúmero de acciones que construyen constantemente la virtud de la Fortaleza, como el albañil que, ladrillo sobre ladrillo, edifica una nueva casa.
Como se afirmo en las anteriores virtudes, el hábito repetido continúa en conducta habitual, sigue en valores y principios y concluye en virtudes.
Fatigas, esfuerzos y constancia darán como fruto la vivencia de la virtud. Recordemos que la persona que quiere ser madura y cumplir con su fin natural de crecer como tal, necesariamente a de ser dueña de sí misma, de sus decisiones, de sus inclinaciones e instintos. Lo contrario es como el niño que busca siempre cumplir sus caprichos, porque todavía carece de la virtud de la Fortaleza.
En el adulto la escasa madurez se expresa en que puede ser esclavo de sus flojeras, enojos, iras, malos humores, caprichos, malos tratos. Si no posee fortaleza personal que resista estos defectos, nunca llegará a ser verdaderamente adulto. Resistencia es Fortaleza. Resistir, es el gran reto del hombre ante todas las dificultades. Las internas, que le nacen desde adentro por el egoísmo, por amarse en exceso a sí mismo, por la soberbia. Las externas, que la vida le presenta todos los días: encontrar el sustento, conservar lo que se tiene, responsabilidad, estudiar, mejorar…
La mejor formación de los hijos busca que triunfen en la vida, que resistan las molestias y dificultades de sus propias existencias, que mejoren diariamente su formación en la virtud de la Fortaleza, en su primera expresión que es: RESISTIR.
La Resistencia es una práctica que forma el carácter y la actitud del ser humano. Es conocida la historia de los habitantes de un país involucrado en la guerra y estaba ocupado por el ejército enemigo. El abuso, la humillación, la muerte, las violencias y violaciones eran los actos cotidianos que sufría la sociedad por parte de sus ocupantes. Sin embargo, las paredes de las ciudades amanecían con inscripciones y grafitis instando a no quejarse, a no debilitarse, a RESISTIR a los invasores y su influencia negativa. Hoy sus habitantes, recuerdan esa actitud de sus antepasados, como la fe en sí mismos que les renovó su autoestima ante la adversidad de una guerra perdida, la fortaleza en la vida y el futuro del país, que ahora es uno de los primeros del mundo.
La fortaleza no se limita a soportar las molestias que se presentan; sino también a entregarse con valentía para vencer desafíos, dificultades y acometer acciones y nuevas empresas. La pereza, la flojera, son vicios que deben ser vencidos con esfuerzo, con entusiasmo, con decisión. El mejorar como persona o en el hogar y familia sin duda que cuesta esfuerzo. Únicamente el fuerte ha de ser capaz de lograrlo. El esfuerzo es su medida. Por lo tanto, no basta soportar las dificultades, hay que acometer con valentía y decisión estas contrariedades. Necesitará de mucha fuerza y constancia para llegar a un puerto seguro.
Para formarse en la Fortaleza, es necesario esforzarse valientemente. Para lograr que la familia sea auténtica, no basta resistir las dificultades, hay que enfrentarse a ellas, ponerse a trabajar para que cada día el hogar mejore. Las grandes batallas se vencen luchando. Quien se siente a contemplar al ejército enemigo, jamás podrá vencerlo. El que quiera ser mejor, tendrá que esforzarse por serlo. El niño que quiere sacar un diez, habrá de esforzarse. El marido que ame a su esposa, habrá de esforzarse por darle a ella lo mejor. La esposa que ame a su marido buscará, de igual forma, todo aquello que lo haga feliz. El que quiera educar a sus hijos, requerirá de grandes esfuerzos constantes para que ellos, al cabo de los años, se formen como verdaderas personas de bien.
El Constructor