Queridos Hermanos en este día tan importante, me dirijo a ustedes.
Parece muy lógico y de fácil conclusión, resolver una cuestión aparentemente obvia, ¿Cómo es o debe ser un papá masón? Tal vez, pensamos que el hecho de conocer los principios de la orden, nos permita copiar esos principios y pegar en el seno de nuestras familias y obtener una magnifica formula de ser un Papá Masón… en fin, al realizar este trabajo se concluye junto a otros hermanos que, no es tan fácil, ni tan obvio.
El papá masón tiene una responsabilidad multiplicada. Todos tienen sobre él la misma expectativa que se tiene sobre un papá: que sea el soporte de sus hijos, la enseñanza sea en base del bien y la verdad, que sea justo, amoroso, y exija a sus hijos con el ejemplo. Sus valores sean multiplicados, porque ahora es un referente de lo que se debe ser conforme a los principios y moral masónicos.
Sin embargo, ya todos hemos visto un poco de cada uno de nosotros, y no me refiero a la luz, sino a nuestro templo interior, tan oscuro y tan lúgubre, que solo echamos un pequeño vistazo, esa oscuridad, es donde debería existir un gran estante que, en un determinado orden divino, se encuentren aquellos valores y principios de los que tanto hablamos y exigimos del prójimo y de los cuales tanto se nos exige. Ciertamente me da espanto pensar que ese estante no existe en mi templo interior y por tanto tampoco están esos principios donde deberían estar. Quizás estemos tentados a decir que el errar y el acertar es parte del proceso de la perfección, que los mosaicos blancos y negros, que la dualidad, que el libre albedrío, etc., pues bien creo que es correcto pensar en ese camino, pero considero que el pensamiento como parte de una ecuación, no está completo aún. Tenemos una responsabilidad mayor que va más allá del templo exterior, va más allá de la sociedad en la cual nos desenvolvemos, va al origen de todo aquello que criticamos, me refiero a los hijos y a la familia en sí misma.
Como hombres llenos de errores nos sentimos cómodos con la idea del libre albedrío, pero como nos sentimos como padres, será correcto hablarles de dualidad y no forjar en ellos solidos valores y principios como cimiento de una gran estructura que soporte el paso del
tiempo, de generaciones e incluso soporte errores y tribulaciones; valores y principios que sean como una gran fuerza energética que los atraiga nuevamente a su seno y origen y esa es la diferencia…mientras pensamos en nosotros resolvemos de una forma, pero si pensamos como padres resolvemos de forma distinta e incluso más elevada, no queremos que nuestros hijos cometan ciertos errores que nosotros si cometimos y esa es la parte de la ecuación que debe estar presente al momento de hablar de la dualidad o del libre albedrío.
No creo que la masonería se trate de un grupo de personas egoístas y despiadadas, que sólo piensan en adquirir sabiduría a toda costa sin importar las consecuencias o las necesidades de otros. Todo lo contrario, masonería es entender que es mejor dar que recibir, que la sabiduría radica en poner en balance las necesidades de otros y las propias, sin descuidar ninguna de las dos.
La familia es la primera instancia a la cual nos debemos, y que hay que beneficiar con el comportamiento y los principios masónicos. La mejor forma de poder cumplir con las obligaciones familiares es teniendo un aliado que nos «cubra las espaldas» dentro de la familia. Ese compañero de batalla que está con nosotros, de sol a sol se llama esposa. Ella nos da el apoyo necesario para poder aventurarnos a nuevos horizontes.
En la elaboración de esta plancha, que no tiene referente alguno o al menos no pudimos tomar ejemplos, encontramos una carta escrita de una masón a su hijo, la cual me permito transcribir para el deleite de todos mis QQ:.HH:.
Busca esas personas que a menudo, o me llaman o me visitan, y con quienes comparto unas horas cada semana, cuando me ves llegar un poco más tarde a casa. Sí, busca a esos hombres a quienes la sociedad identifica como “los masones” y que yo llamo, orgullosamente: “mis hermanos”.
Tanto los has visto y escuchado, que seguramente ya los conoces a todos. La mayoría son jóvenes; algunos, hombres ya maduros; y otros más, lucen sus testas coronadas por el blanco de las canas, como algunas montañas muestran sus cimas, cubiertas por el blanco de las nieves.
Pero todos me permitieron beber en la fuente de su sabiduría. Todos por igual me abrieron en su pecho como se abre un cesto para recibir las confidencias, los goces, las penas; los proyectos y las ilusiones del amigo mejor.
Sí, acércate a ellos no importa cuán largo sea el camino que tengas que recorrer, ni cuantos los obstáculos que hayas de vencer.
Decídete a buscarlos y el Supremo Hacedor te mostrará el sendero.
Y cuando conozcas que hacen, como piensan y que pretenden; (siempre que tu espíritu quede satisfecho y halladas todas tus inquietudes) únete a ellos y síguelos. Pero si, después de analizar sus principios continúan sin respuesta todas tus dudas, entonces hijo mío, sepárate de su camino con decencia de bien nacido.
Si para entonces aún vivo, aplaudiré tu decisión cualquiera que haya sido. La aceptaré, porque habrás estudiado antes de definir y porque analizaste para poder escoger, es decir, que habrás decidido por ti mismo, después de razonar.
Y si ya no vivo, hijo mío, pediré al Gran Arquitecto del Universo que adorne tu vida con los atributos que siempre busque para ti y que Masón o no; el mundo te reconozca como un hombre honesto, virtuoso, justo, respetuoso, opuesto a todo género de opresión y con un profundo amor a la humanidad.
Imaginemos esto, existe un ser tan grande que supera la comprensión humana y que en ese afán de entender, lo llamaron de diferentes nombres, para nosotros los masones es el G:.A:.D:.U:. quien creo al ser humano y en esta creación previó la responsabilidad del cuidado de uno sobre otros, es decir del padre hacia sus hijos, como si de un guardián se tratase, entonces sigo imaginando y concluyo; ¿Como guardián, estoy cumpliendo tamaña bendición?
Feliz día del Padre!!!
He cumplido V.∙. M.∙.
A.∙. M.∙. Sergio David Valdivieso Guardia