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UN AÑO DESPUES

Parece mentira o un argumento de película pero lo cierto es que ya atravesamos el año del ataque de esta brutal enfermedad denominada COVID 19, que ha logrado paralizar el normal desenvolvimiento de casi todos los habitantes del planeta Tierra, unos más afectados que otros, desde aquellos que lo consideran simple mentira política, hasta aquellos que aun sufren las consecuencias posteriores de la enfermedad o siguen sin comprender la repentina partida de un ser querido.

Si apelamos a las estadísticas de la que tanto disfrutan los medios de comunicación masivos, podemos afirmar que en esta enfermedad se han contabilizado hasta el primer trimestre del 2021 un total de 118 millones de personas infectadas y casi tres millones de fallecidos. Cifras que parecen pequeñas en relación al número de habitantes del planeta, 7,500 millones (cifra estimada), pero que puestos en los zapatos de las familias afectadas significa un gran drama social. En Bolivia se habla de un total de 259,000 casos de personas infectadas y 12,000 fallecidos, obviamente tomando en cuenta que las estadísticas no son el fuerte de este país y que su amplia extensión y falta de cobertura médica e informativa en áreas rurales, hacen que estas cifras sirvan apenas como referencia.

¿Cuál es la explicación científica de lo que pasó? Y aun continuamos viviendo?

Dicen los expertos que la enfermedad denominada COVID 19 ha transitado por varias etapas en su desarrollo y afectación a la humanidad, pudiéndose destacar las siguientes:

  • Comenzó como una EPIDEMIA que se define como la expansión de una enfermedad a un número mayor de personas en una localidad, hecho que habría iniciado a finales del año 2019-
  • Posteriormente se convirtió en una PANDEMIA, que significa la extensión de esta enfermedad de un continente a otro, originando y causando también contagios locales que explosionaron a inicios del año 2020.
  • Ahora se habla de una ENDEMIA, conocida como una enfermedad que llegó para quedarse, que ya no va a irse y para lo cual se debe estar preparado para convivir con ella. En resumen el principio de una realidad diferente, de la cual no se podrá retornar a las costumbres y estilos de vida de antes.
  • Para el futuro mediato y en algunos casos inmediato, los científicos y especialistas hablan de una SINDEMIA, que se da cuando dos enfermedades actúan al mismo tiempo originando un daño mayor a la simple suma de las dos enfermedades. Se debe aclarar que en la sindemia interactúan valores económicos y sociales que afectan a la sociedad en forma individual y en su conjunto. En otras palabras y aunque parezca agorero y poco optimista, la sola cura médica no será suficiente pues no resuelve el problema en su conjunto y sus consecuencias rebasarán las previsiones actuales, pues la vacuna (entre las cinco actuales) no será suficiente.

¿Cuál la realidad social del ser humano?

Desde marzo del año 2020, HACE UN AÑO ATRÁS, el grueso de la humanidad vivimos largos meses de encierro físico, carencias materiales, tensión nerviosa, miedo, y en algunos casos dolor por haber perdido el empleo, sido afectados por la enfermedad o por haber visto padecer a alguien cercano de ella y demostrar nuestra total incapacidad de hacer algo por cambiar tan absurda realidad, cual es la de la muerte. Si bien en un comienzo fueron más las personas mayores y las afectadas por enfermedades graves previas o de base como dicen los médicos, quienes sufrieron este repentino y mortal ataque, poco a poco el espectro se amplió hasta llegar a personas no tan mayores ni con enfermedades graves previas, de diversa condición económica, con acceso a pronto auxilio, hasta llegar a niños cuya fragilidad causó mayor dolor, impotencia y pesar.

Este encierro o cuarentena médica, ha impactado en el ser humano de diferentes maneras. Desde aquellos que aprendieron a reconocer y valorar lo que se daba por hecho, como la amistad, la solidaridad y la familia, hasta el otro extremo de las personas afectadas en su psiquis interior por el aislamiento impuesto, originando serias perturbaciones mentales, espirituales, sentimentales y hasta físicas.

Cuando se detectó el primer caso en China en diciembre del 2019, los efectos del virus Sars-Cov 2 eran totalmente desconocidos para pacientes, médicos, científicos y gobiernos, pero en los últimos doce meses la ciencia ha recopilado una enorme evidencia sobre el nuevo corona virus, la forma en la que se transmite y reproduce en el organismo, hasta la manera más efectiva para evitarlo y tratarlo, aunque no lamentablemente erradicarlo, por lo menos hasta el momento.

También sabemos que este patógeno y la enfermedad que causa continúan evolucionando y hay otras muchas cosas que aún se desconocen sobre el corona virus y el COVID 19 en particular.

¿Qué es lo que no sabemos aún?

Pese a los grandes avances científicos y tecnológicos en casi todas las áreas del conocimiento humano, lo cierto es que aun no sabemos los efectos a largo plazo de la enfermedad, pues en algunos pacientes no se detecta ningún síntoma de inicio y a veces a mediano plazo; en cambio en otros y en forma inmediata, problemas respiratorios, fatiga prolongada, dolor de cabeza y articulaciones y pérdida de olfato y gusto.

Por otra parte la comunidad científica tampoco puede precisar cómo evolucionará el virus, pues cada vez que el corona virus se transmite de una persona a otra, realiza pequeños cambios en su código genético y aunque se han descubierto ya algunos patrones de mutación, ésta parece ser indefinida y prolongada en el tiempo.

Los pacientes recuperados y que fueron  afectados con elevados niveles de gravedad, aun no pueden cantar victoria, pues los efectos del daño causado siguen apareciendo tanto en el campo físico de su organismo, pero fundamentalmente en el aspecto sensitivo de su resilencia y expectativa de futuro.

La otra pregunta que fatiga a los gobiernos y líderes mundiales, así como a los científicos es ¿cuál y como podría ser la próxima pandemia que asole nuestro planeta? Todos sabemos que la mayoría de las enfermedades que preocupan a los expertos se ocasionan en animales, de hecho se afirma que el 75 % de las enfermedades emergentes son zoonóticas y que se están volviendo más riesgosas para los humanos a causa de nuestras propias acciones, ya que nuestro efecto sobre el clima, la invasión de los hábitats de la vida silvestre y la facilidad de locomoción y viajes globales e intercontinentales han ayudado a difundir estas enfermedades transmitidas por animales.

¿Ha logrado alguna mejora la pandemia?

Parece irónica y hasta sarcástica la pregunta de si algo bueno puede traer una enfermedad mortal y de alcance global, pero lo cierto es que de acuerdo a los científicos y especialistas del tema se ha disminuido en algo los niveles de contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero, como consecuencia lógica de los confinamientos globales que evitaron el funcionamiento de muchas industrias, la quema de combustibles fósiles y la casi paralización de viajes y movimiento urbano. Se habla estadísticamente de una disminución de hasta un 6% del CO2 a lo largo del año 2020, así como un mejor aprovechamiento de los recursos alimenticios que fueron estratégicamente guardados evitando su desperdicio por temor a una mayor escasez. Seremos capaces de conservar y ampliar estos números???

¿Cuál debiera ser nuestra actitud al futuro?

Pregunta también de difícil respuesta pues dependerá de la actitud que asumamos cada uno de los humanos en forma individual y del comportamiento colectivo que como sociedad nos conduzca a la toma de decisiones trascendentales para nuestro futuro y el de las próximas generaciones.

Es obvio que el distanciamiento físico obligado, el uso del barbijo, mayor higiene individual y confinamientos limitados han causado profunda mella en nuestras personalidades. No en todos ni en la misma medida, pero ha impactado en la manera de pensar y actuar en el presente y en el futuro. Desde aquellos que por miedo se confinaron en un encierro absoluto y evitaron todo contacto humano con el exterior, hasta aquellos rebeldes a las normas de convivencia social que continuaron con sus reuniones grupales, marchas, protestas, elecciones políticas, fiestas, descontrol, exceso de bebidas y total falencia de cuidados de higiene personal.

Otros muchos fueron afectados en su manera y formas de subsistencia, desde aquellos que aceleradamente tuvieron que adaptarse a la tecnología para desarrollar clases y trabajos desde los domicilios; hasta el otro extremo de quienes por falta de mayor nivel cultural, educativo y económico, simplemente siguieron con sus vidas de comerciantes callejeros desafiando al destino o protegiéndose de alguna manera improvisada.

A futuro el mundo y la sociedad no serán lo mismo y la realidad será totalmente diferente a los hábitos y normas de vida y comportamiento previos a febrero del 2020.

Cada vez somos más conscientes que el poder absoluto de transformación de la vida y el mundo a través de la ciencia y la tecnología se han puesto en duda, a través de un virus que ha puesto en tela de juicio y riesgo la enorme vulnerabilidad de los humanos.

Ha cambiado radicalmente el concepto de espacio-tiempo. De un mundo que se había achicado y que podía recorrerse de extremo a extremo en cada vez menos tiempo, hoy se ha vuelto a agrandar por el confinamiento, sin saber a ciencia cierta HASTA CUÁNDO??. También ha cambiado el factor tiempo, pues de un escenario de constante y dinámico cambio de lugar (casa, calle, oficina, viajes, escuela, etc.) se ha constreñido a uno solo (el hogar). La sociedad desarrollada está saliendo de los centros urbanos para refugiarse en los suburbios en búsqueda de mayor contacto con la naturaleza y escapando de las modernas cárceles de los conglomerados sociales apiñados en un bloque de cemento llamado edificio. Las grandes empresas están cuestionando seriamente la necesidad de los edificios corporativos, de la cantidad de reuniones de equipos de trabajo en un solo lugar, de la celebración de congresos y seminarios presenciales, del pago de alquileres o mantenimiento por enormes espacios para trabajo y diversión, de los largos recorridos en viajes diarios de la casa a la oficina y viceversa; y todo para reemplazarlo por la nueva idea del trabajo en línea, con el peligro latente de ser reemplazados prontamente por máquinas tecnológicamente capacitadas para ejercer las funciones rutinarias de manera más eficiente, rápida y económica.

Habrá pues que hablar en el futuro de dos tipos de mundo para el ser humano:

Uno externo denominado el de la VIRTUALIDAD, con mayor fragmentación y uso de la nueva tecnología a través de pantallas, con hábitos de consumo totalmente diferentes y donde la automatización y la preocupación por el medio ambiente y el cambio climático ocupen el primer plano en la agenda mundial. El otro, interno o ESPIRITUAL, propio de cada ser, independiente de la religión y costumbres culturales donde la depresión y la ansiedad sean cambiados por la paz interior, en la que la felicidad no es lo que nos pasa, sino cómo interpretamos lo que nos pasa.

El hecho de estar en las puertas de un cambio de paradigmas sociales y personales, debe orientarnos a cambiar el miedo y la angustia de la ansiedad, por la ilusión de un nuevo mundo, un futuro diferente, al que costará adaptarse y al que quizás no todos lleguemos a conseguirlo, pero con verdadero crecimiento interior los que alcancen a vivirlo.

Debemos pues no perder la oportunidad de vivir nuevamente en familia, disfrutar de una cena-conversación-intercambio familiar; ser mas resilentes y adaptables al nuevo formato de vida y confiar en que algo mejor va a suceder.

Este alto en el camino era necesario y urgente y antes de llegar a la curva cerrada de la depresión y la angustia total, apareció el letrero de advertencia a través de un virus. El futuro es aun ignoto y desconocido, debemos intentar poner en marcha mecanismos de reconstrucción de la esperanza, de la ilusión, de la solidaridad, de amar lo que tenemos y a quienes tenemos. En lugar de encerrarnos en nuestra caverna interior, abramos las puertas al amor y la comprensión; imaginemos un mundo mejor que nuestra capacidad de renacimiento y renovación sean el camino a la nueva realidad, porque definitivamente ya no volveremos a la realidad anterior al 2020.

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