Por la fuerza gravitatoria del Sol sobre la Tierra y la rotación de ésta sobre su propio eje, cada 21 al 22 de junio y del 21 al 22 de diciembre se produce un fenómeno astronómico denominado solsticio, o afelio y reperihelio, respectivamente, donde un hemisferio de la tierra se distancia al máximo del sol en su movimiento orbital y paralelamente en la misma milésima de tiempo, el otro hemisferio se aproxima, éste acontecimiento es celebrado en todas las organizaciones religiosas , místicas y metafísicas como un acontecimiento trascendental de influencia en la vida terrenal, reflejada en el orden esencialmente natural y espiritual donde adquiere importancia que trasunta más allá de lo descubierto por la astronomía, alcanza niveles desconocidos por la psiquis humana.
Sería suficiente satisfacerse con el conocimiento que nos ha permitido la ciencia al respecto del comportamiento del sol, aun indescifrado, con respecto al movimiento orbital de la tierra, la observación y el misterio de la creación nos traslada al cosmos infinito que aún sigue en desarrollo sin límite imaginado.
Estudiar el solsticio como un fenómeno aislado del cosmos , seria ignorar que la tierra es factor importante en el efecto magnético y radiación que ejerce en el cosmos cuando las vibraciones deben alcanzar niveles que desconocemos, pero que presentimos su influencia por el efecto mariposa en todo lo vivo que el ser humano ha llegado a conocer, que no solamente se refiere a lo perceptible en la tierra o astros cercanos; también a los millones de sistemas galácticos que existen y se van creando en el cosmos misterioso. De ahí la importancia que adquiere el solsticio en masonería y que es necesaria comprenderla en magnitud más allá de la simple especulación orbital.
El solsticio de invierno puede ser considerada la de mayor importancia y emblemática por su características propias, de descanso, sueño o aparente cansancio vital, si embargo es el refortalecimiento de toma de reforzada vitalidad, que al través de milenios de similares acontecimientos va perfeccionando su accionar sobre el globo terráqueo con posibilidades de influencia incógnitas para el ser humano que solo permanecen en el misterio.
Toda su influencia reflejada en la naturaleza sobre la tierra, ha sido comprendida superficialmente, pues en el otro hemisferio se experimenta la vida y el goce en su plenitud. Toda la naturaleza parece disfrutar de su opulencia y el ser humano disfruta de todos los dones naturales, como no debía ser de otra manera, ya que la naturaleza misma se refleja en su plenitud para demostrarnos que la vida en la tierra es opulenta pero al mismo tiempo guarda misterios subjetivos que el ser humano, hasta hoy, ha dejado pasar sin percatarse.
El solsticio de invierno determina un factor de suma importancia en la psiquis humana debido a una vibración que solo éste ser puede interpretarla si se considera que esencialmente es un ser espiritual, por lo que las energías, vibraciones y radiaciones son recibidas en nomenclatura distinta al de la naturaleza simple.
Cuando en un hemisferio la tierra inicia su descanso, inmediatamente acontece un proceso de movimiento magnético – energético con mayor énfasis y energía, para restablecer y reponer las debilidades que hubieren acontecido desde el último solsticio. Este factor también influye y muy claramente en el comportamiento y desarrollo del ser humano durante la estación de invierno, parece existir un decaimiento en su accionar mirando el futuro con cierto escepticismo y con decaimiento, es porque no ha comprendido el verdadero reflejo del accionar del invierno desde el solsticio.
Interpretar la recuperación de energías desde las sensaciones espirituales lleva a concebir nuevos conceptos de vida donde solo el ser humano es el protagonista en todas y cada una de las repercusiones, imbuirse de manera permanente de energía positiva, donde el ser humano es recreador dotado para interpretar estas expresiones cosmológicas de la naturaleza extrema, para dejar de existir y encontrar la existencia verdadera que ha encomendado el creador, para la eterna paz del ser pensante espiritual.