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RESILENCIA

Pienso luego existo…

RESILENCIA 

AUTOR:SAFO 

Extraña palabra que ha cobrado mucha trascendencia en la mayoría de los artículos periodísticos sin que la gran mayoría comprenda cabalmente cuál el significado real de la misma y cuándo y cómo debe utilizarse. Para ello consultemos nuestros “mataburros” para encontrar que: Resiliencia viene del término latín resilio, «volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar». El término se adaptó al uso en psicología y otras ciencias sociales para referirse a las personas que a pesar de sufrir situaciones estresantes no son afectadas psicológicamente por ellas. 

La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas. Sin embargo, el concepto ha experimentado cambios importantes desde la década de los 60. En un principio, se interpretó como una condición innata, luego se enfocó en los factores no solo individuales, sino también familiares, comunitarios y, actualmente, culturales. 

Los investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia como un proceso comunitario y cultural, que responde a tres modelos que la explican: un modelo «compensatorio», otro «de protección» y por último uno «de desafío». Asimismo, la resiliencia es la capacidad de tener éxito de modo aceptable para la sociedad, a pesar de un estrés o de una adversidad que implica normalmente un grave riesgo de resultados negativos. También se define como un proceso de competitividad donde la persona debe adaptarse positivamente a las situaciones adversas, aunque éstas sean difíciles de superar desde un inicio. 

Otra definición nos señala lo siguiente: La palabra resiliencia, en cuanto a la física y la química, designa la capacidad del acero para recuperar su forma inicial a pesar de los golpes que pueda recibir y a pesar de los esfuerzos que puedan hacerse para deformarlo. La palabra proviene del latín saliere, que se traduce como “saltar hacia atrás, rebotar, ser repelido o surgir”, antecedido por el prefijo “re”, que indica repetición o reanudación. 

Hace mucho tiempo un anciano General se dirigió a defender a su pueblo con su pequeño ejército frente a un inversor mucho más numeroso. Sus soldados, de inicio, estaban desmoralizados frente a tan adversas circunstancias. 

Cerca del lugar de la batalla había un Templo del que se decía que tenía la capacidad de vaticinar el futuro y conceder favores: las personas acudían allí para orar y meditar. Cuando se salía del santuario era costumbre lanzar una moneda al aire: si salía cara, se cumplían los pedidos que se habían pedido. El anciano general fue al templo y rogó ayuda a Dios para que fuese favorable a su ejército a pesar de ser menos numeroso. Al salir del templo, lanzó la moneda delante de sus soldados y salió cara. Sus guerreros envalentonados, se dirigieron rápidamente a la batalla y contra todo pronóstico previo, la ganaron. 

Cuando la lucha se acabó, un lugarteniente del anciano general le dijo: “estamos en manos del destino, nada podemos hacer contra aquello que decide Dios”, A lo que el general le contestó: “Cuánta razón tienes, amigo mío”, y le enseñó la moneda: Ambos lados eran cara. 

Este sencillo ejemplo nos demuestra que la autoestima y la confianza, son siempre más importantes que la sola “suerte o destino”. La resiliencia es pues andar por la vida con una moneda de dos caras y, a menudo, el destino está en nuestras manos. El futuro se debe construir y nosotros tenemos mucho que decir y hacer al respecto para hacer realidad aquello que deseamos y es necesario creer que nuestro futuro no es un regalo y por el contrario es algo que debe construirse. 

El aprender a conocerse y aceptar los cambios que a cada instante se dán en nuestras vidas, con flexibilidad, adaptación e inteligencia, pueden ayudarnos a sortear las más difíciles pruebas que la vida nos presente. Debemos entender la flexibilidad como la capacidad de saber adaptarnos a lo difícil pero sin perder de vista nuestros objetivos trazados de antemano, entendiendo y aceptando que hay metas que demoran un poco más en conquistarse que otras, y bajo ninguna circunstancia se debe entender flexibilidad como el ceder o renunciar a nuestros propósitos y objetivos de vida. 

Por otra parte el conocer exactamente que se pretende lograr en la vida debe ser fruto de nuestra inteligencia y formación, donde haciendo buen uso de una previa etapa de asimilación de conocimientos, saberes y experiencias propias y ajenas, conformemos un plan de vida, con metas, objetivos y niveles de a donde se pretende llegar, en todos los planos de vida: social, económico, material, intelectual, familiar y por sobre todo conciencial que nos permita a mediano y largo plazo, estar satisfechos con los resultados obtenidos o en su defecto, tener la resiliencia de continuar en la lucha con paciencia y perseverancia, tomando siempre en cuenta que vivir vale la pena y que nadie nos dijo que eso fuera fácil. 

Algunos dirán que la mano de Dios, la suerte o la fortuna, están presentes en todas las acciones del ser humano, pero no debemos olvidar que éste tiene la capacidad de ser guionista y protagonista de sus propias historias, o sea el hombre es el material, el obrero y el diseñador de su propia obra artística final. 

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