Queridos Hermanos: Me corresponde señalar antes que nada que lo expuesto a continuación es una visión personal, totalmente católica que es la fe que confeso y profeso. Les ruego la tolerancia correspondiente,
INTRODUCCIÓN
Et exspecto resurreccionem mortuorum et venturi saeculi (esperola resurreción de los muertos y el mundo venidero). Así termina el Credo Católico en latín y era de uso común antes que el Papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II en el “agiornamento” (puesta al día) de las liturgias católicas introdujera la letra vernácula.
El credo es el símbolo de fe que en forma de oración representa las creencias de la comunidad católica y afirma la naturaleza de Dios. A lo largo de los siglos el credo ha tenido varias versiones, pero hay dos que son aceptadas por la mayoría de las iglesias cristianas.
El credo de los Apóstoles, se conoce como la versión corta por ser declarativa, y está basado en la síntesis de enseñanzas de la fe transmitida por los apóstoles. El credo Niceno Constantinopolitano, es el que surgió de los concilios ecuménicos de Nicea y Constantinopla con un contenido más extenso y profundo.
El Credo de los Apóstoles (en su versión castellana) terminaba señalando “Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna” y el credo Niceno Constantinopolitano concluye señalando “Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.”
El Credo de los Apóstoles también indica que Cristo “fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos”. El credo Niceno Constantinopolitano omite el “descenso a los infiernos” y tan sólo resalta que Cristo padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día. La versión latina indica “passus et sepúltus est. Et resurréxit tértia die, secúndum scripturas. Et ascédit in caelum” (padeció y fue sepultado y resucito al tercer día según las escrituras y subió a los cielos).
En algunas religiones se considera la reencarnación como el renacimiento del espíritu después de la muerte, especialmente en otro cuerpo humano. Sin embargo, en otras religiones la resurrección es la vuelta a la vida de alguien que ha muerto.
La enseñanza bíblica de la resurrección no se basa en la idea de que el alma es inmortal. En la resurrección, gracias al poder de Dios, se devolverá la vida a personas que han muerto (Mateo 22:23, 29; Hechos 24:15). Y además, la resurrección ofrece una magnífica esperanza: volver a vivir en una “nueva tierra” donde ya no habrá muerte (2 Pedro 3:13; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4).
DESARROLLO
Se suele considerar que sólo la fe cristiana cree en la resurrección (Lázaro y el propio Cristo) mientras otras creencias dan crédito a la reencarnación.
Resaltemos que para la “subida a los cielos”, la versión latina utiliza el verbo “ascenderé” que significa subir por propios medios; de ahí nace el vocablo castellano “Ascensión” muy diferente a “Asunción” que proviene del latín “asundere” que representa la subida por medios ajenos. Ahí la diferencia entre la Ascensión de Cristo y la Asunción de María.
La creencia en la reencarnación es absolutamente incompatible con la fe en la resurrección, pues predica la desvinculación entre el espíritu y la materia. Muchos cristianos la admiten porque desconocen su propia fe, y esto ha llevado a mucha confusión respecto al tema.
1. La reencarnación es un concepto procedente de la espiritualidad oriental, y afirma que el espíritu debe desvincularse del cuerpo material en el que reside.
Aunque hay muchas variantes sobre la creencia en la reencarnación, podemos definirla como la “doctrina según la cual el alma del hombre pasa a través de varios cuerpos hasta que se libera de todo vínculo con la materia”. La reencarnación es una creencia de origen oriental, difundida en los ambientes de la Nueva Era con algunos retoques de occidentalización que la han puesto de moda, incluso entre cristianos que se han apartado de su propia fe. Esta concepción parte del presupuesto de que las almas, después de la muerte, se reencarnan en otro cuerpo, y vuelven a esta vida para pagar por obras que hicieron en el pasado (hinduismo) o para perfeccionarse vida tras vida (espiritismo).
La versión que se difunde más en occidente, gracias a la literatura espiritista y gnóstica, es mucho más seductora, porque deja de lado los aspectos más duros y negativos (castigo en próximas vidas), para centrarse en un plan egocéntrico de autorrealización, madurez espiritual, evolución, y acumulación de experiencias. Y en las versiones más psicologistas (S. Grof, T. Dethlefsen, B. Weiss) se explicarían fácilmente todos los males de la vida como consecuencias de problemas en vidas anteriores.
2. Esta creencia es totalmente incompatible con la fe en la resurrección.
La fe judía y cristiana revela al ser humano como un ser único e irrepetible, atestigua la resurrección y revela que las personas cuando mueren van al encuentro del Señor. Nadie se reencarna en otro cuerpo, ni tampoco queda vagando como un espíritu por el mundo -o en otros planetas-, como creen los espiritistas.
Para la fe cristiana, el ser humano tiene una identidad única en cuerpo y alma, y no hay karma, ya que existe el perdón de un Dios que salva. Jesús mismo le dice al ladrón en la cruz: “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” por lo que encontramos un ladrón sin karmas y reencarnaciones que llega al cielo definitivo.
Para una antropología cristiana, la reencarnación banaliza la muerte, el cuerpo y la propia identidad, convirtiendo a éstas en meras realidades accidentales.
La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Está establecido a los hombres que mueran una sola vez (Heb 9,27). No hay “reencarnación” después de la muerte”.
3. Esta es la única vida terrena decisiva y el destino del hombre se decide irrevocablemente en esta vida.
La creencia en la reencarnación niega la necesidad de salvación, ya que cada uno se salvaría a sí mismo en un camino de superación individual de causa-efecto. En cambio, en la fe cristiana creemos que somos salvados gratuitamente por Dios, que Jesucristo cargó con nuestros pecados y nos regala su perdón y la vida eterna.
Para la fe cristiana, queda excluida toda concepción cíclica del mundo, pues el hombre tiene una historia única delante de Dios, porque Dios le ha creado y querido como ser único e irrepetible. La manifestación gloriosa de Jesucristo al final de los tiempos es el punto final de la historia, no hay para nuestra fe un ciclo interminable de historias.
4. Ni la reencarnación es tan antigua como dicen, ni está en la mayoría de las religiones, ni tiene fundamento científico, y menos tiene algo que ver con la Biblia.
Existen muchas falsas ideas extendidas en torno a la posible compatibilidad entre la doctrina cristiana y la reencarnación. Algunos dicen que la Iglesia Católica borró algunas citas de la Biblia que hablaban de la reencarnación, especialmente en el Concilio de Nicea. Eso es falso, porque nunca en la fe judía ni en la cristiana se creyó en la reencarnación.
Muchos espiritistas utilizan citas de la Biblia sacadas de contexto sobre la vuelta a la vida de Elías o de Juan el Bautista, atribuyéndole la reencarnación, cuando en realidad el texto bíblico nunca se refiere a una idea de ese estilo.
CONCLUSIONES
Resumiendo y confrontando lo que trae consigo la resurrección frente a la creencia en la reencarnación, se podrían establecer 9 diferencias:
– Una sola muerte, frente a las muchas muertes del ser humano.
– El encuentro con Alguien que ama personalmente al que muere, frente a la disolución del alma en “una realidad impersonal y neutra”.
– La resurrección trae consigo una concepción lineal de la historia, frente a una visión circular del tiempo en las reencarnaciones.
– La vida se experimenta ante la voluntad de Dios, frente a una existencia sujeta a una ley cósmica.
– Existe el pecado como desobediencia a la voluntad de Dios, frente a una concepción de insuficiencia o desequilibrio en el hombre.
– Cada acto del hombre tiene valor y es irrepetible, frente a la idea de que nada es irrevocable y todo es revisable.
– Es posible la esperanza y la lucha por un mundo mejor, frente a un fatalismo que promueve conformarse con lo negativo, que sería consecuencia de culpas de vidas anteriores.
– Existe un Dios personal que quiere salvar al hombre del pecado porque lo ama, frente a una visión del ser humano que lo deja solo, sin lugar para Dios, y responsable único de su salvación individual.
Deseo terminar con unas palabras de Monseñor Conesa, obispo de Menorca:
“es tan absurdo que un cristiano afirme creer en la reencarnación, como lo sería que un buen hindú pensara que iba a resucitar”.
Monseñor Conesa, obispo de Menorca
Ramón M. Cercavins Montero
Camp. de Cochabamba, 28 de febrero de 2020 e.: v.:
BIBLIOGRAFIA
CANTONI, Pietro, Cristianismo y Reencarnación, Paulinas, Bogotá, 1997.
KLOPPENBURG, Boaventura, La Reencarnación, Ed. San Pablo, Bogotá, 2000.
VELEZ CORREA, Jaime, La Reencarnación a la luz de la ciencia y de la fe, Celam, Bogotá, 1998.
MIGUEL PASTORINO, “¿Un cristiano puede creer en la reencarnación?”, Aleteia, 19/11/12.
MIGUEL PASTORINO, “¿Pude haber vivido otra vida antes y me está influyendo ahora?”, Aleteia, 7/03/16.