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PROPÓSITO SIMBÓLICO DEL SANTO ARCO REAL

INTRODUCCIÓN

En el patrimonio simbólico de la humanidad han existido importantes pérdidas, por nombrar algunas: el Edén, Las Tablas de la Ley, el Arca de la Alianza, entre otros. Pero sin duda, tanto para la Masonería Universal y en especial para la Masonería del Arco Real nuestras tradiciones nos remontan a la recuperación de una verdad olvidada.

La historia mítica de la masonería nos recuerda constantemente que existió una palabra de valor inapreciable, un concepto simbólico que se perdió durante la construcción del Templo de Salomón. Unos pocos la conocían; entre ellos el Maestro Hiram Abiff, que luego de su simbólico asesinato la palabra se extinguió para siempre junto a su existencia material.

Todo está arraigado en las primeras creencias del hombre, una primera referencia la encontramos en los textos de San Juan: “En principio era el verbo, el verbo estaba con Dios y el verbo era Dios”. Esta idea conlleva a comprender la sustancia del pensamiento expresada en la palabra, la imagen -o mejor dicho símbolo- de Dios encarnando en nuestra mente se nos manifiesta en la emisión de una palabra impronunciable e inefable.

El símbolo constituye la llave maestra para pasar de lo físico y sensible a lo invisible y metafísico. Es evolutivamente la mejor forma de exteriorizar un pensamiento o idea; el masón está en condiciones de reflejar realidades mediante su libertad de pensamiento -como una de las pocas libertades concretas a practicar- de esta manera el masón puede redimirse e ingresar al pretendido camino para recobrar lo que se perdió, para ello debe entender cómo se perdió y quién la representa. Este hecho, conocido por nosotros, es el propósito simbólico de la Masonería del Arco Real, que en esta ocasión abordaremos genéricamente desde la perspectiva inglesa practicada en Bolivia.

DESARROLLO

El propósito simbólico del Arco Real representa el complemento al maestro masón a su búsqueda iniciada en el tercer grado, ilustrada por relatos pseudohistóricos y bíblicos de tradiciones israelitas con especial énfasis en la Torá.  Invitando al masón a comulgar en consciente empatía con todo lo que lo rodea y siente.

Comprende el inicio del despertar del ser, emplazándonos en el relato del Antiguo Testamento desde el regreso a Jerusalén del cautiverio babilónico hasta reconstruir la ciudad y el templo. El despejar el terreno del templo original permite encontrar los cimientos del segundo templo; participamos de la alegoría mediante una serie de descubrimientos importantes que fortalecen nuestro vinculo con Dios, bajo la premisa que siempre seremos capaces de descubrir en nosotros estructuras faltantes o mejor aún, estructuras desconocidas.

Para entender nuestro ser es necesario visitar nuestra conciencia, por ello el Arco Real se organiza en Capítulo (Capút = Cabeza), destacando al rango de esta masonería enfocada al estudio de la conciencia. Adicionalmente, todos los trabajos se caracterizan por empezar en unidad de 3 triadas: 3 triadas en este (naturaleza espiritual), 3 triadas en el Oeste (naturaleza psíquica o alma) y 3 triadas subordinadas (naturaleza física) representada en una orientación de 9 compañeros. De manera análoga, fuimos introducidos en la cámara abovedada en 3: el candidato junto a sus compañeros vinculados por una cuerda o línea vital. Con el apoyo de 3 herramientas y cuando el sol alcanza su máxima altura lanzando sus rayos con meridiano esplendor dentro de la bóveda, es cuando un nuevo día -simbolizado por una nueva conciencia- amanece y a su vez las sombras de una vieja mentalidad se desvanecen. Esta idea es simbólicamente reforzada con la remembranza encontrada en el rollo de vitela (Fiat Lux):

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
La tierra empero estaba sin forma y vacía;
Y yacían tinieblas sobre la haz del abismo;
Y el espíritu de dios se movía sobre la haz de las aguas.
Y Dios dijo: sea la luz y fue la luz” 

Nos percatamos que es el manuscrito original de la Torá (Ley Mosaica) la reliquia del pueblo hebreo que nos motiva a mover la Piedra Clave. Moisés recibió la Torá en el monte Sinaí y se la transmitió a Josué para resolver el caos intelectual por la gracia de la luz que viene de arriba. Si hablamos de la Ley Mosaica, debemos hablar de Moisés, puesto que es a quien le atribuimos el signo del compañero del Arco Real, quien ejecuta tal signo al encontrarse con la zarza, un arbusto ordinario y espinoso en el desierto que se convierte en el templo del Dios Viviente; una sutil referencia que nos llama a reflexionar, que si encontramos nuestro vínculo con nuestra divinidad lo ordinario puede tomar su polo opuesto convirtiéndose en Sublime.

El fuego, un elemento regenerador, gatilla a Moisés descubrir la esencia de su divinidad, su pasado queda atrás, su inseguridad desaparece, su motivación se enciende… y a pesar de haber envejecido, haber cambiado…  JEHOVA (YOD-HE-VAU-HE) permite a Moisés reencontrarse mediante un progreso espiritual importante, dando al maestro Moisés una segunda oportunidad de reconstruirse (Fiat Lux).

Aunque estemos imposibilitados de entender la inmensidad del Verdadero y Viviente Dios Altísimo, el Real Arco nos compromete a esforzarnos por entender las maravillas de su creación. Es así que como exaltados en el Arco Real debemos hallar concordia de lo material con lo eterno. Puesto que no existe materia sin espíritu, ni espíritu sin materia: tanto cielo (curvas) y tierra (rectas) son proyecciones de una misma realidad, por ello el reflejo de los 5 sólidos platónicos en occidente se ven en concordancia con los 5 banderines de oriente para darnos un mensaje claro: La evolución del alma y su progreso de su estado desde Bestia Salvaje (dominada por sus pasiones) hacia un estado en el que, siendo todavía sensorial y animal…. es dócil y disciplinado para el servicio.

En el tiempo y circunstancias que nos toca vivir, debemos brindar servicio a nuestros semejantes y a la creación. Este servicio se ve representado en los 3 principales como personajes con 3 funciones: sacerdotal, profética y real que, junto a la joya del grado, la piedra clave, la triple tau, los 3 grandes maestros, otros personajes míticos y un propio patrimonio simbólico nos ubica en un pretendido camino que nos acercará a la simbólica Jerusalén que representa la cuidad de la paz, la plenitud y el descanso consciente de nuestra Alma en la unidad de Dios. 

A MANERA DE CONCLUSION

Para el masón del Arco Real, nuestro cuerpo material es el vehículo temporal de nuestra alma, la que debe escapar del simbólico cautiverio babilónico (caos) pasando pruebas y velos que le permitan alcanzar el templo de Jerusalén (orden). La palabra tiene poder, y el retorno al origen es el verdadero poder de la palabra perdida.

Asi como Moisés, Hiram y otros elegidos fueron inspirados por el Creador al conocer el propósito simbólico de la palabra perdida. Asi tambien debemos estar inspirados por convicción propia para hacer oír nuestra voz franca y nuestra actitud amorosa y tolerante. Todo masón tiene que reconstruirse a sí mismo para salir al encuentro de los demás, hemos venido a equivocarnos, a reconstruirnos, sino no aprendemos, este hecho nos convierte en sujetos transcendentes. Ya que todo crecimiento espiritual requiere de aplicación práctica en el mundo material.

La masonería no entrega sus tesoros fácilmente, sino a quien se mantiene afanoso, puesto que el Verdadero y Viviente Dios Altísimo es grande y bueno; pero espera trabajo y fe de parte nuestra para encontrar un propósito trascendente en nosotros mismos, en el tiempo y circunstancia que nos toca vivir en este plano.

La fe nos genera un cúmulo de sentimientos positivos que gestionan favorablemente nuestra condición anímica de nuestro ser, tanto espiritual como psicológicamente la fe es imprescindible para realizar nuestros actos cotidianos. No solo debemos portar la palabra, sino debemos ser la palabra y convertirnos en verbo.

 ¡Todo acto es extraordinario, y lo más extraordinario es nuestra existencia!

E.C. Erik Mauricio Sotomayor Yevenes
Primer Gran Morador Asistente
Gran Capitulo del Santo Arco Real de Jerusalén para Bolivia

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