INTRODUCCIÓN
Durante la Edad Media la “religiosidad” dominaba todos los aspectos de la vida cotidiana y aparece un arraigado y exacerbado sentimiento religioso en Europa occidental que se une al ideal de la Caballería: La defensa de los más desfavorecidos y lucha por nobles causas. A estos se añade el sueño y anhelo de la recuperación de las tierras por donde Jesús de Nazaret predicó.
Las peregrinaciones a Roma, empiezan a ser sustituidas por las peregrinaciones a Jerusalén, en estas, los peregrinos estaban sometidos a la voluntad de los saltadores, al cobro de los Portazgos de los distintos reinos y los ataques de ladrones.
La toma de Jerusalén por los turcos, provoca la reacción del Papa Urbano II, que proclama el Concilio de Clermont (1095), donde expone las vejaciones a las que son sometidos los peregrinos y los peligros que amenazan a los cristianos occidentales y bajo el grito de Deus le volt (Dios lo quiere) exige a los reyes y nobles de Europa organizasen una expedición militar para liberar los Santos Lugares de la religión cristiana del dominio musulmán.
Es así que el 15 de julio de 1099 el ejército cruzado toma Jerusalén. Los nobles cristianos se repartieron el territorio conquistado y fundaron el reino cristiano de Jerusalén. Nombrando regente a Godofredo de Bouillon, que se autodenominaba el “Defensor del Santo Sepulcro”. Tras morir este en 1100, su hermano Balduino fue nombrado como primer rey cruzado de Jerusalén.
Tierra Santa fue reconquistada pero los caminos para llegar a ella eran inseguros. Ataques, robos y asesinatos acechaban a los peregrinos que arriesgaban todo en su viaje.
Fue entonces cuando el caballero francés Hugo de Payns y el caballero flamenco Godofredo de Saint-Adhemar, (quienes participaron de la primera cruzada) deciden impulsar la fundación de una orden monástica, cuya finalidad era la custodia de los Peregrinos y a la guarda de los peligrosos caminos que conducían a los lugares de Peregrinación.
En 1115, otros nueve caballeros se unieron a ellos formando la Orden de los «Pobres Caballeros de Cristo», todos bajo el emblema del «Beauséant»,
El rey de Jerusalén puso a su disposición una parte de su palacio, construido sobre las ruinas del antiguo Templo de Salomón, de ahí se intuye el cambio de nombre por el de “Equites templi, Milites templi o Equites Militae Templi Salomonis» (Soldados del Temple).
En sus primeros momentos, verdaderamente, la pobreza material parecía casi absoluta a los ojos de los demás. No tenían ni siquiera hábito propio que ponerse, así que se vistieron de blanco, el color del espíritu y la pureza. Para empezar el patriarca Esteban les dio la regla de los canónicos seglares de San Agustín. Pasarían algunos años para que la cruz roja, que luego les distinguiría, les fuese impuesta
En 1130, como producto del Concilio de Troyes la Orden del Temple fue reconocida oficialmente por la más alta autoridad religiosa, lo que atrajo un gran número de caballeros dispuesto a abandonar las riquezas y glorias para formar parte de la «caballería de Dios», convirtiéndose en frailes guerreros al servicio de la cristiandad en la lucha contra los infieles, tanto en oriente medio como en la Península Ibérica, por donde el islam amenazaba igualmente los reinos europeos.
El concilio encargó además a Bernardo de Claraval que redactase una Regla original para los Templarios. La decisión de San Bernardo fue la de adaptar al Temple la dura Regla del Cister, con arreglo a la cual la Orden militar organizó su vida monacal. Los Templarios, en cuanto monjes en sentido pleno, debían pronunciar los votos de pobreza, castidad y obediencia, más un cuarto voto de contribuir a la conquista y conservación de Tierra Santa, para lo cual, si fuera necesario, darían gustosos la vida.
Posteriormente, Esteban de Chartes, patriarca de Jerusalén, redactó la denominada Regla Latina, compuesta de setenta y dos artículos redactados en latín. Los primeros tratan de los deberes religiosos de los freiles; los estatutos jerárquicos de la Orden, los títulos y los privilegios de los dignatarios, los siguientes son relativos a los reglamentos diarios, especialmente las comidas; a continuación, vienen los referentes a los vestidos, a los caballos y las armaduras y a la obediencia al maestre; los últimos son los más diversos: secreto de sus escritos, destino de los regalos, posibilidad de poseer tierras y bienes, vinculación de hombres casados y prohibición de recibir hermanas. Finalmente, tres capítulos importantes: la interdicción de tener relaciones con personas excomulgadas, la manera de ingresar en la Orden, y el comportamiento modélico de los hermanos de las provincias.
El Papa Alejandro III, en su bula Omme datum optimum, define la nueva estructura de la Orden, a saber:
- Gran Consejo. Compuesto por 13 miembros elegía al Gran Maestre. El Consejo se constituía de esta manera: el Senescal y el Mariscal escogían otros dos Hermanos para componer el primer núcleo. Los cuatro escogían otros dos y eran seis. Los seis otros dos y eran ocho, los ocho dos más y eran diez, los diez otros dos para reunir el número de los Apóstoles. De los doce, ocho debían ser caballeros y cuatro escuderos y en conjunto elegían al Capellán -decimotercer miembro- que representaba a Cristo. Cualquier decisión importante como elegir a un nuevo Maestre dependía del Gran Consejo y su aprobación debía contar con el voto de la mayoría. Otras decisiones, eran: recepción de un nuevo Hermano, declaración de guerra, firma de armisticio, enajenación de bienes de la Orden.
- Maestre. Inicialmente el jefe de la Orden del Temple era el Gran Maestre de Jerusalén, pero mantenía el mismo rango que los demás Maestres de la Orden. La elección del Maestre, suponía la convocatoria del Gran Consejo la que consideraban como expresión de la voluntad de Dios. El Maestre elegido solo respondía a la autoridad del Papa. Reinaba sobre los castillos y feudos de Tierra Santa. Pese al poder que ejercía sobre los Templarios, el maestre permanecía sometido a las obligaciones y disciplinas comunes. Para dar una orden de carácter relevante para el Temple, debía obtener primero el consentimiento de su consejo privado. Tampoco podía iniciar una guerra o acordar una tregua sin antes haberlo consultado. Todos los hermanos del Temple deberían obedecer al maestre, y el maestre obedecer a su casa.
El Maestre, no podía disponer de los bienes de la Orden y solo le estaba permitido regalar: un caballo, un vaso de oro o plata, un manto de piel o una armadura. El maestre debería tener cuatro caballos, un hermano capellán, un asistente con tres caballos, un hermano sargento con dos, y un caballero ayuda de cámara, para que lleve su escudo y su lanza; también debería tener un herrador, y un amanuense sarraceno (para que actúe como intérprete), un turcople (Los turcoples eran nativos de Oriente Medio o de raza mestiza, y formaban un cuerpo de caballería ligera adiestrado en el uso de las técnicas de combate sarracenas), un cocinero y dos infantes y un turcomano (una montura de elite) que debería permanecer en la caravana. - Senescal: Cada vez que el maestre estaba ausente el Senescal ocupaba su lugar, adquiriendo sus poderes y derechos. En campaña usaba las mismas insignias que el Maestre. Tenía un séquito de cuatro monturas y un palafrén; debería tener dos escuderos y un hermano caballero como compañero, quien también debería tener cuatro caballos y dos escuderos; un hermano sargento con dos caballos; un diácono amanuense para decir sus oraciones, un turcople con un caballo, y un amanuense sarraceno con un caballo; también puede tener dos infantes; puede llevarse a todos estos consigo. Debería llevar el mismo sello (bolle) que el maestre.
- Los Comendadores, especie de gobernadores zonales, tenían a su vez un Mariscal y un pañero bajo sus órdenes. Respondían al Maestre y al Capítulo General. Eran los tesoreros del convento. Todo lo ganado en la guerra debía ir a parar a sus manos para su postrer distribución y utilización según necesidades, excepto las armas y pertrechos de uso militar que se ponían a disposición del Mariscal. En Jerusalén tenían a sus órdenes a diez caballeros para protección de los peregrinos. Llevaban también animales y víveres adicionales para quienes lo necesitaran. Otra función era custodiar la Vera Cruz.
- Mariscal: Ostentaba el máximo mando militar. Tenía mando sobre las armas, armaduras, máquinas de asedio, municiones y las guarniciones de los caballos. Él distribuía a las milicias y daba las órdenes tácticas. Su misión también era la de comprobar las monturas y mulas de carga, bajo el consentimiento del maestre. En combate, es quien llevaba el baussant como señal de reunión y cuando la caballería cargaba le correspondía hacer de punta de lanza en ausencia del maestre y del senescal él tomaba el mando. Tenemos a los Mariscales del Convento del Templo (mariscal general de la orden) y los Mariscales Provinciales. Los mariscales provinciales, ejercían la autoridad en su correspondiente provincia, pero guardando obediencia al mariscal general de la Orden. El mariscal debería tener cuatro caballos y dos escuderos, y en vez de una mula puede tener un turcomano. También debería tener un hermano sargento con un caballo; debería tener un turcople con un caballo, y un pabellón con cuatro faldones, tres postes y dos clavijas; una tienda para sus escuderos y su equipo; debería tener el mismo equipamiento que los hermanos del convento, y las mismas raciones que el convento.
- Drapeir o Pañero. Encargado del vestuario de los hermanos de la Orden. Contaba con un séquito de dos escuderos y un hombre de carga. Su misión era la de regir el almacén de vestimenta, teniendo bajo control en todo momento las ropas que les eran entregadas a los hermanos. Estaba encargado también de mantener un control sobre la higiene de los hermanos, sobre todo procurar que todos los hermanos lleven el pelo cortado honestamente y la barba limpia, además de que no vistieran ropas no permitidas. La Orden era muy escrupulosa con las ropas que identificaban a los Templarios y puede decirse, que muchos de los desmanes que se cometieron y asignaron a los Templarios, fueron cometidos por suplantadores, que usaban las ropas de la Orden.
- Gonfalonero o Gonfalón: Sargento que mandaba sobre los escuderos no pertenecientes al Temple que servían bien fuera por un sueldo o por caridad. también celebraba Capítulo para juzgar y castigar sus faltas. Él era el encargado de pagarles y darles destinos en las distintas Casas de la Orden, así como de disponerlos durante el combate. Reportaba en forma directa al Maestre y al Mariscal.
- Caballeros o Frates Milites. Los caballeros que hacían votos perpetuos, llevaban un manto blanco con una Cruz Roja. Para ser Caballero era necesario pertenecer a familia noble. Servían como guerreros a caballo y oficiales de la Orden. Llevaban el pelo corto y la barba hirsuta. Debajo del Manto y la armadura, llevaban camisa y calzoncillos, que tenían prohibido quitarse para dormir.
- Sargentos o Armigeri: No eran de familia noble, por lo que se les prohibía el uso del blanco y vestían de negro o marrón. La condición que se les imponía para servir como sargentos era que fueran libres. Servían como tropa ligera o escuderos.
- Padres o Fratres capellani: En un principio, los padres eran de fuera de la Orden, posteriormente se les autorizó tener sus propios padres, esto les hizo independientes de autoridad diocesana. Eran designados por un plazo fijo o a perpetuidad.
- Siervos o Frates Servientes: Trabajaban como artesanos, sirvientes, campesinos o labradores que permitían el correcto funcionamiento y el autoabastecimiento de la Orden.
- Provisionales o Afilies: Eran caballeros casados, que se unían de forma provisional a la Orden, pero no podían residir en las casas Comunes de la Orden, después de un tiempo podían abandonar a la Orden. También a los moribundos se les permitía entrar de forma provisional para que pudieran morir en gracia de Dios.
El éxito de los Templarios a nivel moral se encuentra muy vinculado a las gestas que realizaron durante el resto de Cruzadas, lo que les dio fama mundial.
La pérdida de Tierra Santa fue el principio del fin de la orden, añadido a los recelos que causaban entre las altas esferas debido a su poder y secretismo.
La historia de los Caballeros Templarios es fascinante, sin embargo, muchos datos quedan aún sin ser descubiertos y lo que solo queda pedir que el espíritu de los caballeros templarios nos proteja en nuestro peregrinaje por esta vida para que lleguemos seguros a Jerusalén.
He cumplido Em. Preceptor
K.T. Alejandro Mario Quiroga Candia
Bibliografía
Medioevo y Literatura, Actas del V Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, Juan Paredes.
Cruzadas y Ordenes Militares en la Edad Media, Santiago Palacios Ontalva
La Orden del Temple y La Masonería. Alfredo Corvalan
Los Templarios, extractado de https://templariosdeikariam.es.tl/Los-rangos-Templarios.htm
Los Templarios: las jerarquías, revisado en https://www.elchubut.com.ar/nota/2015-1-11-los-templarios-las-jerarquias
La Orden del Temple http://www.ordendeltemple.com/