Para entender el significado e importancia de los solsticios y del porqué de su relevancia en varias culturas y épocas de la humanidad es importante entenderlos primero desde el punto de vista de la astronomía, a razón de esto empezaré este trazado sobre el solsticio en la relación entre nuestro planeta y el sol.
La tierra tiene dos movimientos principales, el primero es de rotación alrededor de su propio eje, generando así la medición de tiempo que llamamos día, la relación es de una rotación por día. El segundo movimiento, es de traslación alrededor del sol, generando la medida de tiempo que llamamos año, la relación es de una traslación por año. Cada traslación ocupa entonces 365,25 rotaciones. Es decir, cada año tiene 365, 25 días. Adicionalmente, debemos tener presente que nuestro planeta al girar alrededor del sol mantiene una variación de su inclinación con respecto al plano solar. Esta inclinación alcanza su mayor grado de variación en dos momentos de su traslación, esta es de 23,5 grados.
Los solsticios son los dos puntos en los que la órbita de la Tierra tiene esta mayor inclinación con respecto a los rayos solares, marcando así el inicio de las estaciones de invierno y de verano. Para los que vivimos en el hemisferio sur del planeta, el 21 de junio es el Solsticio de Invierno (inicio del invierno), y el 21 de diciembre es el solsticio de verano (inicio del verano). Para los que viven en el hemisferio norte sucede a la inversa.
Los solsticios han sido celebrados por todas las culturas ancestrales de la historia. Griegos, Romanos o Celtas celebraban con verbenas, música y danzas que incentivaran a las fuerzas de la naturaleza, para influir en el destino próximo inmediato, tener buena suerte, un buen amor, o pedir salud y prosperidad a dichas fuerzas naturales.
En la celebración celta del Beltaine, o del bello fuego, o también fuego de Bel, ceremonia realizada en honor del Dios Belenos. Era el momento propicio en que los druidas purificaban el ganado y hacían plegarias por un año fructífero. Establecieron para gobernarse un calendario solar dividido en doce meses. A cada uno de ellos lo bautizaron con el nombre de un árbol de sus bosques apreciado por sus cualidades. Árboles que eran consustanciales como realidad de su hábitat, y para su supervivencia como pueblo ceñido a la naturaleza. A partir de esta división ordenaban los periodos propicios de siembra y de cosecha.
Similar era el trasfondo de las celebraciones griegas en honor del Dios Apolo que marcaban el solsticio de verano con sus hogueras purificadoras pidiéndole que no dejase en tinieblas a su pueblo, creían que la magia del Solsticio abría las puertas de lo incógnito y por un breve lapsus el hombre podría gozar de los privilegios de los dioses; de ahí la leyenda griega de poder traspasar los espejos o visitar mundos paralelos.
Similares formas culturales las tenemos en la civilización hindú cuyo dios del fuego “Indra” es adorado entre fogatas y cánticos espirituales. En estas mismas fechas, ellos engalanan sus hogares, preparando piras purificadoras de las cuales conservarán sus cenizas por todo el año siguiente, además que por las formas que toman las llamas y con las cenizas que quedan, los hindús profetizan el porvenir.
En el caso de los Incas los dos festivales primordiales eran el Capac – Raymi (o Año Nuevo) que tenía lugar en diciembre y el que se celebraba cada 24 de junio, el Inti – Raymi (o la fiesta del Sol).
En México los guerreros Aztecas se caracterizaban por su sentido del deber con respecto al vínculo con el Sol y la “renovación de los fuegos”. Los Mayas de la Península de Yucatán y Meso América continúan hoy en día, tal cual sus antepasados de centurias atrás, celebrando con ritos, cánticos, vestimentas y comidas, la magia del Solsticio para sembrar y obtener buenas cosechas. Los indígenas norteamericanos siguen perpetuando sus ritos mágico-simbólicos entre hogueras y danzas solares.
Desde las épocas más remotas y prácticamente en todas las civilizaciones se han festejado las fechas en que se presentan los solsticios: en Roma, se dedicaban al Dios JANO, representativo del Sol, quien presidía los comienzos, las iniciaciones (en latín INITIUM, INITIARE) y en particular el ingreso del Sol en los dos hemisferios celestes.
El mito de Jano aparece en las tradiciones gnóstica e iniciática de la más remota antigüedad, erigiéndose en uno de los símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. Para entender la trascendencia de la adopción de este mito en la Francmasonería, hay que tener presente que el mito solar, modelo a escala de la magna dinámica del Logos en el Universo, es uno alrededor de los cuales gira integralmente la estructura simbólica masónica.
En cuanto a la recurrencia de la tradición juanítica primitiva con el esoterismo cristiano, cabe señalar una estrecha relación, manifiesta en no pocos textos bíblicos, entre Jesús, nacido en el solsticio de invierno y Juan Bautista, celebrado en el solsticio de verano, relación disuelta por razones teológicas muchos siglos después del inicio de la era cristiana, transponiendo esta relación de Jesús con Juan Bautista a Juan Evangelista.
El cristianismo, conocido receptáculo de las doctrinas anteriores a ella, adaptó la tradición Juanítica primitiva y la asimiló a la mitología Crística, ocupando un lugar preponderante al anular las fiestas “del asno” en verano y las “saturnales” de invierno para cambiarlas por las fiestas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista, respectivamente. En la Edad Media el ya entonces San Juan de los cristianos fue adoptado como “santo patrón” de los Collegia Fabrorum de artesanos y luego de los constructores, masones operativos, de donde pasó a la masonería especulativa desde su mismo surgimiento, a principios del Siglo XVIII.
Desde entonces y hasta la fecha, la Francmasonería asimiló a Janus dentro de su estructura simbólica y celebra en su honor las fiestas de Solsticiales, que como marcan algunos ceremoniales alusivos. Aquí nos sale al paso una pregunta: ¿Por qué dicen pertenecer a una Logia de San Juan?.
Desde el punto de vista Histórico, según una acreditada versión a la que hacen referencia varios autores masónicos, la utilización material del término “Logia de San Juan” dentro de la Mas:. se remonta al tiempo de las Cruzadas, cuando algunos caballeros masones se unieron a sus similares de la Orden de San Juan de Jerusalén, mejor conocidos como Templarios, por lo que, en un gesto de solidaridad con los principios de estos últimos, fue aceptado por los primeros. Se cuenta que de ahí en adelante todas las logias se llamaron “Logias de San Juan”. Tal vez en forma sincrónica San Juan fue también tomado como patrono por parte de las corporaciones que ya señalamos.
Según ciertos autores, San Juan Bautista o San Juan de Verano representa el espíritu en expansión y comunión con todo lo creado, desprovisto de todo lo profano. Por contra, San Juan Evangelista o San Juan de invierno representa el espíritu en recogimiento, buscando su interior.
La Logia es una representación del universo, un microcosmos representativo del macrocosmo. El microcosmos de esta Logia que observamos a nuestro alrededor retrata el escenario simbólico de la Naturaleza. Teatro iniciático donde el alma de cada uno de nosotros, análogamente a como lo hace el Sol en su ciclo anual, debe intentar pasar de una columna a otra, ir de solsticio a solsticio, recorriendo paso a paso, a través de los ciclos del Zodiaco, las diferentes etapas y pruebas por las que pasa la evolución del alma en su aventura trascendente por este mundo. Pues no debemos olvidar que las columnas de entrada al Templo representan también los Trópicos de Cáncer y Capricornio y estos son las claves de los solsticios.
De lo que no cabe duda es que para nosotros los masones, las fiestas solsticiales tienen una profunda significación filosófica. Los solsticios representan el eterno contraste de la luz y la oscuridad, de la vida y la muerte y el eterno renacer de la creación, donde nada puede ser destruido, solo transformado en los tres estados naturales, sólido, líquido y gaseoso, es el ave fénix que siempre renace de sus cenizas.
Los solsticios representan la armonía cósmica, que permite observar, año tras año, como se cumplen con asombrosa regularidad, de acuerdo con las leyes físicas de su relación con la tierra, prolonga los días o las noches, haciendo que la naturaleza cumpla inexorablemente sus ciclos biológicos.
Sería posible profundizar más en la parte filosófica indicando que el microcosmo de la Logia posee un simbolismo unido a las dos Columnas de la entrada, imaginad el Ara como la estrella polar, analizando los cuatro puntos cardinales de la Logia…. para llegar a la conclusión de que la transición de un solsticio, el de verano, puede asociarse con el profano que ve la luz por vez primera, que recibe como un Bautismo (San Juan Bautista o San Juan de Verano). Sin embargo, esa luz es tan fuerte que hay que bajarla para no cegarle, y eso es justo lo que sucede desde ese momento, a partir del solsticio de verano los días se hacen cada vez más cortos y la oscuridad va ganando terreno a la luz, es como una vuelta a la Tierra, al VITRIOL.
Por la contra, el solsticio de invierno (San Juan Evangelista o San Juan de invierno) seria asociado a los compañeros que tras bajar a ese VITRIOL vuelven a surgir con una nueva luz que poco a poco se acrecienta, justo como en la propia naturaleza donde los días comienzan a crecer y la luz empieza a vencer a la oscuridad. Es el trabajo del compañero que poco a poco va recibiendo la luz necesaria para alcanzar su maestría.
La Navidad y la masonería provienen de unas antiguas costumbres babilónicas registradas, aproximadamente, 2600 años ante de la era actual. Fueron algunos gobernadores romanos, en sus constantes afanes de sincretismo religioso, quienes la trasladaron como fiesta cristiana.
La tradición de aquellas costumbres relata que existió una reina llamada Semiramis, en cuyo vientre crecía su hijo Tamuz, a quien habría concebido virginalmente. No cabe duda de que las costumbres de Babilonia trascendieron las fronteras romanas, asentándose con mucha fuerza en el politeísmo del imperio. Así, cada 25 de diciembre se conmemoraba alumbramiento de Tamuz (Saturno para los romanos), el dios sol encarnado.
Esa festividad iba acompañada de orgías, desenfrenos y una gran inclinación hacia el valor de la amistad, que se ratificaba con intercambio de regalos y presentes. También había surgido la costumbre de adornar las puertas de cada casa, con coronas de flores y hojas verdes, y por cierto, la práctica de adornar un árbol con frutas y decorativos alusivos al dios sol.
La celebración se realizaba durante el solsticio de invierno, fenómeno natural que constituye el origen de toda celebración navideña, aún más remota que las costumbres babilónicas.
Durante este solsticio se produce un acontecimiento cósmico que vivifica la naturaleza con su luz y su calor, razón por la cual, para todas las culturas antiguas, representaba el auténtico nacimiento del sol y, con él, toda la naturaleza comenzaba a despertar lentamente de su letargo. Los humanos veían en esta manifestación natural la renovación de sus esperanzas de supervivencia gracias a la fertilidad de la tierra.
Entonces nos hacemos esta pregunta ¿los masones festejan la navidad? Si tomamos a la organización por sus miembros, seguro que muchos masones festejan la navidad, pues profesan el cristianismo; entonces, en particular, algunos masones festejan la navidad.
Pero, la fraternidad como institución no participa de estas fiestas, puesto que su doctrina establece una laicidad en sentido filosófico, aquel que propugna una visión naturalista y razonable de la vida sin sostener ningún dogma. A lo sumo se conmemora el solsticio de invierno. En el fondo, la esencia masónica podría generar un conflicto en el hermano cristiano, puesto que la fraternidad es adogmática y promueve una visión del mundo libre de seres sobrenaturales. El equilibrio se encuentra en el respeto a la intimidad, puesto que la masonería es tolerante de todas las religiones cultivadas en el ámbito privado, convirtiéndose ella en el centro de unión de todos los hombres, por encima de los mismos dioses.
¿Los masones celebramos año nuevo? De la misma manera que la Navidad la fraternidad como institución no celebra esta fiesta. Podemos mencionar el Calendario Masónico el modo de computar el tiempo usado entre los masones.
Los principales Calendarios masónicos son siete:
1.º el del RITO SIMBÓLICO. (El más usado en masonería). La era masónica se obtiene añadiendo 4.000 al año en curso. El año masónico va el 1.º de marzo (primer mes) al 28 de febrero (o 29 si es bisiesto) del año siguiente. Febrero es, pues, el duodécimo mes. Los doce meses de este año masónico reciben los nombres siguientes: NISSAM = Marzo; IJAR = Abril; SIVAN = Mayo; THAMUZ = Junio; AB = Julio; ELIUL = Agosto; TISHRI = Septiembre; HESHVAN = Octubre; KISLEV = Noviembre; THEVED = Diciembre; SCHEVAT = Enero; ADAR = Febrero.
2.º el del RITO ESCOCÉS. Es el Calendario hebreo puro. El año principia en septiembre; su numeración se obtiene agregando 3760 a la era vulgar. Los hombres y los días se designan por sus nombres hebraicos.
3.º el del RITO DE MISRAIM. Se reduce a agregar 4004 a la era vulgar.
4.º el del RITO TEMPLARIO. Cuentan cómo año primero el de la fundación de la Orden, que fue el 1118 de la era vulgar.
5.º el del RITO DE LA ESTRICTA OBSERVANCIA. Toma como año primero el de la destrucción de la Orden de los Templarios, que fue el de 1314.
6.º el de la ORDEN DE REALES ARCOS. Consideran como año primero el de la fundación del segundo Templo de Jerusalén por Zorobabel en 530, antes de Cristo, y escriben la fecha añadiendo 530 a la era vulgar.
7.º el de la ORDEN DE REALES Y SELECTOS MAESTROS. Fechan desde 1000 años antes de Cristo en que quedó terminado el Templo de Salomón, y añaden por lo tanto 1000 a la era vulgar.
Definitivamente los solsticios pueden presentarse en distintas partes de nuestra vida profana o masónica, ya sea al despertarse cada mañana o al dormir todas las noches representa el volver a nacer cada día y de desbastar nuestra piedra bruta constantemente para así luchar contra nosotros mismos y contra la injusticia. Es por eso que debemos trabajar primero en nosotros para así poder ayudar a los demás.
Pedimos constantemente protección al sol cuando este se aleja para que cuando nuevamente se acerque, volvamos a nacer con más energía, mi interpretación sobre este tema es que cada día tenemos una nueva oportunidad para cambiar cada día volvemos a renacer, pero depende de cada uno tomar esa energía y encontrar el significado de cuál es nuestra finalidad en este mundo y cuál va a ser nuestra contribución para el mismo.
Valle de Cochabamba, 04 de febrero de 2021 e:. v:.
Respetable Logia Simbólica Arco Iris No38
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H:. A:. Armando Carrasco Plata