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¿Por qué soy masón?

La masonería no te da ninguna pregunta ni ninguna respuesta, no te impone ninguna verdad, creencia o filosofía.

Podría responder con un simple, ¿y por qué no? Quizá sería suficiente para quienes conocen en profundidad la masonería, pero existe un gran desconocimiento en nuestro entorno más próximo. La inmerecida fama de conspiradores, poder, dinero, anti religiosos, entre otras, aparecen en la mente de la mayoría cuando se habla de masonería. Nunca pensé de esta forma, y los casi 10 años que llevo como masón creo que me han dado más razones para amar un método de trabajo espiritual, interior, de crecimiento como individuo.

Cierto que cuando solicité entrar en una logia mi conocimiento acerca de la masonería era más bien limitado. Como la mayoría, supongo. En esa época tenía una vida religiosa y profesional bastante plena, pero necesitaba un lugar para pensar por mí mismo. La verdad revelada de cualquier religión ofrece un refugio espiritual esencial para muchas personas. La satisfacción en el trabajo, la estabilidad familiar y una situación económica razonable pueden completar todo lo que necesita un ser humano para estar bien consigo mismo. Todo eso lo tenía, y si era así ¿por qué necesitaba embarcarme en aventuras desconocidas como la masonería? Quizá ese punto de insatisfacción permanente que nos hace tan humanos. Lo definiría como una búsqueda a la respuesta de las preguntas vitales. A una gran parte de los seres humanos les está bien que las respuestas vengan dadas por la sociedad, la religión o simplemente por la vida diaria. Posiblemente esto es más que suficiente para vivir en plenitud.

La masonería no te da ninguna pregunta ni ninguna respuesta, no te impone ninguna verdad, creencia o filosofía.

Siempre he sido pragmático y de método científico, y cuando empecé dudaba mucho acerca de que el simbolismo pudiera aportar algo en mi vida. La masonería es iniciática, simbólica, y algunos pensarán que anticuada. El simbolismo de los albañiles, de los constructores de catedrales, no marca unas pautas sino un trabajo. Algunas herramientas para mí tienen un significado, que es diferente para otros, e incluso algunas no me dicen absolutamente nada. Con el tiempo aprendes el significado del simbolismo y todo lo que te puede aportar. No es un método válido para todo el mundo, pero que a mí no me guste el yoga no significa que sea excelente para un gran número de personas. 

A pesar de ese pragmatismo, en mi interior algo me empuja a dudar, a preguntarme, a preguntar, a reflexionar, a leer, en definitiva, a vivir con una mente abierta. La masonería no te da ninguna pregunta ni ninguna respuesta, no te impone ninguna verdad, creencia o filosofía. Fuerza algo en nuestro interior para buscar las preguntas que son adecuadas para nosotros, a dar con una respuesta, a compartirla, a debatirla, y a volverla a pensar, en una incansable búsqueda con uno mismo. Los masones siempre decimos que buscamos la luz, la verdad, aceptando que no existe una verdad universal, con suerte una que es válida para cada persona.

¿Algo ha cambiado en mí? Obviamente sí. ¿A todo el mundo le ocurre lo mismo? Pues no.

Cuando me inicié en masonería era católico practicante. Hoy soy agnóstico. Tenía una empresa clásica, hoy soy socio de una cooperativa. Ah, sigo teniendo una familia, en eso sin cambios. ¿Alguien dirigió mis pasos? Pues rotundamente no. ¿Algo ha cambiado en mí? Obviamente sí. ¿A todo el mundo le ocurre lo mismo? Pues no, las personas somos todos diferentes, y cada cual tiene que recorrer su propio camino. En mi caso, solo he recorrido la mitad de la mitad, aún soy un aprendiz.

Xavier Molina Figueras

Serenísimo Gran Maestre de la Gran Logia Simbólica Española

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