Escudriñando
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Por qué soñamos
Los sueños constituyen una parte irremplazable de la riqueza del ser humano. Podemos acordarnos o no, pueden ser agradables o terroríficos, pero lo cierto es que todos soñamos, sin excepciones. Es por ello que los sueños son una constante en los textos históricos, como parte en la mitología y en la religión. Pero, ¿son los sueños una parte sin importancia de nuestra existencia o trascienden realmente a lo anecdótico?
Durante el proceso del sueño, el cerebro se activa necesitando para ello que el flujo de sangre en el mismo sea el doble que el necesario durante el estado de vigilia. Solo una parte del cerebro deja de funcionar mientras dormimos: el centro lógico.
Es por esta razón por la que los sueños adquieren muchas veces matices de irrealidad. Además, el cerebro envía señales a la médula espinal con el fin de que no se active el sistema muscoloesquelético y nos mantengamos quietos.
¿Cuál es la función de los sueños?
Una función importante que cumple el cerebro durante el sueño es la desechar y seleccionar los recuerdos. Por eso, antes de un examen es preferible no pasarnos la noche estudiando, sino descansar la mente y consolidar la memoria. Y eso se consigue solamente si dormimos el tiempo necesario que te avisa tu cuerpo.
Cuando soñamos, nuestro cerebro intenta solucionar los problemas que nos ocupan durante el día. Por eso, dormir puede ser la solución a un problema que no conseguimos resolver. Asimismo, un sueño puede ser un reflejo fiel o, en la mayoría de los casos, simbólico de lo que ocupa nuestra mente, de nuestros miedos y de nuestros deseos. De ahí que sean comunes las pesadillas que evocan temores, tales como la falta de confianza en uno mismo, que se puede reflejar, por ejemplo, en un sueño en el que la persona se encuentra desnuda en un lugar público.
Pero a veces, es el sueño el que ayuda a eliminar esos temores. Es, al menos lo que señalan algunas teorías. Al soñar con eso que nos da miedo en un contexto diferente lo que ocurre es que se rebaja ese temor. No siempre ocurre, es cierto, pero puede servir como una vía de escape.
Sigmund Freud es, sin duda, una de las figuras más relevantes que ha estudiado todo lo relacionado con el mundo de los sueños. Freud sostenía que la función de los sueños era satisfacer nuestros deseos. Sin embargo, ésta es solo una de las muchas respuestas a las preguntas: ¿Por qué soñamos? ¿Qué función cumplen los sueños?
La realidad es que el mundo de los sueños sigue siendo un misterio. Ni los cientos de páginas de ―La interpretación de los sueños” de Freud, han podido contestar de manera fehaciente a todas las preguntas que existen acerca de ellos.
Pero una cosas sí sabemos: no perdemos una tercera parte de nuestra vida durmiendo. Dormir no es una pérdida de tiempo, es necesario para el buen funcionamiento diario de las personas.
Por qué soñamos cuando dormimos
Uno de los órganos más fascinantes de nuestro cuerpo es, sin lugar a dudas, el cerebro. Se trata de un órgano que, al día de hoy, sigue siendo muy desconocido y que a cada descubrimiento que se realiza, resulta más perfecto y sorprendente. Gracias al cerebro podemos realizar todas nuestras actividades diarias, comprender el mundo y relacionarnos en él. Pero, no solo nos permite disfrutar de la vida con los ojos abiertos sino que, también, cuando los cerramos continúa trabajando y recreando otras situaciones y escenas que bien podrían darse en la vida real.
El por qué de los sueños
Si queremos saber por qué soñamos cuando dormimos es importante que conozcamos qué ocurre en nuestra mente cuando dormimos. A diferencia de lo que pensamos normalmente, dormir no significa estar inactivos sino que es una actividad más de nuestro sistema nervioso.
Durante las horas de sueño, nuestro cuerpo equilibra el organismo, las células se regeneran y nuestros músculos y huesos reposan. Es decir, la parte ―material‖ del cuerpo requiere de este descanso pero el cerebro sigue trabajando, de forma diferente, eso sí.
Durante toda la noche podemos tener diferentes tipos de sueño pero, también, puede haber momentos en los que no soñemos. El mero hecho de dormir no implica soñar sino que, dependiendo de la fase del sueño en la que nos encontremos, podemos recrear este tipo de pensamientos o no.
Además, no siempre somos capaces de recordar los sueños que hemos tenido durante la noche. Por lo general, tan solo recordamos aquellos que acabamos de tener justo antes de despertar o aquellos que nos han podido alterar.
¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando dormimos?
Durante las horas de sueño, nuestro cerebro se activa casi de forma completa. Es decir, está más activo durante las horas de descanso que durante el día y, por ello, necesitamos que el flujo de sangre sea el doble del que usamos cuando estamos despiertos.
Pero es cierto que hay una parte del cerebro que no funciona cuando dormimos: el centro de la lógica. Y es precisamente por eso por lo que los pensamientos que acuden a nuestra mente, nuestros sueños suelen formar parte de un mundo más onírico y que no tiene por qué guardar relación con la realidad.
Además, es necesario conocer que nuestro cerebro también envía mensajes a nuestro cuerpo para que, durante el sueño, no se active ni reciba esos mensajes como reales. Para ello, el cerebro envía una serie de señales a la médula espinal que tienen como objetivo paralizar nuestro cuerpo. Este es el motivo por el que podemos estar viviendo una gran cantidad de aventuras con los ojos cerrados pero, nuestro cuerpo, permanece completamente inmóvil. La única parte de nuestro cuerpo que se mueve durante el sueño son los ojos que se activan cuando entramos en la fase que se conoce con el nombre de REM.(―rapid eye movement).
La función de los sueños
Ahora que ya sabemos que nuestro cerebro está mucho más activo de noche, vamos a continuar formulando sobre por qué soñamos cuando dormimos hablando de la función que tiene el hecho de soñar. Durante este momento del día, nuestro cerebro hace una tarea muy importante para nuestra memoria: desechar y seleccionar recuerdos. Esta tarea de ―almacenar‖ la información es de la que se ocupa nuestro órgano cuando estamos con los ojos cerrados.
Además, durante el momento del sueño, nuestro cerebro se encarga de intentar solventar los problemas o complicaciones que nos hayamos encontrado durante el día. Por ello, es importante dormir bien y descansar por las noches para que, así, al día siguiente toda la información pueda haber sido procesada, seleccionada y resuelta.
Los sueños y nuestro subconsciente
Muchos estudiosos han estudiado la relación existente entre nuestros sueños y nuestro subconsciente. Uno de los padres de esta teoría fue Sigmund Freud quién, incluso, elaboró un diccionario con la interpretación de los sueños. Está claro que, en muchas ocasiones, los sueños o pesadillas que recrea nuestra mente son un reflejo de alguna preocupación o situación de nuestra vida cotidiana.
Y, al no tener activada la parte ―lógica‖, la forma de representación de este problema se sale de los límites de la realidad y se nos presenta de una forma metafórica y surrealista.
Soñar que se te cae un diente o soñar que te persiguen son sueños muy comunes y a los que se les ha dado infinitas interpretaciones. Es cierto que analizar los sueños puede ayudar a sicoanalizarse pero tampoco debemos tomarnos esto al pie de la letra. Hay algunos sueños que no tienen por qué interpretarse de forma sicológica, simplemente son evocaciones mentales.
¿Siempre soñamos cuando dormimos? NO
Ahora que ya sabemos por qué soñamos cuando dormimos, tenemos que resolver otra duda muy común. Y es que, a diferencia de lo que muchas personas creen, no siempre que dormimos soñamos. Existen diferentes fases del sueño que se dividen en:
• Fase NREM (o NO REM): es la primera fase que transcurre durante los 30 o 60 minutos primeros. Durante este momento nos encontramos en la transición entre el sueño y la vigilia y, además en este primer momento del sueño, también se repite a lo largo de la noche. Durante esta fase, nuestros músculos se relajan y el metabolismo se ralentiza.
• Fase REM (“rapid eye movement): la fase REM tiene una duración media de 30 a 90 minutos, después, volvemos a tener una fase NREM y continuamos con los ciclos del sueño. De forma cíclica se van repitiendo estas fases durante la noche, por tanto, podemos tener hasta 5 sueños distintos en la noche si dormimos 8 horas. Como vemos, la diferenciación de ambas fases se ha establecido con el hecho de que nuestros ojos estén en movimiento o no. Tal y como hemos indicado más arriba, todo nuestro cuerpo permanece estático durante las horas de sueño. Todo excepto los ojos. Ellos son los indicadores de la actividad cerebral. Y es que durante la fase REM nuestro cerebro está mucho más activo y, por tanto, nuestros ojos reciben esta actividad con el movimiento. El cuerpo sigue relajado pero nuestra mente está más activa que nunca. Por tanto, no siempre que dormimos soñamos porque si dormimos y no llegamos a entrar en la fase REM nuestro cuerpo no estará tan activo como para recrear sueños. Además, las personas que padecen insomnio y se van despertando durante la noche puede que estén constantemente en la fase NREM y, por tanto, no terminen de soñar.