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PATRIARCAS – Final

Esta serie de artículos relativa a los Patriarcas del pueblo judío concluirá con el presente, en el cual se tratará de interpretar el significado que tuvieron estos tres hombres en la historia del pueblo de Israel.

La historia judía empezó hace unos 4.000 años (siglo XVII AC) con los patriarcas: Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob. Documentos descubiertos en Mesopotamia, que se remontan a los años 2000-1500 AC, corroboran aspectos de su estilo de vida nómade, descrito en la Biblia, única fuente histórica disponible. El Libro del Génesis relata cómo Abraham fue llamado desde Ur de los caldeos, a Canaán para formar un nuevo pueblo con la creencia en Un Dios.

Como se vio, en las tres historias cortas pero esenciales, en las que se narra los hechos más significativos en la vida de ellos, hay características comunes que hacen el carácter del actual pueblo judío. Hay vicisitudes, dificultades, amenazas, violencia, sucesos extraños a veces inexplicables que hacen una existencia muy particular por decir de alguna manera, de un pueblo elegido por Dios, que ha pasado tantos sucesos y ha sobrevivido a todos ellos, hasta nuestros días.

Actualmente el Estado Judío se define por su identidad étnica, pero reconoce que dentro el moran otras que son reconocidas como ciudadanos israelitas. Con esas etnias, especialmente la árabe, la convivencia social no es pacifica ni de tolerancia. Hay bastante impaciencia mutua, que caracteriza esa región del mundo como altamente conflictiva y hasta posible cuna de una catástrofe mundial.

Otra característica es que se trata de un estado confesional, es decir Israel es una nación donde oficialmente la religión del estado es la judía. El gobierno del país está influido y respeta como una parte de su ámbito de acción, al judaísmo como fe religiosa. La jerarquía religiosa es parte importante del pueblo, la creencia y el gobierno del país.

El país está prácticamente militarizado en razón de las amenazas y peligrosidad de la vecindad que rodea el 100% de sus fronteras. Sin embargo, de esta amenazante situación, los judíos aun esparcidos en varias naciones del globo terráqueo, aun muestran gran afán en retornar a la tierra prometida y dan mucho apoyo principalmente económico, para la existencia de la nación israelí.

Esta situación única en el mundo, atrae la atención mundial. El país, con todas las adversidades antes anotadas, goza de éxitos científicos, académicos, agrícolas, sanitarios, educativos, económicos y sociales que lo califican como uno de los más importantes y avanzados del planeta.

En este capítulo trataremos de destacar las situaciones históricas de Israel que en unos casos han forjado y en otros pueden haber influido en el carácter social, político, étnico y religioso de esa región y de la etnia judía. Contemplar, comentar los orígenes y sus actores puede ser el inicio.

La Fe inquebrantable en Dios.

Los tres patriarcas tienen contacto con Dios. En diferentes oportunidades de sus existencias, Abraham, Issac y Jacob tuvieron relación directa con Dios. En todos los casos, cada uno de ellos, se pusieron al servicio del Señor sin duda ni excusa alguna. Fueron obedientes y leales servidores de Él.

Los contactos que tuvieron los tres, se tratan de repetidas oportunidades que se produjeron, de varias maneras con apariciones, sueños, visiones, que por el relato bíblico fueron promesas, mandatos, instrucciones, pactos, que cada uno de ellos cumplió y obedeció fielmente.

Dios prometió repetida y sucesivamente a cada uno de ellos, que serían dueños de un espacio en Canaán, que llamarían la tierra prometida por Dios, en la cual la descendencia de cada uno, formaría un gran y extenso pueblo como “los granos de arena del desierto”.

A esa tierra prometida, el primero en dirigirse a ella fue Abraham y la conquisto y permaneció en ella y formo su familia y sus bienes en base al trabajo nómada agrícola y ganadero. En ella, cumplió con el pedido de Dios respecto a la circuncisión como señal del pacto de por vida, que hacia el pueblo elegido con Dios.

El   segundo      Patriarca      Isaac,       al      igual         que      su      padre Abraham, guardó una fe inquebrantable a Dios. En sus apariciones, le repitió que Canaán es la tierra prometida para  su  descendencia,  asegurándole  como  a  su  padre Abraham, una descendencia numerosa. La descendencia de Issac fueron dos hijos mellizos Esaú el mayor y Jacob el segundo. Este último fue el hijo escogido para descendencia del pueblo de Israel, pese a que por la ley judía de ese entonces el derecho de primogenitura aseguraba al hijo mayor, en el caso Esaú, como el señalado. Una historia increíble narrada en la Biblia, única fuente disponible, detalla los sucesos que hicieron de Jacob el señalado para la descendencia del pueblo judío.

El tercer Patriarca Jacob, renombrado por Dios en un momento de su vida, como Israel, es el que tiene descendencia numerosa, 12 hijos que son los que conformarían las 12 tribus que componían al pueblo de Israel. El penúltimo hijo de Jacob, llamado José, es quien proporciona a su padre y 11 hermanos residencia en Egipto, cuando se produce una sequía prolongada en las tierras de Canaán. La vida buena de principio en el país de las pirámides, aumenta considerablemente la descendencia de los 12 hijos, que después de 400 años terminan siendo esclavizados brutalmente por los faraones egipcios y salen huyendo de ese país protagonizando el Éxodo y deambulando por el desierto 40 años, hacia la tierra prometida a sus antepasados y padres. Esta es otra historia del pueblo de Israel.

La infertilidad de las esposas.

Tanto Sara, como Rebeca esposas de Abraham e Issac padecían de infertilidad. En el caso de Jacob, él amaba a Raquel una de sus dos esposas, la cual también padecía del mismo mal de infertilidad. Las tres mencionadas, eran las mujeres de la preferencia de cada uno de ellos respectivamente y las tres sufrían del mismo impedimento. La concepción de hijos parecería que les estaba negado por la naturaleza, sin embargo, las promesas de Dios hicieron que ellas terminaran alumbrando a quienes serían el nexo de la descendencia.

El padre Abraham y el nieto Jacob, además, tuvieron hijos en las esclavas de sus esposas. Jacob con dos esposas, tuvo hijos con ambas, Raquel y Lía que eran hermanas.

La infertilidad de las mujeres escogidas por los tres Patriarcas es otra característica en ellos. La oración al Señor de cada uno, por tener descendencia con la mujer escogida; la promesa de Dios de una larga descendencia para un pueblo numeroso, produjo el milagro de concebir y dar a luz en los atardeceres de la vida de ellas, a los hijos que serían el nexo de la descendencia.

De esta manera, Dios probó a los tres Patriarcas, su omnipotente poder de lograr lo que era imposible tanto por la infertilidad como por la edad de concepción de las madres, que ya eran muy avanzadas y biológicamente imposible de ser madres.                  

Asimismo, la descendencia se produjo por el hijo concebido en la mujer escogida como esposa. Los otros hijos de los Patriarcas, nunca fueron tomados en cuenta, pese a la primogenitura que ostentaban, y al derecho que les asistía, de acuerdo a la Ley de ese entonces.

La relevancia personal de Los Patriarcas.

Los tres personajes constituyen el inicio de la existencia del pueblo judío. Son por lo tanto seres de notoriedad. La historia y el tiempo de la nación israelí, destacan aún más el origen de este pueblo.

Sin embargo, en los relatos de la fuente histórica disponible, la Biblia, respecto a la vida de cada uno de ellos, se puede apreciar que ninguno es un hombre de trascendencia y relevancia individual. Su vida no está caracterizada por hechos heroicos, actividades de gran importancia, acciones que forjaron el presente y futuro de la nación israelí.

Por el contrario, eran hombres comunes, sin hechos notables, con una humildad y pasividad notoria. Llevaban y tenían una vida intrascendente, de trabajo y al compás del tiempo de ese entonces que transcurría entre el descanso, el desarrollo de la crianza de los animales y la faena agrícola y posiblemente en la alimentación y atención a la familia y servidumbre que dependía de ellos.

Pero hay algo que caracteriza a los tres hombres y les da notoriedad. Su comunicación con Dios. Es esta fortuna que los hace especiales. Esta característica los hace venerables ante su pueblo en todos los tiempos. El Dios de Abraham de Issac y de Jacob que se presenta ante ellos y les habla, les promete, los somete a pruebas de fidelidad y hasta hace un pacto de por vida con el primero de ellos, que será siempre obedecido y reconocido mediante la circuncisión practicada a todos los varones judíos recién nacidos hasta los primeros 8 días de su nacimiento.

Este hecho, influye desde entonces en la historia y el carácter del pueblo judío en todos los tiempos. Es el pueblo escogido por Dios, con el cual tuvo un pacto y una promesa. Será el pueblo de Dios y el que inclusive tiene el territorio señalado por el Señor como espacio de su permanencia y habitabilidad. Es la tierra prometida en la que se desarrollara la numerosa descendencia. Es la tierra de Canaán.

El pueblo sobrevivirá acontecimientos terribles en su historia y pese a la fatalidad de los acontecimientos el judío sobrevive unas veces dentro su territorio y muchos otros fuera de él, errando por el mundo.

 Su historia.

Ningún  pueblo  ha  sobrevivido  las  circunstancias  que  a  ellos  les  tocó  sufrir.  La esclavitud egipcia, el vagabundeo de 40 años por las arenas del desierto, portando sus símbolos religiosos y patrios hasta retornar a la tierra de Canaán, la diáspora o dispersión del pueblo desde el año 73 de la era cristiana, el rechazo, la expulsión y hasta los intentos de exterminio que se practicaron contra la etnia judía en diferentes épocas y países del mundo como la inquisición, las guerras mundiales, el nazismo, el comunismo y las guerras contra el reciente estado judío que amenazaron su existencia desde las 24 horas siguientes a su creación, el 14 de mayo de 1948.

En su historia también está inscrita un hecho horrendo que, pese al tiempo transcurrido, en la narrativa mundial, aún es un recuerdo lamentable de horror, odio, soberbia, injusticia y abuso. Es el martirio y muerte de un hombre universalmente conocido como Jesús, llamado el Mesías, el cual fue juzgado, martirizado, crucificado y muerto bajo las leyes y ritos de la nación judía. Este bárbaro hecho, recorrió las mentes de los habitantes del mundo de todas las épocas y fue universalmente condenado en todas las épocas hasta la actualidad.

Pese a la aceptación histórica de este hecho, el pueblo judío no reconoce a la víctima, el carácter divino que la religión cristiana fundamentalmente le otorga. Esta posición es una causa de la división entre las religiones abrahámicas y monoteístas que comparten un origen común con los tres Patriarcas.

Israel es una nación y pueblo que aun marcara la historia mundial y el espíritu de la humanidad.

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