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Osmar Delmar Oña Quenta: Vida despues de la muerte, ficción o realidad

COLUMNA LIBRE 

Osmar Delmar Oña Quenta: Vida despues de la muerte, ficción o realidad 

INTRODUCCION. 

La muerte, definición científica y su etimología La muerte se puede definir como un evento resultante de la incapacidad orgánica de sostener la homeostasis. Dada la degradación del ácido desoxirribonucleico (ADN) contenido en los núcleos celulares, la réplica de las células se hace cada vez más costosa. 

Establecer el origen etimológico de la palabra muerte nos lleva a trasladarnos hasta el latín. Y es que en concreto descubrimos que aquella procede del vocablo latino mors, mortis que es el que daría lugar con el paso del tiempo al verbo morir como se lo conoce ahora. 

Sócrates dice que  ̳Morir es un cambio de existencia, y para el alma una migración de este mundo hacia otro‘. 

Platón por su parte dice  ̳El cuerpo es la prisión del espíritu, de la que escapa con la muerte‘. 

Según la Dra. Elisabeth Kübler-Ross, en su libro  ̳La muerte un amanecer‘, expresa que: ̳La muerte es sólo un paso más hacia una forma de vida en otra frecuencia…., la experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento. Es un nacimiento en otra existencia……la muerte no es más que el abandono del cuerpo físico, es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo, riendo y en el que se tiene la posibilidad de continuar creciendo‘. 

El Dr. Rubén Bild, especializado en la disciplina que se ocupa del fenómeno de la muerte en sí, como un proceso más del ciclo vital del individuo y de los fenómenos psíquicos que se producen frente a la misma, manifiesta que:  ̳La muerte es un tema eludido, soslayado, negado por nuestra sociedad moderna, que ha hecho un culto de la juventud. Olvidamos que es una parte de la existencia, como el nacer y que también en esa etapa final puede haber crecimiento y desarrollo. No es una enfermedad ni una prisión de la que debemos escapar. 

Los que han tenido la fortuna de que la muerte les avisara su llegada por anticipado, tuvieron una posibilidad más de llegar a ser, en esos postreros momentos, plenamente humanos‘. 

El filosofo español, Jorge Santayana (1863-1952) decía que «una buena manera de probar el calibre de una filosofía es preguntar lo que piensa acerca de la muerte. 

De esa manera, en el curso de la historia han surgido distintas ideas acerca de la muerte. Así, podemos encontrar una idea de la muerte en el naturalismo, en el platonismo, en el budismo, en el cristianismo, etc. 

También es distinta la idea de la muerte en las distintas culturas, en los distintos períodos históricos y en los distintos lugares que configuran una mentalidad colectiva. 

Así como hay ideas acerca de la muerte, en la misma forma, encontramos distintas ideas sobre el destino del hombre después de la muerte. Estas ideas se expresan esencialmente en las diferentes religiones, mediante «fórmulas consoladoras» que prometen la inmortalidad en el más allá. 

La teoría de la reencarnación por ejemplo, considera que al sobrevenir la muerte, el alma del hombre emigra a otro cuerpo, esto es, se reencarna. La serie de transmigraciones y reencarnaciones constituye a su vez una recompensa o un castigo; cuando hay castigo, las almas emigran a cuerpos inferiores; cuando hay recompensa, a los cuerpos superiores, hasta quedar, finalmente, incorporados a un astro. 

El budismo dice: las almas de los hombres pueden transmigrar, pero toda transmigración constituye un castigo. Para evitarlo hay que llevar una vida pura, única forma de superar la pesadilla de los continuos renacimientos. Siendo así, la existencia se sumerge en el nirvana, estado de serenidad inefable que se caracteriza por la cesación del sufrimiento y de la miseria. 

El Catolicismo por su parte, asegura que hay sobrevivencia individual de almas, acompañada luego por la resurrección de los cuerpos. Al respecto, el converso Pablo de Tarso, atalayando el suceso conmovedor del juicio final escribió: «porque sonará la trompeta y los muertos resucitarán incorruptibles». 

También existe una concepción naturalista que niega toda inmortalidad. Esa concepción dice que no hay sobrevivencia de ninguna especie. La vida del hombre se reduce a su cuerpo, y al sobrevenir la muerte, tiene lugar la completa disolución de la existencia humana. 

Existen más concepciones sobre la muerte y sobre lo que viene después de la muerte. Pero, independientemente de la idea que se tenga, el hombre debe reflexionar sobre la fugacidad de su tránsito por la vida, y meditar sobre su destino. 

En ese sentido: «La Muerte y sus símbolos son en Masonería la preparación y la puerta de una mejor comprensión de la vida». No hay duda de que reflexionando de esa manera, el hombre puede sacar conclusiones provechosas, que contribuirán poderosamente a modificar su fanatismo y sus pasiones. El hombre ha de dejar algún fruto, o muchos frutos, para que el día de su muerte la sociedad pueda sopesar escrupulosamente su obra, y si es buena, el juicio de la historia le concederá la inmortalidad. 

DEFINICION DE REALIDAD Y FICCION.

La realidad es aquello que acontece de manera verdadera o cierta, en oposición a lo que pertenece al terreno de la fantasía, la imaginación o la ilusión. Lo real, por lo tanto, es lo que existe efectivamente. 

En cambio la ficción por su parte es al acto y consecuencia de fingir (es decir, de permitir la existencia de algo que, en realidad, no aparece en el plano real). En este sentido, se puede decir que una ficción es una cosa que ha sido fingida o bien, que se trata de un invento. 

CONCLUSIÓN

De lo anterior, podemos concluir que desde tiempos inmemoriales y desde que el hombre es hombre ha desarrollado el pensamiento simbólico, en ese sentido hace más de 10.000 años atrás, ya algunas culturas en el Neolítico han empezado a rendir culto a la muerte, hasta llegar al desarrollo avanzado del pensamiento humano que ha dado lugar o paso a establecer en diferentes pensamientos religiosos o no, la certeza de que la vida trasciende a la muerte, es así como vimos anteriormente que por ejemplo es sorprendente saber que sólo las comunidades cristianas, judías y musulmanas disponen de cementerios propios. En otras culturas se deshacen de las víctimas. Por ejemplo, en la India o en el Nepal,  ̳arrojan las cenizas de los cuerpos que antes han incinerado al río Benarés‘. Por aquellos lugares, la cremación es una práctica común, síntoma quizá del desapego por lo material, quizá a consecuencia de la creencia en la trasmigración de las almas. Si es así, qué importa el destino de lo material. 

Por todo ello puedo concluir que si bien el hombre muere, pero con su muerte inicia una nueva vida pues la fuerza vital es indestructible, subsiste más allá de la muerte. En consecuencia estamos sometidos a un constante proceso de transformación, todo lo material cambia e inclusive puede ser destruido, pero siempre se conserva la fuerza vital a la cual debe su existencia; lo eterno, aquello que no puede desaparecer, pues una y otra vez vuelve a resurgir en forma distinta, se renueva y vuelve a nacer. La propia idea de la vida contiene ya el germen de la muerte y se expresa en un principio dualista. La idea de la resurrección humana se basa en la reaparición de los astros después de que han descendido detrás del horizonte al mundo de los muertos. 

Esta enseñanza que todos los días nos lo hace vivir el propio Sol, naciendo incansablemente por oriente y muriendo indefectiblemente por el poniente; permanentemente siguen este ciclo cósmico del nacer y el morir – morir y nacer.  ̳Ni la naturaleza ni el hombre están condenados a la muerte eterna. Las fuerzas de la resurrección actúan: el sol reaparece cada mañana después de haber pasado la noche. Muere y renace; del mismo modo que la luna desaparece del cielo y reaparece al ritmo de sus fases. La muerte y la vida son dos aspectos de una misma realidad. La vida brota de la muerte y el ejemplo mas palpable de aquello la tenemos todos los días frente a nuestros ojos, pues las plantas mueren y se convierten luego en él sedimento origen de nueva vida, es decir que la muerte no hace otra cosa que transformarse en vida. 

La muerte no es real, incluso en el sentido relativo -no es sino nacimiento a una nueva vida- es ir adelante, y adelante, y adelante, a planos de vida superiores y más altos todavía, lo que convierte a la vida después de la muerte en una realidad que perdura por eones y eones de tiempo. El universo es nuestro hogar, y con la muerte, solo estaremos explorando sus más alejados escondrijos antes del fin del tiempo. Estamos habitando en la mente infinita del TODO, y nuestras posibilidades y oportunidades son infinitas, tanto en tiempo como en espacio. Y al final del gran ciclo de eones, cuando EL TODO atraiga de vuelta hacia sí todas sus creaciones, iremos contentos, pues entonces seremos capaces de conocer toda la verdad de ser uno con EL TODO. Tal es el dictamen de los iluminados -aquellos que han avanzado mucho a lo largo del sendero. 

Entonces, entendamos pues la muerte QQ:. HH:., como la metamorfosis del gusano de seda en una mariposa; como el proceso donde el individuo se deshace de su cubierta exterior, que le ha servido durante su vida terrenal por los años de su existencia, para después pasar a la realidad de la vida después de la muerte del cuerpo material en este mundo. 

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