INTRODUCCIÓN
Un concepto común, en casi todas las civilizaciones, es el de aseverar la existencia de otra vida después de la muerte. Las afirmaciones para respaldar esta idea son las que se conocen como Mitos-logía. En especial la mitología egipcia, durante milenios, se preocupó en el entendimiento de la justicia, equidad y sobre todo la vida más allá de la muerte. En este ámbito Osiris representa una de las deidades más importantes en la transición de pasar por el umbral de la muerte; ya que, tras el fallecimiento -en la cosmovisión religiosa egipcia- el candidato esperaba alcanzar el reino de Osiris o reino de la inmortalidad siguiendo un procedimiento denominado: El juicio de los muertos.
DESARROLLO
Osiris, dios de la resurrección y la fertilidad, hermano del dios Seth, nació en Tebas y tuvo como misión principal ir por todo Egipto para enseñar a las personas no solo a trabajar la tierra sino también hacer conocer el misterio de la resurrección; del mismo modo que él lo había hecho después de que Seth lo descuartizó y echó pedazos de su cuerpo en distintos lugares del reino. Su esposa Osiris reunió todos los pedazos y los mando a embalsamar para resucitarlo. El Gran Ra -el Dios del Sol- al conocer dicha traición, mandó a Osiris al mundo subterráneo, donde se convierte en el triunfador del mal y en el juez de los muertos.
Esta deidad mitad humano y mitad dios, estableció normas y rituales fundamentales para la vida en sociedad, por añadidura Egipto no tardó en ser reconocida como la “tierra de Ma’at” es decir, el símbolo que encarnaría aquellos principios y valores conformados por la armonía, el orden, la verdad y especialmente la justicia para valorar el verdadero sentido de la vida por encima del bien y del mal. En este escenario, los acontecimientos naturales y sobrenaturales dependían de Osiris; curiosamente se establece que el comportamiento humano que siempre deambula pendularmente en el caos y en el orden, estaría supeditado al de los dioses para que los guíen y hagan un buen uso del discernimiento; adicionalmente, el mito de Osiris nos sugiere una premisa muy importante: igualdad ante la muerte.
A diferencia de otras civilizaciones, Egipto brinda una visión esperanzadora sobre la vida después de la muerte así como la existencia de otro mundo muy diferente al plano que conoce el humano. Tras esta vida terrenal el difunto adepto egipcio se dirigía al tribunal de Osiris el cual contaba con una purificación en distintas fases, para tal efecto, diversos requerimientos ritualísticos obligaban a los egipcios a ocuparse detenidamente en los preparativos necesarios que garanticen su acceso al más allá, y en especial para superar el juicio de los muertos conformado por 42 jueces.
Las almas debían recorrer un largo camino antes de enfrentar al tribunal de Osiris en la denominada sala de la verdad (sala de la pesada). Es así, que en la balanza de Ma’at, el corazón del difunto que representa al alma del adepto, sería valorado en los siete niveles de justicia -simbolizando sus acciones y sus frutos de alto nivel de moralidad- por lo que es de esta manera colocado sobre uno de los platillos de la balanza y en el otro platillo la pluma de Ma’at -en representación de la verdad y la justicia además como principio creador del orden divino- el corazón del difunto debía tener imprescindiblemente el mismo que el peso que la pluma de Ma’at. El dictamen, supervisado por Thoth el gran sacerdote de la sabiduría y la escritura personificado con cabeza del ave Ibis con una paleta y un cálamo anota cuidadosamente el resultado de la pesada. Anubis, con cabeza de chacal lleva al adepto conduciéndolo ante la presencia del tribunal divino donde con la perspicacia que lo caracteriza coloca el corazón (el alma) en la balanza del pesaje observando cautelosamente el resultado de su peso; dependía de aquel peso donde: 42 jueces inquisidores cuestionaban al adepto: matar, mentir, usar la violencia, robar, blasfemar, no haber hecho daño a nadie ni causado pena alguna, ni haber faltado a los principios del templo (hipocresía, ignorancia y ambición), ni realizar actos indebidos que vayan en contra del Gran “Ra” El Sol de Soles impediría así que un individuo accediese al más allá, a la Vida Eterna por ser justo y glorificado a la gloria de Ra y en cambio al mínimo desequilibro de estas buenas costumbres el resultado tenía la pena máxima: de que su corazón fuera devorado por el gran maléfico devorador Ammit, una criatura monstruosa quien erguida con patas de león, cabeza de cocodrilo, tronco de león y ancas hipopótamo luego de su cometido privaría al difunto de no continuar su existencia. Thoth, el dios de la Tablilla y la Pluma correspondiendo a un gesto de Anubis debía registrar el resultado del juicio. En tal caso que si el candidato pasara la prueba, era conducido por Horus hijo de Osiris y podría ser admitido e ingresar al paraíso eterno (Aaru).
Con el relato anterior vemos que desde tiempos ancestrales se diferencia la justicia profana totalmente dialéctica con la justicia divina liberada de los pares de opuestos encima del bien y del mal. Mientras la justicia profana está sometida a aberraciones e intereses personales; el gran iniciado tiene la motivación de solicitar justicia para su mundo interior. Para quien ha despertado su supra-consciencia por medio de su chispa divina solo le queda ser justo para imponer orden al caos, quien trabaja por un mundo justo debe trabajar en el valor de su justicia, no la justicia de los humanos; sino la justicia íntima divina en nosotros que habita en el último vestigio divino o el alma inmortal, justamente localizada -para los egipcios- en el corazón, que durante el juicio de los muertos es el órgano que testifica contra su portador quien debe mantener el equilibro de la balanza junto a la pluma de la verdad, y es la base ritualistica de nuestro grado trigésimo primero. Curiosamente tiene relación con el primer grado cuando nos preguntan: ¿Qué recuerdo desearías dejar de vos después de vuestros días?
Recordemos nuestro ingreso a nuestra Logia Simbólica, cuando se nos toca el corazón y se nos exhorta a ser conscientes de nuestra nueva vida. De la misma manera sucede cuando entramos a la logia de Perfección a descubrir y conservar el corazón embalsamado del Maestro Hiram que ha pasado las pruebas del tribunal de Osiris. Todo esto sucede así, porque tanto el Alma como la consciencia: Son nuestros grandes juzgadores es a nuestra justicia íntima a la que tarde o temprano nos vamos a someternos pero Ilustres Hermanos debemos estar alerta de no ser devorados por Ammit.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Toda la Orden masónica es corazón: Nuestro corazón simboliza el cúmulo de todas las virtudes practicadas, y es el lugar donde nuestro verdadero ser genera valor, es la luz que todos buscamos (no afuera, sino dentro de nosotros mismos) y nos permite ser personas justas, equitativas y gloriosas en todo tiempo y espacio. Una luz que tiene como finalidad iluminar nuestra oscuridad interna, sin necesidad de ultrajar a nadie.
Se puede encontrar esta frase en una estela en el Louvre:
“En cuanto a mi corazón, él me ha hecho llevar a cabo estas acciones, mientras que él guiaba mis asuntos. Fue para mí un testigo excelente… Yo descollaba porque él hacía que yo actuase… Es un juicio de Dios que está en todo cuerpo.”
¿Cuánto pesa mi corazón en la balanza?
Cada solsticio los masones nos reunimos para analizar nuestro balance del bien y del mal. Se nos invita a perdonar y ser amorosos con nuestro prójimo. Entendemos ahora a mayor cabalidad porque nacemos y fallecemos tantas veces de manera simbólica.
El justo tiene la capacidad de mirarse a sí mismo y a sus acciones positivas, sin afirmar la ausencia de errores en su vida propia. Debemos tener la capacidad de juzgar nuestras acciones para continuar nuestro pretendido trabajo de reconstruir nuestro templo interior erigido a la justicia.
La chispa divina que habita en nuestro corazón debe ser capaz de desarrollar dos aspectos claves: Sinergia para trabajar por una mejor sociedad y capilaridad para poder acceder en todos los niveles de nuestra oscuridad, recordando que para un Juez Inquisidor, la oscuridad es una verdad invisible.
La masonería busca que seamos personas equilibradas, cumpliendo la virtud de la justicia y el valor de la equidad. Ojalá cuando enfrentemos el juicio de los muertos, cuando nos toque -si es que llegamos- podríamos afirmar seriamente:
“He intentado ser justo en mis palabras, justo en mi accionar y cada vez he sido menos injusto. No nací en vano y seguiré viviendo en lo más puro de vuestras almas allí donde nace el más noble sentimiento del amor fraternal.”
En conclusión, nuestra labor es inspirar justicia en otras vidas de este plano terrenal, si tan sólo pudiera inspirar al menos una vida ya me sentiría un poco más justo.
Es mi palabra,
Erik Mauricio Sotomayor Yevenes, 31°
Campamento de Cochabamba, 15 de octubre de 2024 e.v.
BIBLIOGRAFÍA
- Libro de los Muertos, Capítulo 124.
- Anuarios Sob. Tribunal de Jueces Inquisidores Grado XXXI “Equidad Nº 1”. 2019-2022
- Ritual y Catecismo del Grado.
- Grados obtenidos en la Masonería.
- Elias E. Egiptólogo.