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Orlando Sanjinés V.: SENDERO DE LA FILOSOFIA INICIATICA

Columna libre

Orlando Sanjinés V.: SENDERO DE LA FILOSOFIA INICIATICA 

Prologo: Considerando que la iniciación es una filosofía, misma que no consiste en una acumulación de conocimientos especulativos para que tengamos muchos temas exóticos de conversación ni para demostrar a los otros lo mucho que sabemos, sino que pretendamos llenar los conceptos de sentido. En otras palabras la filosofía iniciática busca por todos los medios que “re-cordemos” es decir que re-conozcamos nuestra verdadera naturaleza para encarar el rol de “nobles caminantes” a fin de volver al corazón. En este sentido para empezar a desarrollar el tema me permito presentarles una anécdota de: 

LOS TRES PICAPEDREROS 

En una ocasión, un caminante se encontró un grupo de picapedreros, ocupados en la construcción de un edificio y quiso saber en qué obra estaban trabajando. Preguntó al primer obrero y este le respondió: “¿No ves? Pico piedra”. No conforme con la respuesta, interrogó al segundo albañil y este dijo con sinceridad: “Me gano el pan”. Por último, decidió preguntar al tercer trabajador y este dijo con orgullo: “Construyo una catedral”. Como podemos apreciar en esta reveladora historia, el primer picapedrero no tenía idea de qué estaba haciendo pero lo hacía porque así se lo habían ordenado, aun sin saber cuál sería el resultado final de su trabajo. El segundo mantenía una postura egoísta y pensaba en su propio provecho: ganar dinero a través de su trabajo. El tercero era un obrero consciente de su labor, pues sabía que con su granito de arena estaba colaborando en la construcción de algo monumental. Esto es importante destacarlo: el obrero consciente sabe que transformando su vida puede transformar al mundo, pues con un aporte mínimo puede cambiarlo todo. 

Desarrollo.- 

(Confucio) “Yo únicamente transmito; no puedo crear cosas nuevas. Creo en los antiguos, y por lo tanto, los amo” 

Muchos seguramente nos preguntamos: ¿por qué debemos iniciar el camino de autoconocimiento? o – dicho de otro modo– ¿en qué nos beneficia emprender con estudios filosóficos? 

El objetivo fundamental de la masonería es brindar a los iniciados las herramientas necesarias para potenciar una profunda transformación interior, que despierte sus facultades latentes y revolucione su conciencia a fin de alcanzar la autorrealización. 

Caminando por sus enigmáticos salones, el recipiendario podrá encontrar respuestas a algunas de sus preguntas existenciales e imaginar así su propia peregrinación por el Sendero Iniciático, repleto de símbolos, pruebas y desafíos, hasta llegar al recinto más sagrado de todos, el Sancta Sanctorum. 

No podemos esperar que los cambios vengan de afuera. Para cambiar el mundo, primero debemos cambiar nosotros interiormente. Si queremos un mundo más justo, más virtuoso, menos corrupto, menos violento, nosotros mismos debemos ser justos, virtuosos, erradicando de nuestra vida toda conducta corrupta y violenta. 

La vida sin rumbo que nos propone la sociedad de consumo -estructurada en torno al materialismo y la ignorancia- nos ha convertido en marionetas de las circunstancias y esclavos de nuestros deseos. La filosofía perenne es una alternativa real que se contrapone a la sensibilidad predominante en el mundo moderno y nos invita a tomar el control de nuestra existencia, formándonos integralmente a fin de alcanzar una vida plena. 

Vale la pena vivir de una manera más digna y consciente y atreverse a transitar la senda de los antiguos, aun cuando el mundo entero parece estar yendo en la dirección contraria. 

El método de estudio que presenta la Orden, se fundamenta en el esfuerzo personal y en la diferenciación entre “leer” y “estudiar”, pues –si bien la lectura puede “abrirnos los ojos”– es imposible alcanzar la iluminación o iniciarse simplemente acumulando datos e información. 

Los alquimistas decían: “Rumpite libros ne corda rumpantur” (“Romped los libros, no sea que rompan vuestro corazón”), que en su sentido profundo significa que los libros son como un fin en sí mismo y no como un medio para algo superior pueden ser más nocivos que beneficiosos. 

Quienes prefieran simplemente “leer” podrán INFORMARSE de una gran variedad de temas, pero aquellos que realmente prefieran “estudiar” tendrán la oportunidad de FORMARSE, atendiendo al método práctico y gradual, basado en la máxima de “APRENDER HACIENDO”. 

Sin embargo, este enunciado está bastante alejado del espíritu de nuestros estudios, ya que estamos en consonancia con dos ideas capitales enseñadas por los antiguos: 

1) Platón dijo: “Todo conocimiento es recuerdo”, por lo cual los instructores y/o hermanos mayores deben “facilitar” el camino para que el iniciado “recuerde” lo que ya sabe interiormente. 

2) Aristóteles agregó: “Lo que tenemos que aprender, lo aprendemos haciendo. Lo que se memoriza se olvida y sobre todo, si lo que se aprende no proviene de la experiencia propia, no se aprende y se olvida rápidamente”. 

Teniendo en cuenta esto: 

“LA ORDEN lesfacilitara el conocimiento y las técnicas para acceder a otros niveles de conciencia y recordar. 

Los INICIADOS deben ser disciplinados y constantes, llevando a la práctica lo aprendido y no se limiten a acumular información”. En concordancia con esto lo que se tiene que practicar es: 

Haz algo más que existir, VIVE. Haz algo más que mirar, OBSERVA. Haz algo más que leer, ASIMILA. Haz algo más que oír, ESCUCHA. Haz algo más que escuchar, COMPRENDE. Haz algo más que hablar, DI ALGO ÚTIL. Haz algo más que proponer, ¡ACTÚA! 

Por otro lado, la Iniciación generalmente es entendida como un rito, una ceremonia más o menos secreta a través de la cual un individuo pasa a formar parte de una cofradía u orden con usos y costumbres que dicen remontarse a tiempos pretéritos. 

Sin embargo, el significado más profundo de estos términos enseñando en este recinto es absolutamente diferente a su acepción popular. 

Siendo así, la Filosofía Iniciática se debe entender como “amor a la sabiduría”, un conocimiento profundo que puede ser aplicado perfectamente a nuestra vida cotidiana para que ésta sea más luminosa y seamos más conscientes. El Filósofo, como “enamorado de la verdad”, sigue el ejemplo de los antiguos en su búsqueda de lo veraz, lo justo, lo bueno, lo bello, y rechazando sus contrarios: lo falso, lo injusto, lo malo, lo grotesco. 

Por otro lado, en este lugar la Iniciación se debe comprender, no simplemente como un rito, práctica o ceremonia, sino como un “estado de conciencia” que se alcanza luego de una esforzada peregrinación por un camino de perfeccionamiento que se denomina tradicionalmente “Sendero Iniciático”. 

En el frontispicio de algunos Templos Masónicos se puede apreciar una placa de granito donde está inscrita prolijamente una vieja máxima latina a modo de advertencia: “Procul hinc, procul ite prophani” (¡Lejos de aquí, alejaos profanos!). Esta frase es un aviso muy claro dirigido a los curiosos y a aquellos que no tienen el mérito suficiente para ingresar al Templo, que en la jerga filosófica reciben el nombre de “profanos”. El camino de la sabiduría está abierto a todos y todos son invitados a hollarlo, aunque verdaderamente no todos están dispuestos a recorrerlo. Por esta razón, algunos instructores espirituales prefirieron dedicar sus inspiradas obras “a los pocos” es decir a aquellas personas valientes que ante el llamado de su Maestro Interior, acuden a él y deciden remar contra la corriente. 

Pero, ¿quiénes son realmente los profanos? En una primera aproximación y siguiendo la etimología de la palabra, podemos decir que son aquellos que prefieren quedarse “afuera del Templo” y que están sujetos a la apariencia puramente exterior de las cosas. Mientras que los profanos fundamentan sus vidas en la materia, en la ilusión y la ignorancia, alejados de cualquier pensamiento trascendente (lo cual es incentivado por nuestra actual sociedad de consumo), los iniciados y los discípulos –por su parte– viven en comunión permanente con lo trascendente, convirtiendo su profesión, actividad u oficio en un “sacrificio” (oficio sagrado). 

Nuestro Programa de estudios en la Orden, ha sido diseñado para que el iniciado obtenga los conocimientos necesarios a fin de despertar su conciencia y convertirse en obrero en la construcción de algo más grande. Por esta razón nuestra asociación ha sido llamada “Opus Philosophicae Initiationis”, pues implica la consolidación de una “Gran Obra” (Opus) que no es otra cosa que la formación de mejores seres humanos que encuentren el sentido de la vida y que colaboren en la construcción de una sociedad mejor. 

No hay nada novedoso en lo que enseña la masonería. Su intento se limita a presentar “vino viejo en botellas nuevas”, tratando de hacerlo de la mejor manera y siendo fieles a las enseñanzas sagradas que los Maestros de Sabiduría transmitieron a la humanidad. 

En palabras de Erich Fromm: “La revolución de nuestros corazones no exige una sabiduría nueva, sino una seriedad y una dedicación nuevas”. Juan 12:24 dice “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero si muere, produce mucho fruto” 

Ustedes saben que el grano de trigo no produce nada, a menos que caiga en la tierra y muera. Y si muere, da una cosecha abundante.(VITRIOL) 

En él, todo nos recuerda que una parte de nosotros tiene que sacrificarse y morir para que en nuestro interior nazca algo mejor. Para que la planta nazca y crezca, debe morir la semilla. 

Si has dado el primer paso motivado por simple curiosidad o morbo por conocimientos exóticos, tal vez sea mejor que vuelvas atrás, porque el camino iniciático no es para los tibios ni para aquellos que buscan incorporar elementos fantasiosos a una vida aburrida y sin desafíos. Esta senda de perfeccionamiento tampoco es un pasatiempo ni una moda, pues implica un cambio radical de tu vida, la aniquilación del viejo “yo” para que nazca un nuevo ser. Resumiendo: para avanzar debes estar seriamente dispuesto a cambiar tu existencia, tener pureza de intenciones y comprometerte seriamente contigo mismo. 

El primer paso para comenzar a transitar el sendero consiste en tomar conciencia de nuestra situación actual, los hombres que llegan hasta este punto crucial del sendero y desean cambiar, generalmente adoptan una de estas tres posturas: 

a) El valiente: Es aquel individuo que decide –sin vacilar– dar un cambio radical de su existencia, analizando y modificando sus comportamientos viciosos para poder transitar hacia la autorrealización. 

Esta opción implica mucho sacrificio, dedicación y trabajo, pero con un método gradual y ordenado, inspirado en las enseñanzas primordiales, el éxito está asegurado. 

b) El cobarde: Es aquel individuo que aun sabiendo que debe cambiar no mueve un dedo para salir de su triste situación. Los cobardes y timoratos que anhelan “cambiar sin cambiar”, quieren obtener resultados diferentes haciendo lo mismo de siempre, y van pasando de organización en organización, de iglesia en iglesia, de secta en secta, sin practicar ni interiorizar ninguna de las enseñanzas que se les brinda. 

Muchas veces, estas personas –convencidas de la validez del Sendero Iniciático pero sin fuerza de voluntad para caminarlo– bajan los brazos y se resignan a continuar viviendo de la misma manera que siempre, aunque adoptando una “postura espiritualista”, llenando su casa de objetos “místicos”, practicando algunos ejercicios aislados sin una metodología apropiada e incluso usando palabras exóticas, conformando de este modo una especie de “máscara espiritual” que –al carecer de una base sólida– se descascara con mucha facilidad. El cobarde tiene un gran problema: no tiene la constancia necesaria para pasar de la teoría a la práctica. 

c) El indiferente: Es aquel individuo que sabe que debe modificar profundamente su vida pero que – ante las dificultades del sendero– prefiere optar por la comodidad burguesa que le ofrece la sociedad de consumo. Entre la aventura y el sofá, el indiferente elige el confort del sofá. 

En ocasiones, estas personas acuden a conferencias, cursos y charlas sobre temas espirituales, pero cuando llega el momento de comprometerse, vuelven a sus casas, toman el control remoto de la tele y se olvidan del tema. 

El indiferente no solamente no tiene constancia y la voluntad para pasar de la teoría a la práctica sino que se autoengaña creyendo que la sola lectura de libros esotéricos y espirituales lo puede ayudar mágicamente a avanzar en el sendero. De este modo, el indiferente puede saber muchísimo sobre filosofía esotérica y convertirse en un “erudito”, pero su vida no tiene diferencias significativas con el hombre profano que lo ignora todo. 

Para Víctor Hugo el futuro tiene muchos nombres: 

– Para el débil es lo inalcanzable, – Para el miedoso, lo desconocido. – Para el valiente, la oportunidad. 

Digámoslo claramente: el cambio de vida que propone la Filosofía Iniciática es “radical” (del latín “radix”, “ir a la raíz”) y por eso los Maestros siempre han insistido en que el camino no es para los tibios. “Abandona tu vida si quieres vivir”, decían los antiguos tibetanos y eso es justamente lo que significa este primer paso: Morir. 

Así pues, modificar desde la raíz nuestra existencia implica matar al “viejo hombre” (“palaios anthropos”) para que nazca el “hombre nuevo” (“neos anthropos”) en consonancia con el antiguo llamado bíblico: “Despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos (…) y vestíos del nuevo hombre”. (Efesios 4:22-24 22 que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, 23 y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, 24 y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad. ) 

Esta muerte mística está enmarcada en una “conversión” o “ruptura de nivel” (tal como la llama Mircea Eliade), un quiebre con la vida ordinaria y profana para ingresar en una nueva existencia regida por principios trascendentes y por una comunión íntima con la divinidad. Esta ruptura a veces es llamada “metanoia” (“meta”, más allá y “noia” pensamiento) y alude a un salto cualitativo en nuestra forma de ser. 

La metanoia es un “hito” en nuestra vida, por eso debe ser radical, un punto de inflexión pues a partir de ese momento nuestra forma de observar e interpretar el mundo no seguirá siendo la de antes. 

Esta ruptura necesariamente tiene también como consecuencia una modificación de nuestros hábitos y una transformación de nuestra conducta, lo cual significa que ante los mismos estímulos externos nuestra reacción deberá ser diferente. Obviamente, esta “metanoia” o ruptura es simplemente un primer paso ya que para poder actuar con total coherencia con estos ideales elevados deberemos realizar un arduo trabajo de purificación interna. 

“Metanoia” no significa reformar o hacer pequeños ajustes ni tampoco arrepentirnos, sino revolucionar nuestra existencia y volvernos más conscientes. 

Este abandono de lo mundano no implica, necesariamente, aislarse de la sociedad sino adoptar una nueva perspectiva, lo cual se traduce en uno de los primeros desafíos del neófito: IMITAR A LAS SALAMANDRAS, esos seres elementales legendarios que lograban vivir en el fuego sin ser afectados por las llamas. 

Es muy posible que los aspirantes sean arrastrados varias veces por sus viejas amistades a sus viejos vicios, pero si esto sigue ocurriendo durante muchos años en forma reiterada, sería bueno preguntarse seriamente si hay una disposición real a cambiar o si –por el contrario– se ha elegido inconscientemente la postura cómoda y sin compromisos del cobarde, aquel que carece de la constancia y voluntad necesarias para avanzar a paso firme por el gran sendero 

La iniciación representa para el recipiendario un proceso de cambio profundo, una transmutación y no una simple transformación. 

¿Qué debemos entender por transmutar? 

Es un proceso de cambio que sucede cuando decidimos enfrentar los retos y pruebas que la vida nos da todos los días. Es un proceso misterioso, el cual podemos observar en la naturaleza: la oruga que se transforma en mariposa; es como convertir el plomo en oro; como transmutar la piedra bruta en la piedra tallada; es aprender de nuestros errores; ser responsables de nuestros actos, actualizar nuestra forma de pensar porque nuestros viejos patrones de pensamiento ya no encajan en el presente, aceptar que el universo es dinámico y que está en constante movimiento y cambio. Entender que este proceso de cambio es necesario e inevitable y se convierte en el primer paso hacia la perfectibilidad de nuestro ser. 

Entonces como conclusión debemos preguntarnos ¿Cuál es el dogma sobre el que se sostiene la Filosofía Iniciática? Aunque haya sido definido de muchas formas, la definición más completa la dio el Buddha Siddharta Gautama cuando dijo: 

“No crean en nada simplemente porque lo han escuchado. No crean en algo simplemente porque ha sido transmitido por muchas generaciones. No crean en nada simplemente porque ha sido dicho y rumoreado por muchos No crean en nada meramente porque está escrito en las Sagradas Escrituras No crean nada meramente por la autoridad de maestros, mayores u hombres sabios Crean solamente después de cuidadosa observación y análisis, cuando encuentren que la enseñanza concuerda con la razón y que conduce a lo bueno y al beneficio de uno y todos. Entonces acéptenlo y vivan según ello”. 

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