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Origen Mágico

La gran sociedad cabalistica conocida en Europa bajo el nombre de Masonería apareció repentinamente en el mundo cuando la rebelión contra la Iglesia logró desmembrar la unidad cristiana.

Los historiadores de la Orden se hallan en dificultades cuando buscan explicar su origen. Según algunos, provino de una cofradía de masones que se unieron para construir la catedral de Estrasburgo. Otros atribuyen su fundación a Cromwell, sin detenerse a considerar si los Ritos de la masonería inglesa en la época del Protector no se desarrollaron más probablemente como un contragolpe hacia este jefe de la anarquía puritana.

En fin, algunos son tan ignorantes que atribuyen a los jesuitas el mantenimiento y dirección, si no la invención, de una sociedad conservada largo tiempo en secreto y envuelta siempre en el misterio. Dejando a un lado esta última opinión, que se refuta por sí misma, podemos conciliar las otras, admitiendo que los Hermanos Masones tomaron su nombre y algunos emblemas de su arte de constructores de la catedral de Estrasburgo, y que su primera manifestación pública tuvo lugar en Inglaterra, debido a las instituciones radicales y a pesar del despotismo de Cromwell. Puede añadirse que los templarios fueron sus modelos, los rosacruces sus progenitores inmediatos, y los sectarios juanistas sus antepasados más remotos. Su doctrina es la de Zoroastro y Hermes, su ley es la iniciación progresiva, su principio es la igualdad, regimentada por la jerarquía y la fraternidad universal. Son sucesores de la escuela de Alejandría, y de todas las iniciaciones antiguas, custodios del Apocalipsis y del Zohar.

La verdad es el objeto de su culto, y representan a la verdad como la luz; toleran todas las formas de credo, profesan una sola filosofía, buscan únicamente la verdad, enseñan la realidad, y su plan consiste en dirigir toda la inteligencia humana, mediante pasos graduales, dentro del dominio de la razón. El fin alegórico de la Francmasonería es la reconstrucción del Templo de Salomón; el fin real es la restauración de la unidad social mediante una alianza entre la razón y la fe, y la vuelta al principio de la jerarquía, basada en la ciencia y en la virtud, el sendero de la iniciación y sus pruebas que sirven como escalones de ascenso. Se apreciará que nada es más bello, nada más grande que tales ideas y consagraciones; desgraciadamente, las doctrinas de unidad y sumiSión a la jerarquía no fueron mantenidas en la masonería universal. Además de la ortodoxa, surgió la masonería disidente, y las peores calamidades de la revolución francesa fueron resultado de este cisma. Ahora bien, los francmasones tienen su leyenda sagrada, que es la de Hiram, completada por otra relativa a Ciro y Zerubabel.

La leyenda de Hiram es como sigue. Cuando Salomón proyectó su Templo, confió los planos a un arquitecto llamado Hiram. Este maestro constructor, para imponer orden a su obra, dividió a los artesanos según sus grados de capacidad. Eran muchísimos y a fin de reconocer a los artesanos para poder clasificarlos según su mérito o remunerarlos en proporción a su labor, asignó Contraseñas y Signos particulares a cada una de las tres categorías, o sea, para los Aprendices, los Compañeros y los Maestros. Sucedió que los tres Compañeros codiciaron el grado de Maestro sin ganárselo con su capacidad. Tendieron una emboscada en las tres puertas principales del Templo, y cuando Hiram salía por una de ellas, el primero de estos Compañeros pidió la Palabra-Maestra, amenazándolo con su regla. Hiram respondió: «No la recibí así». Entoces el Compañero le golpeó, enfurecido, con su herramienta y le infligió la primera herida. El constructor corrió hacia la segunda puerta, donde se encontró con el segundo Compañero, que le efectuó igual reclamo y recibió igual respuesta.

En esta ocasión Hiram fue golpeado con una escuadra o, como dicen otros, con una palanca. En la tercera puerta estaba el tercer asesino, que completó su obra con un mazo. Los tres compañeros ocultaron el cadáver bajo un montón de basura, plantaron en la improvisada tumba una rama de acacia y luego huyeron como Caín luego de asesinar a Abel. Sin embargo, cuando Salomón vio que su constructor no aparecía, envió a los nue\e Maestros en su busca y la rama de acacia indicó dónde estaba su cadáver. Lo sacaron de entre los desperdicios, y como había permanecido allí largo tiempo, pronunciaron una palabra que significaba que la carne se caía de sus huesos. A Hiram le fueron tributadas las debidas exequias, despachando Salomón veintisiete Maestros en busca de los asesinos. El primero fue sorprendido en una caverna; cerca de él ardía una lámpara, un arroyuelo corría a sus pies y tenía a su lado un puñal para defenderse. El Maestro que entró primero reconoció al asesino, se apoderó del arma y le apuñaló exclaman-do Nekam, vocablo que significa «venganza». Le llevaron la cabeza a Salomón, quien tembló ante el espectáculo y dijo al vengador: —Infeliz. ¿no sabes que me reservo el derecho de castigar?

Entonces todos los Maestros cayeron de rodillas ante el rey y le suplicaron perdonase a aquél cuyo celo había descarriado. El segundo asesino fue traicionado por quien le prestó asilo. Estaba escondido en una rota cerca de una zarza ardiente; brillaba el arco iris sobre la roca y cerca de él había un perro. Eludiendo la vigilancia del perro, los Maestros atraparon al criminal, le ataron y condujeron a Jerusalén, donde murió sometido a las mayores torturas. El tercer asesino fue muerto por un león, y hubo que matar a la bestia antes de poder apoderarse del cadáver. Otras versiones dicen que se defendió con un hacha cuando los Maestros cayeron sobre él, pero que lograron desarmarle y conducirle ante Salomón quien le hizo expiar su crimen. Esta es la primera leyenda; ahora sigue su explicación.

Salomón personifica a la ciencia y la sabiduría supremas. El Templo es la realización y el emblema del reino jerárquico de la verdad sobre la tierra. Hiram es el hombre que, mediante la ciencia y la sabiduría, alcanzó el imperio. Gobierna con justicia y orden, retribuyendo a cada uno según sus obras. Cada Grado guarda correspondencia con una palabra, que expresa su sentido.

Para Hiram la palabra es una sola, pero se expresa de tres mane-ras. Una es para los Aprendices y estos pueden expresarla; significa la Naturaleza y es explicada por la Obra. Otra es para los Compañeros; en su caso significa el pensamiento y es explicada por el Estudio. La tercera es para los Maestros; en su boca significa la verdad y es explicada por la Sabiduría. En cuanto a la palabra en sí, se usa para designar a Dios, cuyo verdadero nombre es impronunciable e incomunicable. Así hay tres grados en la jerarquía y tres entradas en el Templo; hay tres modalidades de luz y tres fuerzas de la Naturaleza; estas son simbolizadas por la Regla que mide, la Palanca que eleva y el Mazo que consolida. La rebelión de los instintos brutales contra la aristocracia jerárquica de la sabiduría se arma exitosamente con estas tres fuerzas y las vuelca para sus fines personales. Hay tres rebeldes típicos: el rebelde contra la Naturaleza, el rebelde contra la Ciencia y el rebelde contra la Verdad. En el Hades clásico fueron representados por las tres cabezas de Cerbero; en la Biblia, por Koran.

Dathan y Abiram; y en la leyenda masónica se distinguen por los nombres que varían en los diferentes Ritos. El primero, que habitualmente se llama Abiram, o asesino de Hiram, es quien golpea al Gran Maestro con la regla: esta es la historia del hombre justo inmolado por la pasión humana bajo la pretensión de la ley.

El segundo, denominado Mephibosheth, luego ridículo y débil pretendiente del trono de David, ataca a Hiram con la palanca o la escuadra. Así la escuadra o la palanca populares de la igual-dad insensata se convierten en instrumento de la tiranía en manos de la multitud,

y atacan, con mayor fiereza aún que la regla, la realeza de la sabiduría y la virtud. En fin, el tercero remata a Hiram con un mazo, así actúan los instintos brutales cuando procuran establecer el orden, en nombre de la violencia y el miedo, aplastando a la inteligencia. La rama de acacia sobre la tumba de Hiram semeja la cruz sobre nuestros altares; es un signo del conocimiento que sobrevive al conocimiento mismo; es la verde ramita que presagia otra primavera. Cuando los hombres han perturbado de esta manera el orden de la Naturaleza, la Pro- videncia interviene para restaurarlo, como Salomón para vengar la muerto del Maestro Constructor. Quien asesinó con la regla, perecerá con el puñal. Quien atacó con la palanca o la escuedra, expiará su crimen con el hacha de la ley; esta es la sentencia eterna que cae sobre los regicidas. Quien asesinó con el mazo será víctima del poder que empleó malamente. Quien mató con la regla es traicionado por la misma lámpara que le alumbra y por el arroyuelo del que bebe: esta es la ley de represalia. Quien destruyó con la palanca es sorprendido cuando su vigilia fracasa como un perro dormido, y es entregado por sus propios cómplices, pues la anarquía es madre de la traición. Quien golpeó con el mazo es devorado por el león, que es una variante de la esfinge de Edipo, mientras que quien venza al león merecerá suceder a Hiram. El cuerpo corrupto del Constructor indica que las formas pueden cambiar mas el espíritu subsiste.

El manantial en la vecindad del primer asesino recuerda el Diluvio que castigó los crímenes contra la Naturaleza. La zarza ardiente y el arco iris que delatan al segundo asesino tipifican la vida y la luz denunciando el pecado de pensamiento. Finalmente, el león vencido representa el triunfo de la mente sobre la materia y la sujeción absoluta de la fuerza a la inteligencia. Desde la alborada del trabajo intelectual por el que fue erigido el Templo de la unidad, Hiram fue asesinado a menudo, pero siempre se levantó de entre los muertos. Es Adonis destruido por el jabalí, Osiris asesinado por Tifón, Pitágoras proscripto, Orfeo despedazado por las Bacantes, Moisés abandonado en las cavernas del Monte Nebo, Jesús crucificado por Judas, Caifás y Pilatos. Ahora bien, son masones de verdad quienes buscan persistentemente reconstruir el Templo de acuerdo con el plan de Hiram.

Esa es la leyenda grandiosa y principalmente de la masonería; hay otras no menos bellas y profundas; pero no creemos justificado divulgar sus misterios. Aunque sólo hemos recibido la iniciación de Dios y de nuestras indagaciones, mantendremos los secretos de la francmasonería trascendental tal como lo hacemos con nuestros propios secretos. Habiendo llegado, por nuestro esfuerzo, a un nivel de conocimiento que impone silencio, nos consideramos más comprometidos por nuestras convicciones que por un juramento. La ciencia es nobleza que obliga, y de ningún modo dejaremos de merecer la principesca corona de la Rosa-Cruz. También creemos en la resurrección de Hiram.

Los Ritos de la masonería tienden a transmitir un recordatorio de las leyendas de la iniciación y a preservarlas entre los Hermanos. Ahora bien, si la masonería es tan santa y sublime, puede preguntársenos cómo es que tan a menudo la Iglesia la proscribió y condenó; pero ya hemos replicado a estas preguntas al mencionar sus divisiones y profanaciones. La masonería es la Gnosis y los falsos gnósticos provocaron la condenación de lo verdadero. Esta fue ocultada, no por miedo a la luz, sino por-que la luz es lo que anhelan, buscan y adoran; pero temieron el sacrilegio, o sea, a los falsos intérpretes, a los calumniadores, al ludibrio de los escépticos, a los enemigos de toda creencia y toda moralidad. Además, en la actualidad, hay muchos que piensan que son masones pero no conocen el significado de sus Ritos, habiendo perdido la Clave de los Misterios. Interpretan erróneamente hasta sus dibujos simbólicos y los signos jeroglíferos que blasonan las alfombras de sus Logias.

Estos dibujos y signos son las páginas de un libro de la ciencia absoluta y universal. Pueden leer por medio de las claves cabalísticas sin que quede nada oculto para el iniciado que posee ya las de Salomón. La masonería no fue meramente profanada sino que sirvió de velo y pretexto de conspiraciones anárquicas que dependían de la influencia secreta de los vengadores de Santiago de Molay y de quienes continuaron la labor cismática del Templo. En lugar de vengar la muerte de Hiram. vengaron la de sus asesinos. Los anarquistas retomaron la regla, la es- cuadra y el mazo, escribiendo en ellos las palabras Libertad, Igualdad y Fraternidad: Libertad, es decir, para toda codicia, Igualdad en la degradación, y Fraternidad en la labor de destrucción. Esos son los hombres a los que la Iglesia condenó con justicia y condenará eternamente.

El domingo, 26 de enero de 2020 a las 16:25:40 UTC-6, Kadyr escribió: La masonería

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