La palabra número proviene del latín numerus, siendo la relación entre dos cantidades.
En griego se llama rythmós, de donde deriva la aritmética; la relación entre los números sugiere un “ritmo” musical, porque la manipulación de los números obedece a reglas fijas y periódicas.
Dado que el ritmo es la expresión del movimiento, se sigue que el juego de números produce movimiento, por lo tanto, vida.
Los números marcan el Tiempo, que es un factor vital, en la vida del ser humano.
Fueron los filósofos Pitágoras y Platón quienes nos legaron el valor de los números, cuyos cálculos, desde una simple suma o resta hasta los más complicados, hoy formulados electrónicamente, tienden a esclarecer los misterios del universo.
Los números prueban la existencia de un Orden en el Universo que, si bien pueden multiplicarse hasta el infinito, establece reglas inalterables, equilibrando desde el pensamiento hasta los actos más simples de la vida.
Los alfabetos obedecen a órdenes numéricos y cada letra tiene un peso numérico que debe ser interpretado filosóficamente.
El nombre que llevemos, analizando numéricamente, nos dirá si ese nombre es dorado o aziago.
La numerología es la ciencia que analiza este aspecto; cada masón debe estar interesado en conocer su destino.