Esta piedra cubica, llamada también piramidal por con forma de un cubo, rematado por una pirámide cuadrangular, es aquella sobre la que se ejercitan el compañero y el maestro masón….
Se coloca junto a la columna J.•. En algunos grados filosóficos representa la piedra de ágata de forma cuadrangular, en la cual Salomón mandó esculpir las palabras secretas del arte real.
En nuestro segundo grado basico, simboliza al masón o al hombre civilizado, es también el emblema de los conocimientos humanos…
Se dice, simbólicamente, que el compañero prepara y afila las herramientas del maestro sobre la piedra cúbica, y en efecto, es exacta esta alegoría, porque dicha piedra encierra todos los conocimientos que preceden a una perfecta instrucción, y pueden trazarse con ella «todas las figuras de la geometría».
No siendo el cubo perfecto un sólido propio para la construcción material, que usa bloques alargados, la piedra cúbica de punta es símbolo de un trabajo constructivo que procede por vía de cristalización.
El iniciado que en sí mismo ha realizado el ideal de esta piedra, llega a ser, en el ambiente humano, un agente transmutador, «porque por su sola conformación rectangular hace que su ambiente se le modele».
Los alquimistas explicaban así la virtud de su famosa piedra filosofal, que representan por un cubo…Un curioso símbolo se encuentra en los documentos masónicos del siglo XVIII: la piedra cúbica de punta sobre la que descansa por el filo una hacha, contacto con la cúspide piramidal.
Este instrumento indica, sin duda alguna, que es preciso “abrir la piedra” para obtener su contenido, su esoterismo.
OJO: La coronación piramidal de la piedra también es equivalente a la cruz que sobre un cuadrado es el ideograma de la piedra filosofal. La falta de interpretación espiritual de este símbolo empieza en el grado de maestro y termina en los filosóficos.
Al compañero más bien le corresponde el símbolo exotérico de este ideograma: la piedra rectangular, tallada para construir con ella el edificio social.
Nos enseña que debemos adaptarnos a las funciones que nos corresponden para mejor proveer al bien general, y esta perfección bien realizable es en la que se deben ejercitar los Hermanos compañeros
El simbolismo de la “piedra angular”, en la tradición cristiana, se basa en este texto: “Piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en piedra de ángulo”, o, más exactamente, “en cabeza de ángulo” (caput anguli).
Lo extraño es que este simbolismo casi siempre se comprende mal, a consecuencia de una confusión que se hace comúnmente entre esa “piedra angular” y la “piedra fundamental”, a la cual se refiere este otro texto, más conocido aún: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.
Tal confusión es extraña, decimos, pues desde el punto de vista específicamente cristiano equivale de hecho a confundir a San Pedro con Cristo mismo, ya que éste es el expresamente designado como la “piedra angular”, según lo muestra este pasaje de San Pablo, el cual, además, la distingue netamente de los “fundamentos” del edificio:
“(sois) edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra angular (summo angulare lapide) el mismo Cristo Jesús, en la cual todo el edificio, armónicamente trabado, se alza hasta ser templo santo en el Señor, en el cual también vosotros sois juntamente edificados (coaedificamini) para ser morada de Dios en el Espíritu”.
Si la confusión a que nos referimos fuese específicamente moderna no cabría sin duda extrañarse en demasía, pero parece encontrársela ya en tiempos en que no es posible atribuirla pura y simplemente a ignorancia del símbolismo;
nos vemos, pues, llevados a preguntarnos si en realidad no se trataría más bien, en el origen, de una “sustitución” intencional, explicable por el papel de San Pedro como “sustituto” o “VICARIO” de Cristo (vicarius, correspondiente en este sentido al árabe jalîfah);
De ser así, esa manera de “velar” el simbolismo de la “piedra angular” parecería indicar que se lo consideraba contener algo de particularmente misterioso, y se verá en seguida que tal suposición está lejos de ser injustificada.
Como quiera que fuere, hay en esa identificación de las dos piedras, inclusive desde el punto de vista de la simple lógica, una imposibilidad que aparece claramente desde que se examinan con un poco de atención los textos que hemos citado:
la “piedra fundamental” es aquella que se pone primero, al comienzo mismo de la construcción de un edificio (y por eso se la llama también “primera piedra”); ¿cómo, pues, podría ser rechazada durante la misma construcción?
Para que sea así, es preciso, al contrario, que la “piedra angular” sea tal que no pueda encontrar aún su ubicación; en efecto, según veremos, no puede encontrarla sino en el momento de acabarse el edificio íntegro, y así se convierte realmente en “cabeza de ángulo”.
Ananda Coomaraswamy destaca que la intención del texto de San Pablo es evidentemente representar a Cristo como el único principio del cual depende todo el edificio de la Iglesia, y agrega que “el principio de una cosa no es ni una de sus partes entre las otras ni la totalidad de sus partes, sino aquello en que todas las partes se reducen a una unidad sin composición”.
S.·. F.·. U.·.