Hasta que no nos sentimos perdidos, no empezamos a encontrarnos. Admitir que nos hemos perdido no es fácil, llegar a aceptarlo pone al límite a nuestras fuerzas. Todos, alguna vez en la vida, nos hemos perdido experimentando síntomas fuertes de ansiedad o depresión, estados en los cuales no podemos o no queremos entender nada.
Por raro que parezca perdernos puede ser un gran golpe de fortuna, una experiencia de la cual salimos conociéndonos más y conociendo más.
Quien asegura estar en posesión de grandes verdades puede estar basando sus presuntas certezas sobre cimientos ajenos a él, inseguros e inciertos.
En cambio, quien no teme perderse y caminar por la vida, quien no ha renunciado a su propia realidad, se sabe poseedor de pocas certezas y verdades. Sin embargo, es dueño de sí de sí mismo y del gozo de vivir con ilusión.
Solo hay una pequeña parte del universo de la que sabrás con certeza que puede ser mejorada, y esa parte eres tú.