Toda persona, cuando ingresa a una institución, tiene tres preocupaciones, orientarse en los fines que se persigue, buscar la forma de ser lo más apto y eficaz posible y encontrar los métodos para llegar con mayor solvencia a los fines o metas que se ha trazado. En nuestra institución, los que han sido actuantes de la ceremonia de iniciación han escuchado tres preguntas que son las que deben hacerse a los Iniciados: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Son preguntas básicas que deberían ser tomadas en cuenta no solamente por los iniciados, sino por todos aquellos que buscan un camino de superación real y efectivo y en cada etapa de su vida evolutiva. Lastimosamente esas preguntas quedan en los rituales y catecismos como meros componentes de una ceremonia sin que se las tome en cuenta después. Luego el iniciado toma diferente actitud, observando qué es lo que hacen los demás, buscando modelos de actuación, que generalmente están equivocados, porque el nuevo ambiente en que se encuentra le muestra lo más común, el ambiente de los masones equivocados, preocupados por lo insubstancial y hasta con los mismos defectos con los que había conocido en su vida profana que incluye soberbia, orgullo, la búsqueda de caminos que abrevien la obtención de salarios, sentimientos de venganza que buscan revancha, rencores surgidos por diferencias existentes en la manera de pensar y hasta por las alineación en diferentes posiciones dentro de la política interna que más que masónica parece profana.
Al observar que esa persona va obteniendo salarios y venciendo etapas, el Iniciado cree que ese debe ser el modelo a seguir y se sumerge, sin pensar más, en lo superficial y externo de la vida que se lleva dentro de la institución, sin observar el pequeño mundo selecto que existe, que aspira, qua busca la profundidad y que desea una masonería de mayores alcances. Es por todo lo mencionado que hoy quiero ocuparme de dos aspectos: del mérito y del rango, para no alargar esta plancha y ser concreto.
En cualquier actividad que el hombre se proponga y con mayor razón en Masonería, se debe buscar el mayor grado de justicia posible, los frutos de mayor madurez, sobre todo ni esta guiado por la sinceridad y la humildad. No buscará la esplendidez ni la jerarquía, sino aquello que se adecúa a su propia conciencia, a su aptitud y a su talento, ni exigirá tampoco resultados que estén fuera de este marco. Desde el primer momento que ingresamos en Masonería, debemos preguntarnos si lo que aspiramos es obtener rango o buscar mérito. El rango puede obtenerse con cierta facilidad, mientras que el mérito es de difícil obtención. El mérito exige trabajo, esfuerzo, sacrificio, inteligencia, talento, humildad sinceridad, mientras que el rango se obtiene con menos trabajo, menos sacrificio, no es necesario el talento y hasta la Constitución y sus Reglamentos le ayudan, señalando condiciones mínimas para obtener un salario o lograr una etapa. El mérito es para personalidades selectas, mientras que el rango puede obtenerlo cualquiera, solamente esperando y sin exponer conocimiento alguno. Para buscar el mérito no importa el tiempo si no se cumple con un programa, para el rango es importante que se cumplan plazos y si fuera posible abreviarlos. Para el mérito existen escalas y jerarquías verdaderas, para el rango cualquier logro, así sea injusto, y pequeño es válido y sabe utilizarlo para metas posteriores. Para el mérito se deben cumplir etapas plenas de realizaciones, para el rango no importa si ellas se cumplen a medias y le permiten el acceso a un salario. Para el mérito es importante el conjunto de valores, para el rango sólo los más destacados y aparentes, aquellos que le permiten mantener su orgullo y su soberbia. Para el mérito sólo tiene valor el camino recto, esforzado, dificultoso y con gran despliegue de energía y talento, para el rango cualquier vía es útil y especialmente si no tiene dificultades.
El mérito, sin embargo del inmenso contenido de valores que tiene, es humilde y modesto, el rango siempre es soberbio, pomposo, rimbombante orgulloso y desdeñoso, a pesar del exiguo contenido de valores que tiene en su haber. Al mérito se aspira cuando se tiene aptitud, talento, capacidad de esfuerzo e inteligencia, perseverancia, en cambio al rango se aspira cuando la personalidad está disminuida, cuando se siente impotencia, falta de talento, de capacidades intelectuales y de esfuerzo. El mérito siempre es generoso y amplio, enseña en cualquier lugar y circunstancia lo verdaderamente útil y lo que recoge como experiencia, respetando los pensamientos ajenos y aceptando que se puede estar equivocado en lo personal. El rango en cambio, es mezquino y avaro, sólo es generoso con aquello que no le sirve o con lo que pueda aumentar y alimentar su soberbia, busca que todos piensen como él y excepcionalmente acepta que puede existir el error. El disentimiento es alimento para el mérito porque le permite ser más amplio y es pecado para el rango, porque no acepta que otros piensen diferente a él. El mérito mira siempre hacia arriba y adelante, apoyado muchas veces en el pasado y en el presente, mientras que el rango sólo ve su momento, sin importarle lo que viene y lo que queda con el olvido absoluto del pasado. El rango se obtiene cumpliendo condiciones mínimas, con la ayuda de algún amigo, mostrando la cara bonita de la hipocresía que impacta a los incautos, exhibiendo alabanzas que impresionan a los necios, doblando las rodillas o prestando favores que están fuera de toda norma pero que se consideran de gran desprendimiento aunque se hubiese tenido que quebrar la justicia para conceder ese favor. El mérito rebasa toda condición mínima no permite la ayuda del favor o la prebenda, muestra la cara verdadera de su realidad y muestra, a cualquier nivel, que es enemigo de las alabanzas y no permite la ayuda de favores , aun de aquello sustentados por la justicia, por la norma y por el conocimiento amplio del bien. El mérito, en el momento de la evaluación, pone en la balanza de la justicia absolutamente todo lo bueno y todo lo malo, sin ocultar nada y sin hacer diferencias. El rango, si se trata de un amigo agiganta lo bueno y hace inaparente lo malo o, por el contrario, si se trata de un enemigo o simplemente «no es amigo», hace in-aparente lo bueno y sobredimensiona lo malo, en la medida de que disminuye su amistad con el evaluado.
El mérito reconoce categorías de valores en el ambiente donde se encuentra y sabe y distingue claramente que existen valores de elevado nivel que no pudo alcanzar. El rango a todos confunde dentro de un mismo nivel y excepcionalmente reconoce algún valor de alto nivel, que es generalmente aquel que tiene más poder o fuerza de rango que él. Los ambientes del mérito se distinguen por el alto nivel moral del pensamiento y de la acción, mientras que los ambientes de menor jerarquía y entre ellos, en los que tan solamente se busca la jerarquía del rango se confunden con los ambientes profanos y aún de los de más baja condición. El rango se lo pide, se lo acepta o se lo impone desde otros niveles, sin otra condición que el servilismo, mientras que el mérito es el resultado del paciente cultivo del espíritu y de la virtud en un largo camino de asperezas e incomprensiones. El mérito entrega sus frutos a manos llenas sin pedir recompensa alguna, mientras que el rango siempre exige un costo, así sea el mínimo que sustente su vanidad.El mérito por su misma estructuración, tiene una personalidad robusta y firme que no se doblega ante la fuerza de la presión ni ante la amenaza. Por esa consistencia, humilla al rango y en cada verdad que expone ofende la susceptibilidad de la ignorancia, de la mediocridad, de la insolvencia moral. Aturde, ciega y crea multitudes en su contra. El rengo es maleable. Se amolda al poder, a la presión de la multitud, a la sin razón y a la necesidad. Es «hoja echada al viento de las tempestades» como lo diría el poeta y se arrima en el último rincón del olvido. Para algunos es apremiante y vital la obtención de un salario masónico o el rango. Para alcanzarlos no miden las consecuencias morales que exponen ni la salud del conjunto social. Para el mérito la distinción es secundaria y es consecuencia de una labor fecunda que ha impreso en su evolución. El rango mantiene estados de ignorancia y mediocridad. El mérito siempre es fuente de progreso y un apoyo firme para la evolución de las sociedades. El rango sube por el ascensor, mientras que el mérito por la escalera del sacrificio.En fin, habría mucho más que decir del mérito y del rango, pero terminaré indicando que el «único rango justo es el que se sustenta en el mérito de su integridad» convirtiéndose en un ideal, para muchos utópico.
Oscar Díaz Ugarte