La Francmasonería y la Filosofía -sin duda- comparten un ideal común, a partir del cual es posible justificar no solo el carácter filosófico, sino también reflexivo y de meditación que desarrolla la Orden. Tal rasgo distintivo, se expresa en el afán investigador que la Orden promueve entre sus miembros, por cuanto la conquista del saber, a partir del uso del poder y la energía espiritual, constituye la máxima aspiración humana junto a la conquista de la felicidad. Es por ello que a través del presente trazado he querido rescatar el concepto de Meliorismo que es la doctrina filosófica que dice que: “Nada es bueno o malo, sino que todo puede ser mejorado y perfeccionado” El Meliorismo nace en el siglo XVII, siglo de la ilustración o también llamado, «siglo sin Dios», idea que hizo posible realizar un concepto biológico de la evolución del hombre y del mundo.
Sus más importantes propulsores fueron Herbert Spencer, filósofo inglés y William James, psicólogo americano. Spencer expuso su teoría que dio paso a la teoría de la evolución de Darwin, haciendo notar que los hombres y el mundo entero cada vez son más heterogéneos y que el hombre debería ser completamente libre; debería poder hacer lo que quiere, siempre que no vulnere la libertad de los demás. Además, afirmaba que mediante la evolución se podrían obtener mentes sanas en cuerpos sanos y que el progreso humano produciría un aumento de la felicidad.
Mientras que James, decía: “el hombre tiene por misión perfeccionar un mundo que es precisamente susceptible del mejoramiento indefinido”. Gustavo Torroella, psicólogo cubano, por su parte decía que “el mundo no estaba hecho, ni tenía un destino prescrito, sino que se estaba haciendo día a día por las decisiones y acciones de los hombres, en una constante evolución creadora y su mejoramiento dependía de nuestra intervención, de nuestra conducta progresista, de nuestra actitud positiva y esperanzadora, de nuestra buena voluntad y acción creadora, porque no tenemos que ser espectadores pasivos, sino protagonistas, lo que significa
ser autores de la historia”.
Los judíos se referían al Meliorismo, señalando que se encontraba representado en la Torá, porque era la fuente de una sana filosofía de la vida, una visión optimista de la existencia que, exigiendo objetividad en todo sentido, percibía y notaba lo malo, pero creía firmemente en el mejoramiento de todo y de todos. Decían además que la Torá era la fuente del Meliorismo, porque su objetivo era el auto mejoramiento del hombre y con eso, el mejoramiento del mundo. Su optimismo no se basaba en la visión alegre e irresponsable de los acontecimientos, sino en la firme convicción que los fenómenos son mejorables, que hay progreso y hay evolución y que el hombre puede elevarse moralmente.
Por lo tanto, podríamos concluir manifestando que el Meliorismo es la actitud vital de quien está convencido de que la acción libre e inteligente del hombre, puede mejorar la calidad de la vida propia y de los demás. No promete el éxito, pero invita a hacer el esfuerzo para progresar en la comprensión y solución de los problemas. Sólo así, practicando el libre examen, la libertad de conciencia y el adogmatismo, estaremos contribuyendo a tener un mundo mejor.
Los conceptos mencionados me permiten afirmar que nuestra orden es esencialmente Meliorista, porque tiene por finalidad el perfeccionamiento moral, intelectual y espiritual del hombre y por consecuencia, el de la sociedad. Con este objeto, incita a sus adeptos a investigar la verdad y a practicar todas las virtudes. Nuestra Orden muestra a sus adeptos la luz y el camino que deben seguir en esta búsqueda, la cual se basa en la libertad, la igualdad y la fraternidad. Nada de esto sería posible, si no se reconociera la posibilidad de mejoramiento continuo o si no se tuviera la capacidad de reconocer lo bueno y lo malo de nuestro actuar. El Meliorismo de nuestra orden se expresa porque tiene fe en la inteligencia y la razón, que otorgan al hombre la facultad de forjar su propio destino; porque además destierra de los corazones envilecidos el odio, la envidia, la fatuidad, el servilismo, el error y la mentira hipócrita.
La Masonería es Meliorista porque en su grandeza no tiene cabida la actitud pequeña y negativa, el comentario ácido y la conducta despectiva. La Sophia es la máxima expresión de la sabiduría a la que aspira el masón de las ideas claras, precisas y universales, el del juicio acertado y del razonamiento ceñido a las reglas insobornables de la lógica formal.
La posición Meliorísta, asumida por la Masonería, forma desde su visión filosófica un constructivismo francmasónico, que busca el perfeccionamiento sostenido y sustentable, solo alcanzable a través de un proceso gradual de elevación moral y progreso espiritual de los seres humanos, iniciados en las prácticas y doctrinas de la Orden.
Debemos practicar el arte de agradar. Este arte consiste en dominar las emociones. Un ser fuerte es dueño de sí mismo, pero la persona débil pierde en seguida la serenidad. Nunca debemos dejarnos arrastrar por la ira. La serenidad apacigua la ira de quien nos contradice. La persona sincera mira de frente y su actitud es natural, humana, sin extravagancia presuntuosa en su manera de ser. Con este propósito estamos obligados a transmutar: la indiferencia en simpatía; la debilidad en fortaleza; el nerviosismo en sosiego; la volubilidad en constancia; la pereza en diligencia; la perplejidad en decisión; el recelo en confianza; la cobardía en valor; la traición en fidelidad y la bajeza en honradez. En complemento a todo lo expresado, la Masonería como sistema de filosofía práctica, promueve el perfeccionamiento intelectual de sus miembros, ejerce la beneficencia y tiende a purificar el corazón de los hombres, a mejorar sus costumbres y a mantener el honor en los sentimientos.
Quiero concluir este trazado recordando que el tiempo de la vida no se mide en horas, días, meses o años, al contrario se mide en acciones, es decir por todo aquello que hagamos por nosotros mismos, por nuestra familia, por nuestra patria, por nuestros hermanos y semejantes y por nuestra Orden.
Podríamos haber hecho mucho en unos pocos años y tal vez no hubiéramos hecho nada en el curso de la vida, si la misma hubiese sido improductiva o vana, en este caso queridos hermanos más habría valido no haber vivido nunca.
Jorge A. Elías Gonzáles