El juramento de un masón al ser iniciado reza:
«Yo en presencia del Gran Arquitecto del Universo y de esta Respetable y Venerable Logia de masones libres y aceptades, de mi libre y espontánea voluntad…”
Así se lee en la primera parte de nuestro solemne juramento cuando somos iniciados como masones. Deseo subrayar que esta obligación es aceptada «de manera libre y espontánea. Es decir, se trata de una decisión que tomamos en plena libertad. Este juramento sincero y solemne es luego repetido cuando pasamos al segundo grado y más tarde cuando somos exaltados al tercer grado y en cada instancia tomamos el solemne juramento libremente. En otras palabras, actuamos de manera libre y espontánea en nuestra decisión de ser iniciados en Masonería y de igual manera en nuestra decisión de trabajar diligentemente en el áureo sendero de la perfección.
El prefijo franc- y el adjetivo libre son muy significativos en masonería. A continuación, ofrecemos algunas reflexiones acerca de la profunda significación de estas palabras y su rol en nuestro comportamiento diario. Somos libres de hacer esta interpretación de las instrucciones que recibimos en masonería. Somos libres de pensar y nos sentimos predispuestos a hacerlo. Somos libres para conformar nuestras propias creencias en torno a los asuntos espirituales. En suma, el masón es libre por siempre.
Como todos sabemos, la Francmasonería organizada nos remonta a las logias de masones operativos quienes planificaban y trabajaban en la construcción de las catedrales religiosas entre los siglos VIII y XVII. Durante este período estos buenos y sabios hombres habían descubierto el origen del despotismo y la tiranía y decidieron agruparse y unirse para enfrentar las actitudes equivocadas que por tanto tiempo habían esclavizado la mente y el alma del hombre.
Esta magnífica época de la construcción llegó a su fin cuando el hombre empezó a darse cuenta de que estos hermosos templos de veneración no proporcionaban la libertad espiritual ni la libertad política a las que los hombres aspiraban. Los masones operativos, sin embargo, querían que sus organizaciones continuaran y que se profundizara el trabajo por la libertad de la humanidad. En consecuencia, ellos se convirtieron en masones especulativos y desde entonces coadyuvaron a proporcionar luz y libertad al mundo entero.
Estas pocas reflexiones acerca de la libertad en el contexto de la Francmasonería. Veamos a continuación las implicaciones de este concepto en el mundo profano. Mucha gente no aprecia ni parece entender el valor de la libertad. Para empezar la libertad absoluta no existe. Todas las formas de libertad son relativas; es decir, están necesaria- mente supeditadas a ciertas restricciones. La idea de libertad total o libertad descontrolada sólo podría traernos caos y confusión y sería en detrimento del bien común.
La justicia es desvirtuada y a veces destruida cuando la gente toma la ley en sus manos y pone en peligro la libertad de otros. Las leyes se han creado para proteger nuestras libertades y en un estado democrático nos asiste el derecho a la libre discusión de todos los asuntos que nos interesan. Sin embargo, tener libertad o ser libre implica asimismo tener responsabilidades que muchas personas no reconocen. La libertad de pensamiento es absolutamente necesaria pero la libertad de acción no lo es. Para tener libertad debemos estar dispuestos a reconocer las limitaciones de nuestros derechos y también la libertad de otros.
Tenemos libertad de oportunidad, pero eso no nos da derecho a exigirla sin merecimientos. «Denos libertad, total libertad» puede ser el grito de las calles. Pero la libertad no puede ser concedida a aquella gente que la emplearía justamente para destruirla.
La libertad debe estar protegida por parámetros que pueden considerarse absolutos y estos parámetros no pueden ser representados por la complacencia sino sólo por la justicia y la compasión. La libertad de ser trascendente debe suponer la existencia de guía y principios. Es aquí donde la Francmasonería debería actuar. Si solo damos por supuesto la existencia de la libertad, nos la pueden arrebatar. La libertad no nos la otorgan libremente, es decir gratuitamente y por eso no la podemos dar por supuesta. La libertad es obtenida a través del esfuerzo y será mantenida por medio del sacrificio. Por tanto, la libertad debería constituirse en el secreto tesoro del masón y debería convertirse en nuestra irrenunciable responsabilidad para cultivarla y protegerla.
Por todo el mundo escuchamos los gritos y reclamos de «Derechos, derechos, queremos nuestros derechos». Casi no se oye nada acerca de nuestros deberes, obligaciones y responsabilidades. Para muchas personas la libertad representa una situación en la cual el individuo es liberado de toda restricción y consideración moral.
Para esta gente la libertad significa una vida sencilla que no requiere de ninguna disciplina u obligación. Esta es la noción espúrea de libertad. Puesta que la noción verdadera de libertad nos lleva a reconocer que debe existir un balance de derechos y responsabilidades. Cada derecho involucra una responsabilidad. Cada oportunidad supone una obligación y cada posesión representa un deber. Ninguna sociedad justa y saludable puede construirse sólo con derechos.
La esencia de ser libres implica la libertad otorgada al individuo para conformar sus propias ideas, dilucidar sus propias creencias, establecer su propio esquema de comportamiento y seleccionar su propia pauta de acción. La libertad le asigna al individuo la responsabilidad de tomar la iniciativa para conseguir su propia felicidad y al mismo tiempo, le exige asumir las consecuencias derivadas de sus decisiones. Las limitaciones a la libertad son imposiciones a los individuos para proteger el derecho de los demás. En este sentido, el propósito noble de la ley no es abolir, castigar o restringir sino preservar y engrandecer la libertad. Donde no impera la ley, no existe la libertad.
La otredad, es decir la consideración de los demás, es un elemento esencial de la libertad. Por lo tanto, la libertad nos obliga a dejar el egoísmo. Esta preocupación debería ir más allá de la relación superficial con otros e implicar restricciones para que no se permita aprovecharse indebidamente de los demás. Nos referimos a lo siguiente. La posición personal en muchos casos ofrece ventajas, pero se requiere nobleza para no aprovecharse de su situación ventajosa, que muchas veces es solamente coyuntural.
Un sentido real del valor personal es esencial para una sociedad libre. Es en verdad muy difícil ser objetivos cuando lo nuestro está en juego. La adhesión a los principios básicos de la libertad en nuestra conducta personal evitará la necesidad de controles externos excesivos. La restricción de la ley es casi innecesaria en contextos sociales en los que los individuos son partícipes del mutuo respeto en su comporta- miento cotidiano. La libertad por tanto implica una obligación -una obligación que nosotros, los masones, no deberíamos tener problema alguno en su comprensión ni en su aplicación- hacer lo más que podamos como personas en nuestra relación con nuestros congéneres. En otras palabras, el concepto de libertad involucra una virtud masónica subyacente: amor fraternal.
Escrito por: José G. Mendoza Quiroga