por Jean Palou
En la francmasonería, los talleres de los tres primeros grados se llaman logias azules o logias de San Juan. Veremos, en efecto, más en detalle la significación histórica y simbólica de esta última expresión. Además, los dos términos están perfectamente ligados entre sí, puesto que el simbolismo conoce tres colores azules, «uno que emana del rojo, otro del blanco y un tercero que se une al negro…», lo que corresponde a las masonerías azul, roja, negra y blanca. Por otra parte, esas tres modalidades del mismo color están a la vez unidas tanto a los tres grados de la iniciación antigua como al triple bautismo cristiano, porque… «San Juan Bautista bautiza en el agua (azul) para inspirar la penitencia: es una preparación a un segundo bautismo que él anuncia y que Jesucristo dará por el Espíritu Santo y por el fuego». Se ve entonces por qué las logias azules constituyen las primeras marchas, en la humildad y el abandono del mundo profano, hacia la regeneración producida más tarde por el fuego (Fuego-Cordero). Naturalmente a este simbolismo de los colores se agrega el de San Juan.
En la obra bien conocida de Samuel Prichard aparecida en Londres en 1730, «Masonry dissected», se pueden leer las preguntas y respuestas siguientes:
P.: ¿De dónde vienes?
R.: De la santa logia de San Juan.
P.: ¿Qué recomendaciones traes?
R.: Las recomendaciones que traigo de los verdaderos y venerables hermanos y compañeros de la verdadera y santa logia de San Juan, de donde vengo, y yo os saludo tres veces de todo corazón.
Doce años más tarde se expresa en «L’Ordre des Francs- Maçons trahi et leur secret révélé» una versión más sucinta que la precedente:
«Preguntas que se agregan a algunas de las precedentes cuando un francmasón extraño pide ser admitido en la logia»:
P.: ¿De dónde vienes?
R.: De la logia de San Juan.
Paul Naudon, en una obra reciente sobre «Les loges de Saint-Jean», se empeña en demostrar las relaciones existentes entre la francmasonería y los dos San Juan. Este interesante estudio es, por otra parte, más histórico y filosófico que propiamente simbólico, y es este último plano el único que nos interesa aquí.
¿A qué San Juan ha querido honrar la masonería al dar su nombre a sus logias azules, tanto en el pasado para las logias de los compañeros constructores, como en la masonería moderna para los talleres de los tres primeros grados? El hermano E. F. Bazot escribe a este respecto: «…en cuanto al San Juan que los masones han tomado como patrón no puede ser ni Juan Bautista ni Juan Evangelista, que no tienen, ni uno ni el otro, ninguna relación con la institución filantrópica de la francmasonería.
Se debe pensar, con los hermanos más filósofos y más esclarecidos, que el verdadero patrono de las logias es San Juan el Limosnero, hijo del rey de Chipre, que en tiempos de las Cruzadas dejó su patria y la esperanza del trono para ir a Jerusalén a prodigar los socorros más generosos a los peregrinos y a los caballeros. Juan fundó un hospital e instituyó hermanos para cuidar a los enfermos, a los cristianos heridos, y distribuir ayudas pecuniarias a los viajeros que iban a visitar el Santo Sepulcro.
Juan, digno por sus virtudes de convertirse en el patrono de una sociedad cuyo único fin era la beneficencia, expuso miles de veces su vida para hacer el bien. La peste, la guerra, el furor de los infieles, nada pudo detenerlo. La muerte lo abatió en medio de sus trabajos; pero el ejemplo de sus virtudes quedó para sus hermanos que se comprometieron a imitarlo. Roma lo canonizó con el nombre de San Juan el Limosnero, o San Juan de Jerusalén; y los masones cuyos templos destruidos por la barbarie él había erigido de nuevo, lo eligieron de común acuerdo como su protector».