La Navidad es un suceso muy sencillo, es una sola palabra con un único y profundo sentido y que simplemente significa: nacimiento. El Nacimiento de «el Cristo» el ser luminoso y cristalino que todos llevamos por dentro, desde el mismo Instante de nuestro físico nacer.
La Navidad, como la conocemos, son símbolos, es una forma de «llamar nuestra atención», hacia algo que nos quieren enseñar, son gritos amorosos de los Grandes Maestros, de todos los lugares, culturas y tiempos, que tratan de despertarnos del letargo en que vivimos. Asi que dejemos de buscar afuera lo que llevamos dentro y permitamos que ocurra en cada uno de nosotros el milagroso nacimiento interior.
La verdadera Navidad no necesita luces, ni música, ni comidas, ni bebidas, ni ropajes nuevos, ni regalos, ni estrellas en el firmamento, ni espacio, ni tiempo. La Navidad se hará presente cuando abramos la puerta que nos conduce hasta allá adentro, hacia el fondo del ser, donde encontraremos la verdad y esa chispa divina que es «la Luz» de vida, imagen y semejanza de la «Gran Luz» de donde emana. El nacimiento interior se hace notar por nuestro amor fraternal y conducta amorosa que mejora a diario, el verbo, nuestro trato social y relaciones con la familia, trabajo, escuela, ciudad, país, planeta, etc.
Ese cambio real o conducta superior será la señal de luz que le anunciara a los Magos que regresen nuevamente porque en medio de este mundo pleno de tanta miseria otro ser humano decidió iniciar su «nuevo Nacimiento» que dentro de su alma ha empezado el «parto virginal» y comenzó a ocurrir sobre la tierra «el milagro de tu propia Navidad».
Gran Abrazo queridos hermanos.
Extensivo a todos sus afectos.
Recopilado y elaborado por: Francisco Castillo Serrano. M. M. Resp. Log. «Deberes Humanos» No. 237. Mérida – Venezuela.
Fuente: Lahoud, P. (2001). El simbolismo de la Navidad. Los Teques. Venezuela.