«No penséis que el intelecto os basta para comprender. La comprensión, la verdadera, no se hace por algunas células del cerebro; se hace por todo el cuerpo, incluso por los pies, los brazos, el vientre, el hígado… Todo el cuerpo, todas las células deben comprender.
La comprensión es una sensación. Sentís, y en ese instante comprendéis y sabéis: porque habéis probado. Ninguna comprensión intelectual puede compararse a la sensación. Cuando experimentáis amor, cuando experimentáis odio, ira, tristeza, sabéis lo que es. Si decís: “Yo sé lo que es el amor”, sin haber estado nunca enamorado, os equivocáis, no lo sabéis. Pero si habéis sentido el amor, lo conocéis. Quizás no podáis ni explicarlo ni expresarlo, pero lo conocéis y lo conocéis verdaderamente. Porque el verdadero conocimiento es eso: la sensación.»