¿Cómo entendemos la Lealtad?
Es posible que podamos definirla como una virtud que hace que la persona se comporte en forma siempre fiel respecto de otra u otras. O quizás sea mejor decir que es la virtud que nos impele a ser sinceros con las otras personas.
Como se puede apreciar son definiciones que manifiestan el comportamiento de una persona respecto de otra u otras.
¿Será esto acertado?
Desde mi punto de vista, la lealtad es la virtud nacida de la armonía entre la acción y la conciencia de cada individuo. Es decir que la lealtad es, en primera instancia, una virtud que relaciona las manifestaciones de la persona con su propia conciencia. En realidad el Ser humano debe ser primero leal consigo mismo y recién, después, podrá ser leal con alguien más.
¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que la lealtad es una virtud que hace que una persona actúe en estricta sujeción a los dictados de su conciencia. Solamente una persona que es leal consigo mismo, puede ser leal con los demás. No puede una persona ser leal con las demás si no es leal consigo misma.
¿Qué importancia tiene esto en la vida cotidiana?
Sin ánimo de juzgar a nadie, creo que la mayor parte de las personas diseña su comportamiento de manera que no tenga que pasar por situaciones incómodas, sin importarle mucho sus principios – los dictados de su conciencia – . Esta es una forma de vivir casi corriente, quien no hace esto con frecuencia o por lo menos alguna vez, puede parecer hasta raro.
Sin embargo es incontrovertible que en algún momento no podemos controlar nuestra actuación y en esos momentos, nos manifestamos como somos dando lugar al conocimiento de facetas desconocidas – para otros – de nuestra personalidad. Muchas de las veces esta incongruencia tiene su origen en la falta de esquematización interna de cada uno. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que es importante que cada uno de nosotros tenga una escala de valores, definida en forma clara y que nuestra vida esté siempre de acuerdo con esos postulados. Es decir que seamos leales con nuestros principios.
Hasta el Ser humano mas ignorante, desarrolla e identifica en su fuero interno una escala de valores o principios y trata de actuar con correspondencia a los mismos. Podríamos decir que la lealtad, entonces, es casi una virtud innata del ser humano.
Si esto es así, ¿por qué somos desleales?
Simplemente porque nos convienes serlo alguna vez, por acomodarnos a las circunstancias, por sacar alguna ventaja o simplemente por falta de disciplina. Fe, Esperanza y Caridad, es la trilogía de virtudes que marca el rumbo de nuestras acciones y esto exige, en primer lugar, su internalización en cada uno de nosotros y después en dar fiel cumplimiento a las mismas. Ser leal con estas virtudes esenciales.
Mas el enunciado de cada una de estas palabras requiere de un mínimo desarrollo para su compresión. Voy a escribirlo, pero con el beneficio de que es una interpretación personal y libre: Fe en un Ser Supremo que, utilizando su Poder – El Amor -, creó el universo y a su criatura más amada: El Ser Humano, a quien colocó en un mundo maravilloso con el objeto de que sea feliz y utilizando ese poder – El Amor -, trabaje por ayudar a ser felices a sus semejantes.
Esperanza, de que la infinita Misericordia de Aquel que es el Padre, nos conceda la fuerza, la voluntad, la disciplina, la perseverancia, la inteligencia y los medios para realizar la misión en la vida.
Caridad, dando todo lo que he recibido de Él a los demás, no como una limosna sino como una entrega reverente de la Gracia. Con esta declaración de postulados de mi conciencia, con seguridad será más fácil decidir que hago y que no hago cada día en la vida. Debo decir, finalmente, que es imposible construir la paz interna si no se es leal. No es posible tener la conciencia en paz, si esta nos dice una cosa y hacemos otra muy diferente. También es imposible que nos mintamos a nosotros mismos, por lo tanto si no soy leal conmigo mismo, ¿ cómo puedo ser leal con los demás?. Simplemente no podré ser leal con nadie a menos que sea leal conmigo mismo.
La vida personal debe ser una manifestación consecuente y constante de los dictados de la conciencia. Las manifestaciones cotidianas deben ser leales a los postulados de la conciencia y que mejor manera de demostrarlo a través de la labor de cada día, entregando el mejor de sus esfuerzos y manteniendo viva la llama de la esperanza.
Aristides