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LA HUMILDAD

Es la virtud reguladora de las acciones de los hombres, reprimiendo el orgullo. Es una de las virtudes más recomendadas por la Masonería, y la que sirve de base a alguno de sus grados. Todos los masones deben rendir culto a la humildad que despierta en el mundo profano admiración y cariño.

La humildad, es la fuente milagrosa en la que los sabios encuentran la verdad y los ignorantes su consuelo. Donde la humildad se encuentra ausente nada de bueno puede cosecharse. La senda de la felicidad esta iluminada por sus candentes rayos.

Dice Manzoni que la humildad es el único sentimiento que destruye el desprecio insolente de los demás, y Jesús en su “Sermón de la Montana”, dice aquellas magnificas palabras, “Bienaventurados los humildes, que de ellos es el reino de los cielos”.

La humildad es la virtud que menos practicamos los hombres y decimos así porque si la practicáramos con más frecuencia, recogeríamos mejores frutos de nuestra cosecha.

Que distinto seria si desde el principio se nos acostumbrara a ser humildes. Que diferente fuera nuestra existencia si en vez de mostrarnos el camino de la soberbia como rumbos de nuestros sentimientos, se nos mostrara la senda limpia y fragante de la humildad que nos conduce a la paz del alma.

Soberbio es el amo que trata de humillar a su sirviente, el maestro que castiga injustamente a su discípulo, el poderoso que se olvida de la clemencia, el potentado que no vuelve los ojos al miserable que le pide una limosna. Soberbio es el rico que goza de la triste condición del pobre. Es decir, es toda la humanidad cuando se aleja del sentimiento vital que la vincula al mundo, haciendo oídos sordos a la piedad y a la misericordia.

La humildad es flor que crece en los jardines del infortunio. En la humildad que redime esta la fuerza del poder que dignifica, lo hemos dicho varias veces, la humildad es fecunda como la tierra que se abona con el sudor de la frente. Contempla a la verdad como a la justicia, por eso los hombres sinceros son humildes como justos.

La humildad es la virtud de los reyes nobles que lograron cautivar el amor y la lealtad de sus súbditos, los grandes líderes de la historia en todos los campos se han caracterizado por su gran humildad, a quienes, a pesar de la altura que lograron en la escala social, no les afecto la fiebre del poder que es la soberbia, el pecado más común que cometen con mucha frecuencia los que logran el éxito, quienes están seguros que la humildad es lo único que los falta para ser perfectos, que se sienten superiores a todo el mundo y nadie está a su altura y nadie los merece.

El líder autentico comprende que él depende de su gente y no a la inversa como la mayoría de los líderes que no logran comprender que la grandeza de sus obras depende de la acción de sus seguidores.

Cuando se está en la cima es fácil olvidarse del origen del esfuerzo realizado por cada colaborador y el apoyo recibido para que uno llegue a triunfar, la gratitud es una de las virtudes que siempre debemos practicar y tener presente que a través del esfuerzo de los demás se logran los resultados.

Cuando las cosas van bien y estamos logrando materializar nuestros sueños es fácil caer en la soberbia y creer que todo se debe solamente a nuestro propio esfuerzo, cuando en realidad gracias al esfuerzo de todo un equipo se logra el triunfo, nuestro país y pueblos enteros se ven agobiados por esta falsa apreciación.

En el mundo profano, el papel del líder empresarial se ha transformado de acuerdo a los tiempos de la historia y es así como vemos que el mercader y el artesano evolucionaron para convertirse en industriales y comercializadores, hombres de negocios que desarrollaron habilidades cada vez más complejas en el difícil arte de dirigir una empresa. Sin embargo en el umbral de la era tecnológica, una cualidad se ha vuelto importantísima para ser competitivo, que es la humildad por aprender.

Por eso queridos hermanos, considero que es de vital importancia practicar día a día la Humildad dentro y fuera de nuestro templo, para así lograr una logia, un país y un mundo mejor.

Debemos aprender humildemente de los demás, si algo nos asegura a todos los seres humanos un crecimiento continuo es la humildad por aprender, la humildad a dar reconocimiento a cada uno de nuestros seguidores, no olvidemos que la humildad nos mantendrá unidos en el transcurso del tiempo.

Cochabamba, 19 de Octubre de 1995

JUAN CARLOS AVILA

MAESTRO

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