El origen de la palabra es griego: “philos” e “anthropos”, que se puede traducir como «amor por el hombre», en el sentido de protección o amparo.
La religión tiene como sinónimo de filantropía: “la caridad”.
No hay Logias masónicas filantrópicas porque el objeto de la masonería no es una práctica de caridad, en el sentido de ayudar a los necesitados, sino que es una práctica virtuosa del masón que recibe las enseñanzas para dedicar tiempo y posesiones en beneficio de los demás.
La Masonería forma y forja al Masón en la práctica de la filantropía, como parte de la mejora, en la nueva filosofía de la vida.
En todas las sesiones masónicas, se recogen los óbolos para los necesitados.
Esta práctica tradicional es solo un primer impulso, un ejercicio para demostrar que la práctica de la caridad es una virtud.
Sin embargo, cuando se depositan los óbolos, el masón se deposita al mismo tiempo a sí mismo.
No es el óbolo lo que aliviará la necesidad del necesitado, sino la entrega total (espiritual) del masón. La limosna no es un acto mecánico de desapego que es meramente simbólico: debe ser un gesto de humanidad, amor y altruismo.
Una mirada benevolente, una actitud amistosa, un apoyo moral, eso significa ejercer filantropía.
Breviário Maçônico / Rizzardo da Camino, – 6. Ed. – São Paulo. Madras, 2014, p. 166.