Encontrándose Moisés y los hijos de Israel en el desierto es que Jehová les habló y les dijo que debían hacer un santuario para él y que él habitará en medio de ellos. La definición dada para “Israel” en el Salmo setenta y tres es: “aquellos que son de corazón limpio”, debiendo agregarse que Jesús expresó esta misma idea refiriéndose a Nataniel como un israelita “en quién no hay malicia”. Únicamente aquellos que se han hecho por si mismos “Israelitas” pueden ayudar en el noble y glorioso trabajo de construir la casa del Señor.
A avanzada edad, David decidió que era indispensable construir en Jerusalén un Templo que seria la capital espiritual de Israel, el asiento de su Dios y un lugar de oración y meditación. Este tipo de trabajo estaba prohibido para David cuyas manos estaban manchadas por la sangre de los muertos a consecuencia de sus conquistas y le entrego entonces este proyecto a su hijo y heredero, Salomón.
Salomón, rey de Israel, con la ayuda de Hiram Rey de Tiro y con la dirección de Hiram Abif, construye el primer templo de Jerusalem, en el Monte Moriat. Allí, en el monte oriat fue presentado el primer sacrificio como penitencia al primer pecado cometido por Adán y Eva en el paraíso, allí, sobre el mismo altar presentaron sus sacrificios Caín y Abel, siendo el primero rechazado y el segundo aceptado. En el mismo monte Moriat presenta Abraham el mayor autosacrificio posible, al ofrendar su propio hijo, Isaac y sobre el mismo lugar David ofreció el sacrificio para cesar la mortandad.
El templo de Jerusalén, aunque sin hacer caducos todos los demás santuarios, se-rá el centro del culto.
A él se acude de todo el país para contemplar el rostro de Dios y es para los fieles objeto de un amor conmovedor. Se sabe que la residencia divina está “en el cielo”; pero el templo es como una réplica de su palacio celestial. Por eso el culto que se desarrolla en él posee valor oficial, con él realizan los reyes y el pueblo el servicio nacional de Dios.
Pero Isaías, Jeremías y Ezequiel denuncian el carácter superficial del culto que en él se desarrolla y hasta prácticas idolátricas que en él se introducen. Finalmente, prevén el abandono por Yahveh de esta morada que él mismo había escogido y anuncian su destrucción en castigo del pecado nacional. En efecto, el carácter auténtico del culto de Israel importa más que el signo material al que Yahveh había ligado su presencia durante algún tiempo.
La Biblia nos informa que después de la muerte del Rey Salomón se conforman dos reinos, por una parte Judá en el Sur y por la otra Israel en el orte y nos hace conocer, Crónicas II, capítulo 36, versículo 14, que “… todos los príncipes de Judá y los sacerdotes y el pueblo multiplicaron las prevaricaciones, imitando enteramente las abominaciones de las gentes y contaminaron la casa del Señor, que EL había consagrado para sí en Jerusalén”.
Judá en el sur, sin embargo retuvo su identidad como Reino tributario, al principio, bajo la dominación de Egipto, y más tarde bajo la de Babilonia, sobreviendo a como nación durante este período de cautiverio en Babilonia y cuando Babilonia cayó ante sus conquistadores persas, los cautivos fueron alentados a retornar a su tierra natal, siendo Ciro, rey persa, quién emite una proclama que no es una orden real obligando a los antiguos prisioneros a retornar a Jerusalén y reconstruir el Templo, tratándose sólo del permiso para hacerlo.
La importancia de este viaje se encuentra en el significado de dos palabras: el punto de partida y el de destino. La palabra hebrea para Babilonia es también la misma para “confusión”, para el judío antiguo Babilonia fue el símbolo de un lugar de maldad, abominación, materialismo y caos, literalmente un estado de “confusión” y Jerusalén se traduce literalmente como “casa o habitación de paz”, pero tiene un sentido más profundo: “shalem” o “shallom”, las sílabas finales son inadecuadamente traducidas como “paz”. Ellas significan mucho más.
Una traducción mejor sería “entero, perfecto, a completarse, o sea “totalidad del ser”. Al entender el significado de los nombres de éstos lugares se descubre que, real-mente, se está viajando de un lugar de maldad y materialismo, de un estado de caos y de confusión, a un lugar de la “totalidad del ser” y éste sólo puede ser un estado espiritual. La razón dada para este viaje está en el deseo de contribuir en la cons-trucción de la casa del Altísimo, afirmándose que esto es sin esperanza de un sueldo o salario.
Este segundo templo, según el profeta Haggeo Jehová lo encomendó a Zorobabel, gobernador de Judá, descendiente de la tribu real de Judá y ascendiente del propio Jesús y a Josué, sumo sacerdote, descendiente de Leví, por intermedio de Aarón, hermano de Moisés y les dice que deben esforzarse en su reconstrucción, pues él estaba con ellos, según el pacto que hizo con ellos cuando salieron de Egipto.
Respecto de este segundo templo, el profeta Haggeo manifiesta que no era tan importante, pero lo que si es importante, fue el comentario, que se observa en Haggeo, capítulo 2, versículo 9, donde se dice: “La Gloria de aquesta casa postrera será mayor que la de la primera”. De esta declaración se infiere que en lugar del esplen-dor material del Templo de Salomón, surgiría un desarrollo espiritual que inspiraría ideas más elevadas del Dios de Israel.
En el destierro se comprendió mejor que Dios está presente dondequiera que reina, dondequiera que se le adora: ¿no se manifestó su gloria a Ezequiel en Babilonia? Paralelamente al final del exilio se ve a ciertos profetas alertar a los judíos co-ntra un apego excesivo al templo de piedra, indicando que Yahveh reside en el cielo y desde allí oye las oraciones de sus fieles dondequiera que se pronuncien. La existencia de tal corriente explica que, poco antes de la venida de Cristo, la secta esenia pudiera romper con el culto de un templo que ella estima está contaminado por un
sacerdocio ilegítimo y considerarse ella misma como un templo espiritual donde Dios recibe una adoración digna de él.
Debemos señalar que el tema principal de la masonería del Real Arco está cen-trado en la remoción de escombros del sitio del templo para preparar el terreno para los cimientos del segundo templo. En esta etapa, se nos narra cómo, y en qué cir-cunstancias especiales, se recuperan los “auténticos secretos”.
La muerte no es sino el principio de la vida y que si el primer templo de nuestra vi-da transitoria y terrenal se halla en la superficie, tenemos en realidad que descender a la bóveda más intima de nuestro ser, “escarbando, cavando, penetrando” en las entrañas mismas de la materia, donde podamos encontrar el sagrado refugio de la verdad, que se constituye en definitiva, en nuestro segundo templo, el de la Vida Eterna.
Correlator: C. Martín Pedragosa del Campo
Santa Cruz de la Sierra, 20 de abril de 2011
BIBLIOGRAFIA:
EL ARCO REAL. Su Significado Oculto. George H. Steinmetz. Traducción al castellano. RECOPILACION AÑOS 1988-
- Capítulo “Excélsior” Nº 39. ANUARIO AÑOS 1998-1999. Capítulo “Cedros del Líbano” Nº 20.
LA BIBLIA