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La anti-masonería

A nuestros H.H Masones que padecieron persecución en cualquier tiempo y lugar. Para todos ellos, dignidad, respeto y memoria.

Nos podemos preguntar el motivo de exponer ante una Logia Masónica una crónica sobre la anti masonería, la respuesta es sencilla. Llegar a conocer a los detractores, sus ideas, proyectos y acciones, puede ayudar a una mejor percepción de la Historia de la Orden en el sentido de “quiénes somos “ y “qué hacemos”.

La expresión anti masonería es en sí misma, poco clara y nada aporta a un significado preciso del término más allá de la locución literal Para ser más concretos habría que distinguir entre el anti masonismo, como postura ideológica contraria a la Institución, de la anti masonería que sería el anti masonismo organizado. En un sentido más amplio podemos entender que ambas significan actitud adversa u hostil hacia la Francmasonería. Pueden adquirir diversas características, desde la crítica en el ámbito literario, a formas más o menos violentas que van desde la prohibición.

Hasta la persecución. La anti masonería consiste en críticas o actuaciones de grupos, a veces incompatibles entre sí, con la única conexión de que son hostiles a la Institución de alguna forma. Curiosamente no existe un movimiento uniforme, en lo único que sus adversarios están de acuerdo, en diversos grados, es en ver peligrosa a toda una sociedad por ser discreta o, según ellos, secreta Hay una destacada excepción, el antisemitismo que es usual a casi todas las formas de anti masonismo. El antisemitismo recoge, algunos rasgos del antijudaísmo tradicional -pueblo maldito, cosmopolita, traidor a la patria – pero les añade un carácter racial y por tanto indeleble.

Aun hoy en, círculos de opinión con marcado carácter conservador y una visión tradicional de la sociedad, sigue vigente la tesis de la intervención judía en el origen de la masonería y que la interacción de ambas fuerzas es extremadamente negativa para la sociedad. Por no mencionar la supuesta dirección secreta de la Orden por los hebreos: «El masonismo es el judaísmo enmascarado»

Históricamente, la recepción de los judíos en las logias masónicas se ha diferenciado un poco según el país, Francia, Alemania o Inglaterra, siendo su integración a la masonería solo el reflejo de su estatus en la sociedad de la época. Es por ello que no ha sido igual en todas partes. Es cierto en Francia, como será cierto en Inglaterra en menor grado, que los judíos muy rápidamente durante el siglo XIX, estarán representados en la masonería en un porcentaje de cierta entidad en comparación con su proporción en la sociedad en general. En ese momento, la masonería francesa estaba formada por la pequeña y mediana burguesía, y los judíos la vieron probablemente como una oportunidad para completar su integración en la comunidad nacional, a través de una sociabilidad que no discriminaba por razón de creencias religiosas o motivos étnicos. Y es interesante notar que, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, y precisamente porque los hebreos son un tanto numerosos en la masonería, que emergerán en los círculos tradicionalmente hostiles a la institución, círculos esencialmente católicos, la expresión “judeo masonería” Estos ambientes contrarios utilizaran frases como “no solo la masonería está en contra de la Iglesia, sino que también es una guarida de judíos»

Los ataques a la Orden son prácticamente contemporáneos con su origen en la acepción especulativa de la misma y han ido evolucionando según el aumento del nivel cultural del publico destinatario, desde invectivas sin fundamento histórico y escasa calidad literaria, a argumentaciones con un contenido más desarrollado para las circunstancias cambiantes y un auditorio algo más exigente .Así de una conjura contra el Trono y el Altar( Revolución Francesa)se pasó a una “trama satánica” contra el poder de la Iglesia para, hacia finales del siglo XIX en adelante a una “conspiración judeo masónica” con algún añadido en los años 30 del siglo XX , como “complot masónico comunista” .Las tesis antimasónicas, con el paso del tiempo, se han hecho progresivamente más sutiles . El procedimiento, tan simple como efectivo, consiste en alterar adecuadamente o situar fuera de contexto, actuaciones, declaraciones y/o biografías de personas que han pertenecido o pertenecen a la Institución, lecturas adulteradas de historia o textos masónicos, etc. En resumen, se trata de tergiversar el carácter y los objetivos de la Institución para adecuarlos como supuestas “pruebas” de presuntas intrigas con múltiples objetivos, tales como intervenciones políticas, financieras, cambios sociales, guerras, nuevo orden mundial, la lista sería tan sorprendente como interminable .La ideología masónica, porque, para sus oponentes se trata de una ideología, y no de una metodología iniciática, se identifica comúnmente con una visión globalista, que persigue fines ocultos y es, o puede ser, un instrumento de destrucción del sistema existente.

De este modo, crisis económicas, conflictos internacionales, cambios de gobiernos, quiebras bancarias, etc., son presuntamente identificables como maniobras de una gran confabulación en marcha. La trama se ve confirmada por el hecho mismo de que todas las pruebas han sido destruidas y que solo quedan pistas, rastros, signos y fragmentos.   El propósito principal de cualquier hipótesis conspiratoria es encontrar vínculos con eventos que no tienen nada que ver entre sí y buscar la capacidad de unirlos, de  volver  a  ensamblarlos  para  restaurar  “la  verdad”.  Cualquier línea de pensamiento   desacorde con la ortodoxia de un lugar y tiempo determinados como el liberalismo, el socialismo, el comunismo, la masonería, el pacifismo, el ateísmo, el catálogo sería prolongado, pueden ser incriminados como socios o comparsas de una eventual conspiración en marcha transformándose, de acuerdo a las condiciones locales o del momento en elementos que pretenden alterar la tranquilidad social. Según Pierre Taguieff, las teorías de la conspiración se basarían en cuatro principios: “nada sucede accidentalmente; nada es lo que parece ser; todo está conectado, pero de forma oculta; y todo lo que sucede es el resultado de intenciones o voluntades oscuras”.

Estas fuerzas pueden actuar solas o combinadas, como máscaras que se van cambiando. El enlace perfecto para esclarecer las “inexplicables” alteraciones del orden establecido suelen ser las sociedades secretas, en particular la más antigua, la masonería. Una de las primeras respuestas que se dan cuando se pregunta a una persona que mencione una asociación enigmática es: “los masones”. El hecho de que la masonería sea una colectividad exclusiva, es decir, una entidad donde solo entran afiliados y cuyas reuniones son a puerta cerrada, suscita todo tipo de especulaciones. Al mismo tiempo, históricamente, numerosas personas relevantes han sido parte de la sociedad, un ingrediente que por sí mismo fomenta la imaginación popular. Sombras dentro de las sombras, los masones organizan la sociedad para su propio beneficio, infiltrándose en los círculos económicos, políticos, culturales y sociales amparados por el secreto. La respuesta habitual es la desconfianza y el miedo nacidos de la acendrada creencia en el aforismo “todo lo que es bueno no debe mantenerse en secreto y que todo lo que se mantiene en secreto no puede ser bueno” Por otra parte ¿cómo explicar que la masonería, preocupada por la libertad y la igualdad, practique de hecho una política de selección rigurosa? Las contradicciones, aparentes o supuestas, no faltan y se prestan fácilmente a la crítica sesgada.

Podemos dividir, a efectos didácticos, la anti masonería en dos corrientes principales, política y religiosa, que frecuentemente, aunque no siempre, actúan interrelacionadas. La segunda ha sido inspirada por la Iglesia Católica, que invariablemente ha visto en la Orden el adversario de sus doctrinas. La historia de las relaciones, siempre tensas, entre el Vaticano y la Institución masónica han sido objeto la pasada gestión de una excelente plancha realizada por nuestro Q.H. P.M Javier Hinojosa, por lo que no volveremos sobre este aspecto, centrando nuestra exposición en la corriente anti masónica política. Independientemente de la opción que se elija, al final lo que tienen en común es que creen que la masonería es subversiva de alguna manera para el gobierno, la organización religiosa o el orden mundial Tanto la anti masonería política como la religiosa, llevadas al extremo, han tenido letales consecuencias para la Orden y sus miembros.                                                         

No por casualidad este trazado se centra en hechos sucedidos en el Viejo Continente. Fue allí donde la virulencia de la persecución contra la Orden alcanzó su paroxismo. En las Américas, del norte y del sur, la anti masonería tuvo un carácter dialéctico, ya sea verbal o escrito. La única excepción relevante a esta tónica fue el decreto de Simón Bolívar del 8 de noviembre de 1828, en su calidad de Libertador Presidente de Colombia, eventualmente como reacción al atentado contra su vida en la Conspiración Septembrina del 25 de septiembre de 1828, por una llamada Sociedad Filológica, supuestamente vinculada a la Masonería .No se ha podido probar fehacientemente enlace alguno.

“Habiendo acreditado la experiencia tanto en Colombia como en otras naciones, que las sociedades secretas sirven para preparar los trastornos políticos, turbando la tranquilidad pública, y el orden establecido; que ocultando tras ellas todas sus operaciones con el velo del misterio, haciendo presumir fundamentalmente que no son buenas ni útiles a la sociedad, y por lo mismo excitan sospechas y alarmas a todos aquellos que ignoran los objetos de que se ocupan, oído el dictamen del Consejo de Ministros, (5).

Decreta:   Art.1   Se   prohíben   en                Colombia   todas        las                asociaciones              o confraternidades secretas, sea cual fuere la denominación de cada una.”

(…siguen otros arts.)

El hecho de que por motivos de espacio y oportunidad no podamos hablar de las persecuciones a la Masonería no quiere decir en ningún caso que carezcan de importancia. La tienen en elevado grado. La Alemania nazi, la España de Franco, Italia de Mussolini, Francia de Vichy, la Rusia de Trotsky y Stalin, el Portugal de Salazar, la Rumania de Antonescu son los principales actores de la persecución en diferentes grados. Todos estos regímenes tienen un punto en común, el autoritarismo de uno u otro signo. Es un relato que acreditaría una plancha por cada uno de los Orientes que sufrieron esta indignidad, que acabo en muchos casos, con la muerte, la prisión o el exilio. También habría que elogiar el auxilio de todo tipo prestado por la Orden a los que emprendieron el difícil e incierto camino del destierro. Víctimas de la acción combinada de la ignorancia, la mentira y el fanatismo, los tres enemigos ancestrales, nuestros H.H pagaron un oneroso tributo por su sola pertenencia a la Institución. No fueron culpables de su dura suerte.. Que el GADU les conceda un largo descanso. Clío, la Musa de la Historia conserva su recuerdo para que las lecciones de una tragedia pasada puedan servirnos de advertencia en el porvenir.

El extremismo político ha sido el caldo de cultivo de los acosamientos a la Orden. Hay varias características significativas en los países en que estaban los Orientes hostigados. Todos eran estados atrasados, con regímenes autoritarios y con un bajo nivel cultural y económico, salvo la notable excepción de la Alemania de los años treinta, una nación culta y desarrollada, pero también sometida a una dictadura. Los regímenes totalitarios de izquierda o de derecha tienen la característica de haber perseguido siempre a los masones. Los gobiernos fascistas de los años 30 asimilaron la Masonería al comunismo. Irónicamente, en los países comunistas de la época, era sinónimo de cosmopolitismo burgués capitalista, y tanto unos como otros, consideraban a las logias como instrumentos de subversión. Forma parte de la historia política y no solo en los sistemas absolutos si no también en cualquier gobierno en problemas, la necesidad de buscar presuntos enemigos internos o externos como un modo de encubrir o justificar los fallos propios del sistema, Tiene la ventaja de que permite eludir o diluir las responsabilidades y formar mentalidades comprensivas por el mal funcionamiento y/o carencias de la sociedad, cuyas penurias son siempre atribuibles a fuerzas oscuras, En los Estados autocráticos, de cualquier carácter, se ha recurrido en el siglo XX como útil explicación de todos los problemas, a la actuación de fuerzas tales como el comunismo, el judaísmo o la   masonería y de ahí la necesidad de desarrollar campañas “anti” para eliminar a los supuestos antagonistas.

Las actuaciones de Mussolini y Hitler prohibiendo la Masonería en 1925 y 1934 respectivamente, son conocidas. El Partido Nacional Fascista (P.N.F.) en fecha 20 de noviembre de 1925 aprobó definitivamente la ley de asociaciones secretas prohibiendo de hecho a la masonería, que, en datos de 1914, contaba con unos 25.000 miembros entre el G.O.I. y la G.L.I. La redacción del texto fue precedida por el trabajo de una comisión de estudio, denominada La Quince, dedicada específicamente a la historia y obra de la masonería. La comisión, llegó al resultado de que la masonería era” portadora de una mentalidad extranjera”, que el secreto masónico corrompió las costumbres y el carácter de los italianos “dispuestos naturalmente a la franqueza y sinceridad»; que el anticlericalismo masónico era «mezquino, sesgado y anticuado» y obstaculizaba el acercamiento entre Italia y la Iglesia católica y detrás de la institución masónica había una especie de «organización de la Camorra para la defensa de intereses puramente privados(5)) Existía un doble objetivo en la medida. Por un lado, eliminar un centro antifascista y liberal especialmente en la más numerosa, el G.O.I. En segundo lugar, pero no menos importante, prestar un servicio al Vaticano, que había hecho de la abolición de la masonería una de las condiciones preliminares para llegar a un acuerdo con el gobierno italiano y poner fin a la llamada “Cuestión Romana” que persistía desde 1870. A partir de ese momento se inicia la violencia contra la Orden. El diario «Cremona Nueva», la prensa del dirigente Enrico Farinacci instó al Estado a tomar posesión de los nombres de los masones para «fusilarlos en masa, como traidores a la patria». El pensamiento de Mussolini detrás de esta ola de persecución, aparece en las palabras pronunciadas en Roma el 27 de octubre de 1930: Los masones dormidos podrían despertar. ¡Al eliminarlos, estamos seguros de que dormirán para siempre! «

Unos años más tarde, la experiencia italiana se renovaría en Portugal. El Dr. Oliveira Salazar, ex profesor de la Universidad de Coímbra, que se convirtió en el “salvador de la patria” igual que los otros dictadores de la época, fijó su atención en el peligro de las sociedades secretas como responsables de la decadencia de Portugal, prohibiéndolas en 1929.

El Nazismo justificará su anti-masonismo alegando “el liderazgo judío” al frente de la Orden. Según ellos, la masonería es solo el vector de la perniciosa influencia de los judíos, Adolf Hitler escribió en su libro Mein Kampf que los masones habían sido subvertidos por el pueblo judío y que la organización se había convertido en el instrumento a través del cual estos luchaban por sus objetivos En 1934, el ministro del Interior, Hermann Göring, emitió un decreto pidiendo a las logias que se disolvieran «voluntariamente”. La prohibición definitiva de la masonería en la Alemania Nazi tendrá lugar el 17 de agosto de 1935. Aunque un número indeterminado de miembros fueron detenidos y enviados a campos de concentración, donde fueron clasificados como presos políticos y debían llevar un triángulo rojo invertido en sus uniformes presidiarios, sin embargo, Hitler no desarrolló la misma furia homicida contra los masones que contra los judíos. Pocos masones fueron finalmente ejecutados por los nazis o sus aliados únicamente por su pertenencia. Fue esencialmente la Orden que sufrió la represión nazi. Las logias fueron disueltas todas sus propiedades confiscadas, los archivos saqueados y, los antiguos miembros, marcados con vergüenza y puestos bajo vigilancia. No podían formar parte de la Administración Estatal ni de las Fuerzas Armadas.

Podemos citar brevemente a la Francia de Vichy, con el mariscal Pétain en 1940.Como los nacionalistas alemanes después de la Primera Guerra Mundial, los seguidores de Vichy atribuyeron la derrota de Francia a los masones, cuyos compromisos habían debilitado y corrompido el vigor francés. Así, el mariscal Pétain, afirmó:” La masonería es principalmente la culpable de nuestros problemas, Fue, ella, quien mintió a los franceses y los engañó con sus mentiras. Porque fue la mentira la que nos trajo a donde estamos”

La España de Franco fue otro de los lugares donde la Orden sirvió también como chivo expiatorio de las dificultades de los gobiernos. Con la rebelión militar del 18 de julio de 1936, la historia de la masonería entró en un período de persecución y destrucción sistemáticas. El 15 de septiembre de 1936 un decreto del general sublevado Franco, declara que la masonería y otras asociaciones clandestinas son contrarias a la ley y que sus militantes, calificados como activistas, son considerados subversivos. Durante la guerra civil, ante las atrocidades cometidas por los insurgentes contra los masones, la masonería pública un comunicado dirigido al pueblo “Ciudadano: a través de la prensa te habrán informado de que por donde hayan pasado los rebeldes, nuestros hermanos masones han sido asesinados, a menudo después de torturas inicuas ¿Por qué este odio del fascismo por la masonería? ¿Porque representa en el campo de las ideas, la antítesis del totalitarismo? Porque sin ser un partido político, ni una religión ni una asociación de clases, la masonería siempre ha sido un obstáculo formidable contra todas las tiranías”. La proclama concluía que la masonería, cumpliendo con su deber cívico, defendería siempre al gobierno legítimo contra un levantamiento militar, reafirmando en todo momento su fe inquebrantable en la Humanidad, en los principios de libertad, justicia y progreso y su decisión de continuar su trabajo de siglos en defensa de estos sublimes ideales.

Al otro lado del radicalismo político las cosas no son muy diferentes, en el III Congreso de la Internacional Comunista de 1921 en Moscú organizado por Lenin y Trotsky, se acordó prohibir la afiliación a la masonería a todos los miembros del partido, «ya que la masonería no es más que un proceso de infiltración de la pequeña burguesía en todos los estratos sociales”. La política impuesta en la Unión Soviética se extendió desde 1921 a todos los partidos comunistas occidentales en virtud de la decisión adoptada en el citado Congreso La prensa de la época informó de algunas intervenciones antimasónicas en Rusia, como la del 26 de julio de 1928, que publicó un diario   de Leningrado:” El Soviet Central de Leningrado procedió durante la noche al cierre y liquidación de todos los masones. Los directores de las dos Logias más importantes, la «Delphis» y la «Fleur d’Acacia» fueron arrestados y llevados ante los tribunales soviéticos. Se les acuso de recibir subsidios de Logias conocidas por ser centros del capitalismo”. La Gran Enciclopedia Soviética (Moscú, 1954) declara bajo la expresión Masonería o Francmasonería, a una “corriente de moral religiosa, heredera de los constructores de catedrales medievales” al proclamar la fraternidad universal en condiciones de antagonismo de clases, ayudó a fortalecer la explotación de los hombres, porque mantuvo a las masas trabajadoras lejos de la lucha revolucionaria”…. “En nuestro tiempo, la masonería es uno de los movimientos más reaccionarios de los países capitalistas que está más extendido en Estados Unidos, donde está el centro de su organización”. Esta postura se mantuvo a lo largo del tiempo, así, el 3 de junio de 1960, el periódico de Moscú, Izvestia, en un artículo titulado “Jesuitas sin sotana”, denunció a la Masonería como “una organización de conspiradores capitalistas al servicio del imperialismo”.

Para terminar, deberíamos preguntarnos: ¿Es posible que un gran número de teóricos de la conspiración, dispersos en diferentes espacios y tiempos, puedan operar unívocamente al servicio de superiores desconocidos, sin conocerse y sin que nadie haya traicionado jamás, revelando propósitos e intenciones? ¿Cuál sería entonces el evento históricamente válido, documentado y reconocido en la base de esta hipotética trama?

En todo caso, parece más importante investigar por qué la sociedad necesita periódicamente un enemigo al que luchar, un grupo contra el que transmitir insatisfacción e insuficiencia, un culpable para señalar como la causa de los males del mundo. ¿Y qué habría hecho entonces la masonería para merecer, incluso hoy, toda esta atención? Las posibles respuestas son muchas y se necesitarían otras oportunidades para analizarlas todas.

Por: Carlos A. García Bustelo

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