¿Sabes que eres un químico?
Text: Ute Schendel
Los procesos químicos tienen lugar en nuestra digestión, pensamiento y muchas otras funciones corporales.
Los pensamientos también desencadenan muchas reacciones hormonales. Nuestra mente, con la que logramos tantas cosas, está dirigida principalmente por impulsos inconscientes. Sin embargo, ¡estamos llamados a transformarnos de químicos a alquímistas! El deseo de los grandes alquimistas de todos los tiempos era transformar el plomo en oro, lo cual significa extraer la luz de todas las experiencias oscuras de la vida, para que pueda formarse la piedra “filosofal” en el yo purificado. ¡Esto es a lo que se referían los verdaderos alquimistas con la producción de oro como metal!
Los alquimistas iban a las causas que son la base de todos los procesos; querían conseguir sabiduría y volverse trabajadores conscientes en el gran desarrollo del hombre y la naturaleza. Quienes se cuestionan las normas y los hábitos son pioneros.
Un nuevo tipo de pensamiento deja huellas en el éter, en nuestro campo de vida. Estas huellas etéricas actúan como una brújula para otros. De esta forma el yo sirve como una realización de ideación colectiva.
El alma inmortal del hombre está prisionera en el cuerpo mortal como el núcleo en el átomo y el corazón de la célula en la célula misma. El método alquímico proporciona su liberación. Dicho método se divide en siete pasos, siete procesos. Cuatro de ellos tienen lugar en el nivel físico del alma; son los procesos de fuego, agua tierra y aire.
En primer lugar figura la Calcinatio, el proceso del fuego. En cada ser humano existe un espíritu del fuego. Si es activado en nuestro interior, nos conduce a un autoanálisis que no siempre es halagador. Entramos en el fuego del conocimiento de nosotros mismos, en la consciencia del fuego. Si somos capaces de permanecer en ella, podemos trabajar en la superación de nuestros problemas, aceptando nuestra vida y poniéndola bajo el liderazgo del alma inmortal. Esto nos llevará a un estado de calma y ecuanimidad.
El Segundo proceso es la Solutio, o proceso del agua. En él nos volvemos conscientes de los patrones con los que nos identificamos. Nuestros lados oscuros se nos vuelven visibles. Ahora podemos comenzar la purificación, que se hace posible cuando nuestro ego se convierte en un servidor voluntario del alma, capacitándonos para realizar los profundos procesos de la elevación del alma y entrar en nuestra consciencia. Entonces
nuestra vida se volverá consciente del alma.
Tercer lugar está la Coagulatio, que construye la forma y es el proceso tierra. Nuestro esfuerzo constante por lograr el verdadero conocimiento, la vida en el presente y la pertenencia al amor omniabarcante nos conduce a la formación, a la manifestación de las fuerzas del alma nueva en nosotros. Lo que hacemos se refleja en el alma. El alma recibe un nuevo “cuerpo”, invisible a los ojos externos.
El cuarto proceso básico es la Sublimatio, el ascendente, el proceso del aire. Ahora los
problemas, todos los asuntos, son considerados desde una perspectiva superior, y de esta forma pueden resolverse de una manera nueva. El alma, con su nuevo cuerpo invisible, se hace libre, lo que la capacita para entrar en contacto con el espíritu universal de una manera nueva y cumplir así los tres procesos alquímicos siguientes.
Estas cuatro operaciones alquímicas colocan a quien las recorre ante las siguientes preguntas:
¿Se convierte en ceniza el ego terrenal en el fuego del alma (Calcinatio)? ¿Puede el extracto disolverse en las aguas de la plenitud del alma (Solutio)? ¿Hay una nueva personalidad subordinada y una nueva estructura del alma formándose por la aplicación de las fuerzas del alma (Coagulatio)? ¿Tenemos una nueva perspectiva de observación en el alma (Sublimatio)?
La verdadera alquimia permite una armonía interna gracias a un balance equilibrado de los cuatro elementos; fuego, agua, tierra y aire. Es condición decisiva que nuestra percepción y fuerza de voluntad estén al servicio de fuerzas más elevadas. La meta consiste en alcanzar la transparencia para la Luz. Es posible llevar a cabo las Bodas Alquímicas, la unión del Alma y el Espíritu. Los tres pasos siguientes de la alquimia mencionados anteriormente no atañen ya a la personalidad terrenal, sino que contribuyen a hacer posible este secreto a través de los procesos de maduración, sirven para eso. Son la Mortificatio, Separatio y Conjunctio, que, en terminología Cristiana, son también conocidos como crucifixión (del aspecto inferior), para que pueda liberarse el aspecto superior, resurrección (de un cuerpo glorificado) y ascensión (la cohesión del ser recién nacido con el Alma Nueva y el Espíritu.