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HOSPITALARIO

Nombre dado a uno de los oficiales de una Logia Masónica, inspirado en la Orden de Hospitalarios, en el Tiempo de las Cruzadas, porque ese oficial es el encargado no solo de recoger los óbolos a través de su «gira» litúrgica sino también de atender a los necesitados.

A través de la Bolsa o Saco de Beneficencia, los óbolos o donaciones recaudados son invertidos por el Hospitalario, de manera autónoma e independiente, sin que se requiera ninguna presentación de cuentas; el monto de la colecta permanece confidencial y solo el Hospitalario lo sabrá; tiene la obligación de rendir cuentas, no de los valores, sino de las acciones que practica en nombre de la Logia.

Cada masón, a su vez, es un hermano hospitalario, ya que cumple la práctica de la caridad, ya que recibe las bendiciones de Dios y debe dar cuenta de su «hospitalidad», es decir, del bien que practica.

Poner un óbolo en la bolsa o tronco de beneficencia no satisface la conciencia. Después de proveer para sí mismo, para su familia, cada masón tiene la obligación de proveer para la sociedad, en la parte más desfavorecida y abandonada.

El Maestro dijo: «Es mejor dar que recibir», y esta máxima cristiana nos concierne.

«Dar» debería causarnos satisfacción, porque la solidaridad es una virtud, y esa virtud es parte del conjunto más amplio que nos rodea como verdaderos masones.

Al dar nuestro óbolo, nunca olvidemos jamás que el dar es también una bendición.

Breviário Maçônico / Rizzardo da Camino, – 6. Ed. – São Paulo. Madras, 2014, p.187.
17 de junio.

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