En la primera parte habíamos afirmado que subyugar, la sed de dominio, sobre sus congéneres y la naturaleza es un gran incentivo que impulsa la vida del hombre sobre la tierra. Los ejemplos y estadísticas mencionadas, confirman esta ansia que no se detiene ni ante la perdida de la vida de millones de seres, en guerras, holocaustos y genocidios que se han producido en la historia del hombre sobre la superficie. Pese a estos desastres, la sed de dominio continúa.
Que motiva al hombre a superar toda observación, obstáculo, horror y poseer y ejercer el dominio tan buscado, subyugar a los demás. La respuesta es compleja como todo lo relacionado con él, pero sin detenernos en el análisis psicológico que no es tema de este artículo, ensayaremos unas respuestas que han sido mencionadas por autores e innumerables artículos y teorías.
La primera de afectación personal, es la egolatría. Inherente a el, muchas veces desde niño. Sucede cuando el pequeño, más que querido, se siente superior a los demás. Con el correr de los años este sentimiento no corregido, crece con la edad mental y en algunos se desarrolla peligrosamente. En otros, queda en receso o detenido, por otras circunstancias ajenas a nuestro tema; y en los demás es administrado y controlado por el propio hombre, con herramientas como la educación, formación, moral, conducta, que péndula entre puntos contrarios, pero sin extremos.
La segunda es la realidad. Son percepciones diversas de una misma situación. Son individuales y juega un papel muy importante. La realidad existe y es una; la forma de entenderla y comprenderla es diversa. Los mismos argumentos mencionados líneas arriba, concurren en esta respuesta. A esas herramientas, hay que añadir la formación religiosa que desempeña un rol significativo. La realidad, o más bien la percepción de la realidad, es la verdadera generadora de la inquietud humana, de la reacción que muestra ante sus percepciones. Es la causa de la motivación y de actividad del hombre que han producido cambios en la historia de la humanidad.
La tercera es el deseo de servicio a la sociedad o humanidad. Ser útil a la gente ayudándola o conduciéndola a mejores futuros. Es una noble actitud de solidaridad, servicio, entrega en favor de todos, principalmente de los desaventajados que sufren su situación, con escasas posibilidades de superación por diferentes circunstancias.
Veamos como estas tres respuestas, el hombre, la realidad y la ocasión, concurren convocadas a conformar el ansia de dominar que atrae tanto a algunos de los seres humanos.
El Hombre. Partamos de una propuesta. El hombre es mente y acción. Por tanto, es mente y actitud; idea y acción. La idea fuerza que obtiene de la realidad, impacta e impera en su mente; esta se revuelve, empeñándose en el conocimiento detallado de la idea, analizándola en todos sus componentes y conceptos, desarmando su estructura inicial y rearmándola de todas las maneras posibles, tratando de encontrar el mejor perfil que satisfaga la inquietud despertada; hasta que lo halla. Entonces tiene respondido, satisfecho y definido todo. La situación inicial que encontró en la realidad, la que le motivo toda la actividad mental desarrollada; la analizo y examino y revolvió hasta darle la nueva estructura, que le satisface, lo tranquiliza. Ahora queda actuar. Pero ahondemos un poco más en ese proceso que parte de la idea impactadora. En la mente se desarrolla, el análisis de la idea fuerza, su desarmado, llamemos así al análisis, le permite conocer en detalle todo el componente de la misma.
Es una disección de los elementos integrantes, descubre las características y entiende la estructura de formación que encontró. El desarmado del inicio, el conocimiento de lo original, el proceso de reconstrucción, varias veces repetido con resultados insatisfactorios para nuevamente volver a la faena ideal de seguir intentando cambiar la realidad inicial hasta finalmente, después de su incansable proceso mental, obtener el nuevo perfil, que sería lo perfecto, lo satisfactorio o al menos lo mejor que la realidad nunca conoció, pero que ahora cumplía con todo, desde el original analizado; el proceso a seguir; y concluir con el ideal que satisfacía los requisitos eliminando todo lo negativo de la idea fuerza. Después la acción que desplegará, hará realidad la idea reformada.
El proceso está gatillado. El proceso mental felizmente concluido, impulsara la actitud a la acción sobre el tema de la idea fuerza que lo compromete.
La realidad ya jugo su papel inicial e impactó en el cerebro humano. Después en la acción, verá y sentirá reacciones y nuevos impactos.
El hombre, con el ideal procesado en su mente, y goza de sus facultades naturales sin impedimentos físicos y mentales, está habilitado, a imponer su idea a los demás, en términos razonables tales como la exposición, la persuasión, el convencimiento, la demostración, el ejemplo etc. Esta es la secuencia aceptable y sensata. Es lo esperado. Sin embargo, suceden hechos inesperados, desviados producidos en la mente del hombre, que enrumban las circunstancias y acciones hacia otros procesos, formas y metas y el dominio del ser humano, se convierte en un arma de sometimiento y destrucción, no en una herramienta de progreso y desarrollo. Ese niño festejado y alentado a ser el mejor, en el tiempo, es el hombre de dominio e imposición.
La Realidad. Es la existencia verdadera y efectiva de algo o alguien; todo que existe en el mundo real. La realidad, ¡¡… cuan armónica y dura es…!! Controversial como ambos términos. Es de percepción. Buena para unos, cruel para otros. Pero hay un término que todos o la mayoría aceptan. Es desigual. En eso radica la confrontación del ser humano. En la diferencia de las realidades humanas.
Realidad, …. todo lo que existe en el mundo real. Es un buen concepto de comprensión. La controversia radica en que no todo existe de la misma forma y en las mismas condiciones. Las diferencias son notables y ahí es donde surge el problema, la incomprensión, la negativa, el rechazo. Las diferencias en la existencia, en muchos casos es brutalmente cierta, cruel, despiadada, injusta, humillante. Es inaceptable.
La desigualdad de la realidad; de seres naturalmente iguales, en espacios diferentes, pero del mismo planeta, que sobreviven gracias al mismo elemento, el aire; que se sirven de la misma naturaleza para alimentarse, saciar la sed, vestirse, trabajar, utilizar los recursos que proporciona, para conseguir sustento y sobre vivir; no hay explicación completa y convincente alguna, para justificar la desigualdad.
Este hecho ha creado siempre desde los inicios conflictos humanos. Hay descontento. No tiene solución y seguirá generando la incomprensión del género humano. Las justificaciones y explicaciones que se han dado, tienen validez relativa y por lo tanto son inaceptables.
Hay una afirmación que se repite y sostiene respaldada en la evidencia científica. El ser humano es igual. Sus diferencias étnicas, culturales, religiosas, políticas, no le restan ni aumentan cualidades a su condición de humano.
El hombre con piel de diferente color genéticamente es el mismo que los otros. Sus diferencias de conocimiento, costumbres, creencias, etc. no hacen de el, un ser diferente. Por lo tanto, ante estas similitudes básicas, las diferencias que existen en la forma de vida son inaceptables. Es una conclusión planteada, que parecería ha sido lanzada para que solo respondan y justifiquen, los que tienen mejores condiciones de vida y los otros queden a la espera de una respuesta que sea solución y los satisfaga, mientras continuamente expresan su impaciencia con diferentes grados de énfasis y violencia. En tanto la respuesta no llega, el conflicto está al menos latente.
La realidad así dibujada en términos amplios y generales, está claro que es impactante en todos los seres humanos, aun de los afortunados. De una y otra manera las realidades colisionan y no son ignoradas. Hay un tema pendiente de solución y la vida deja de ser placentera para todos, mucho más si los descontentos aumentan en cantidad cada vez mayor y se convierten en una verdadera amenaza para la paz y una advertencia de terror.
La realidad de la vida muestra al ser humano como es y como siente. En momentos diferentes, pero en los mismos lugares, la realidad varía e inclusive puede ser radicalmente diferente para la gente. No parece ser la naturaleza la única y principal causa.
Todo el panorama anteriormente descrito es la comprensión de la realidad en general. Esta compuesta por una serie incontable de otras realidades menores pertenecientes a tantos, como seres humanos hay. Estas individuales o generales realidades, son las que impactan en la mente del hombre, a las que nos referíamos en el anterior subtitulo El Hombre.
Estas realidades son la idea fuerza, el inicio de las elucubraciones en la mente del ser humano. A ellas las percibe, las desarma y reconstruye tantas veces hasta encontrar el perfil ideal de la realidad que será beneficiosa para todos o al menos para la mayoría. El desarme y reconstrucción constante es el proceso en el que encuentra el camino a seguir para llegar al ideal partiendo de la realidad encontrada. No se debe perder de vista que la realidad es cambiante. Generalmente, los cambios, no obedecen solo a las leyes conocidas por los humanos. Hay otras que rigen a los seres, planeta y Universo que, siendo desconocidas para el humano, es imposible predecir el comportamiento y porvenir de quienes y que, están sujetos a esas leyes.
Este último concepto, generalmente no es tomado en cuenta, sea por rechazo, olvido, incredulidad, o cualquier otro motivo, pero es real. Varios acontecimientos sucedidos en el mundo antiguo y contemporáneo tienen causas imprevistas e inexplicables, pero que, solo mostrando su presencia, demostraron su realidad y existencia, aunque la explicación llegue tarde o nunca.
La realidad es un hecho factico. Al parecer se la puede modificar en alguna forma con el esfuerzo y conocimiento humano, pero no deja de ser inesperada, impredecible, sorprendente y asombrosa.
El servicio. Es el tercer concurrente a la cita del “dominar”. El hombre como actor (cuando no), la realidad como la motivación y ahora el servicio como el deseo de hacer algo por alguien.
Claro que es plausible la solidaridad, generosidad altruismo, sustentados en los valores de justicia e igualdad. El servicio es la acción humana de dar algo a quien necesita, sin recibir algo a cambio.
Un paréntesis, para mencionar algo destacable y la mejor muestra de servicio y solidaridad. Hay un poderoso movimiento solidario en el mundo, con más de un millón de adherentes, con una máxima inigualable “Dar de sí antes de pensar en sí”, que propugna el servicio a la comunidad y humanidad, que, en este afán, capta simpatías, apoyos y recursos lícitos de todas partes del planeta, los reciben y destinan a las poblaciones de gente más necesitada. Este movimiento es el rotarismo, autor del éxito mundial de la lucha por la erradicación de la poliomielitis o parálisis infantil, que tantas víctimas inocentes causo en el siglo pasado.
Por este merito el Rotary Club International, mereció una distinción y un asiento en la Asamblea de las NN.UU. como el único miembro que no es estado, pero que, por sus cualidades, merece el honor de ser parte de ese organismo mundial. Este caso es posiblemente el mejor ejemplo real de solidaridad y beneficencia en el planeta.
El servicio es una vocación, una inclinación a dedicarse con buena voluntad, deseo, generosidad y decisión a algo que le atrae. En el caso que nos interesa dedicarse al servicio a los demás.
El servicio como vocación de hacer lo necesario para solucionar lo que ve y se necesita, sin esperar algo a cambio, es con certeza tan valioso como el ejemplo del rotarismo, antes mencionado. Quienes ven esa dimensión del servicio y la aceptan, son los imprescindibles buscados por la humanidad. En ellos, la mente acepta un sentimiento que forma parte del servicio y es la generosidad. Servicio y generosidad van juntos, son complementarios.
El hombre promete servir con lo mejor de sus habilidades, cualidades, méritos y virtudes, despierta confianza y credibilidad y es aceptado y elegido para servir a los demás.
A esta visión esperanzadora del servicio, se contrapone otra diferente. El servicio es la oportunidad para acceder, ejercer el dominio que se busca; el pretexto para ascender a los niveles de poder con determinados propósitos y ejercer el mismo con fines especiales, cuando no particulares.
La historia del mundo tiene muchos casos que, en nombre del servicio, en representación de la solidaridad, han ejercido dominio, poder, ventaja sobre los demás, convirtiendo al servicio en una forma desdibujada de él, e instrumento de sometimiento.
Están expresados los tres factores concurrentes para ejercer dominio.
El Constructor