COLUMNA LIBRE
Germán Retana: La palabra es la palabra
El valor de la palabra empeñada se ha inculcado en los colaboradores de un banco panameño, líder en su campo, como un pilar básico de su cultura organizacional. Como resultado de esto, goza de prestigio ante los clientes y sus trabajadores han desarrollado un profundo sentido de pertenencia hacia la entidad. ¿No es acaso esto a lo que toda empresa aspira? Verifique si en la suya tal compromiso es aplicable… fe
CONGRUENCIA. Los gerentes (G:.M:., G:.D:.R:., VV:.MM:., ) y los líderes (Oficiales todos) inspiran a sus equipos si sus miembros perciben que los discursos, las decisiones y las acciones de estos son coherentes. Por el contrario, el divorcio entre promesas y conductas decepciona a tal grado que, pese a los esfuerzos por recuperar la credibilidad ante los demás, el escepticismo se vuelve casi irreparable e irreversible.
Al respecto, Aristóteles sentenció: “El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad”.
CUMPLIMIENTO. “Lo que acordamos lo damos por hecho”, señala una ejecutiva del referido banco. Está máxima despeja la incertidumbre y la ambigüedad en torno a la palabra empeñada. La ejecución de planes fluye, las normas de incentivos y de calidad se aplican sin dilación. Cada gesto y cada acto alineados con lo convenido componen los eslabones de la pirámide de la confianza.
RESPONSABILIDAD. Las personas que asumen compromisos y los cumplen con creces e integridad son las que más progresan, estas gozan de la estima de sus compañeros y colaboradores, son las influyentes. Desempeñar el rol de líderes con estricta ética multiplica el éxito. De ahí que, como señalara Winston Churchill, “El precio de la grandeza es la responsabilidad”.
RENDICIÓN DE CUENTAS. La puntualidad, la observancia de plazos y el honrar los acuerdos son abonos para el cultivo de un ambiente cuyos frutos serán los resultados crecientes, la seguridad en el futuro y la superación de las expectativas de los clientes. Pero hay que ir más allá, siendo justos, leales a los valores de la empresa, actuando la misión y los principios de esta. Así, para José Martí, “En la justicia no cabe demora: y el que dilata su cumplimiento, la vuelve contra sí”.
RESPETO. Sin demérito de la alegría, el disfrute y la comprensión constructiva del error; en una cultura en la que el respeto se pacta como el eje de las relaciones, este jamás se negocia.
La protección de la dignidad propia y ajena es una máxima inquebrantable entre quienes hayan prometido reconocer y apreciar las características singulares de cada persona, sin distingos de ninguna índole. Así, solo así, se origina la proactividad para trabajar en equipo al máximo nivel.
La decepción es cara. La palabra cumplida es la carta de presentación de empresas y personas. Su incumplimiento atenta contra sus clientes, colegas, colaboradores y jefes. Anticipar esto abre la puerta a la tolerancia y a la comprensión, estas suavizan la frustración y cuidan las relaciones.
El verdadero liderazgo se basa en la integridad, en sostener la palabra dada y en ser creíbles. Ahí nace el poder de señalar caminos y ser seguidos por quienes confían en que no serán defraudados en el trayecto. ¿Cuánto creen los miembros de su organización en lo que se promete desde las gerencias, en lo que se pacta entre departamentos y en lo que usted se ha comprometido?