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German Retana: El detonante del talento

Columna Libre 

German Retana: El detonante del talento 

Contar con miembros talentosos en un equipo es valioso, no obstante, eso no garantiza el éxito. Hace falta ese ingrediente especial que lleve al talento a su máxima expresión: un ambiente de trabajo basado en la confianza. Esta suelta las amarras del miedo al error y las de cualquier situación que paralice la imaginación y el atrevimiento. Además, si se abona diariamente, dará abundantes frutos. La pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿de qué factores depende? 

Todo empieza con un objetivo o desafío. Es decir, un anhelo inspirador para el equipo, un punto al que se aspira llegar, por elevado o distante que este parezca. Si la meta se percibe alcanzable, brotan una fe compartida y la sensación de que pese a lo dificultoso del camino vale la pena recorrerlo. Hay disposición para sacar el impulso de las caídas. 

De ahí, también, surge una energía potencial: la motivación que despliegan los que se creen capaces de lograr metas. 

La brecha entre la posición que se tiene y la que se necesita o se aspira marcará la distancia por recorrer. Aquí se ponen en evidencia: a) los que deciden renunciar al esfuerzo y regresar a su zona de confort, a su condición de espectadores; b) los que avanzan un poco y se atrincheran; c) los persistentes: esos que caen, se levantan y continúan avanzando. La confianza recibida de otros alimenta la propia y, como resultado, edifican una voluntad inquebrantable. Quienes la desarrollan, incluso, recíprocamente, tratan de contribuir a su equipo con más resultados de los que se esperan. 

Con la certeza de poder asumir el reto, las personas fluyen naturalmente, asumen la presión como parte del proceso, la disfrutan. Esto explica el compromiso, el esfuerzo, la valentía y la constancia que los caracteriza; cualidades que no son causas, sino consecuencias de la confianza. La causa es el sueño por una visión (el objetivo) y la conciencia de que se es capaz de lograrla (con talento). 

«Un equipo es un estado de ánimo», señala Jorge Valdano. Entonces, quien lo dirige debe medir la temperatura emocional de los integrantes. La confianza es contagiosa y esto explica por qué hay organizaciones que parecen una exhibición de nado sincronizado, todo les sale bien porque sus miembros están inspirados; confían en ellos, en los compañeros, en los líderes y en la estrategia. 

Este detonante del talento es poderoso. Une al equipo, lo hace sentirse como una familia fuerte; provoca la rectificación inmediata de equivocaciones, sin dramas; destruye los residuos de egoísmo y facilita el diálogo directo, sin rodeos. No se puede aspirar al alto desempeño, en ninguna organización, sin antes sembrar esta semilla. 

Una práctica sencilla y útil es que cada cierto tiempo, seis meses, por ejemplo, los miembros del equipo conversen. Que puntualicen uno a uno, en privado con sus colegas, colaboradores y directores sobre lo que provoca que la confianza hacia cada uno de ellos suba o baje. Un diálogo de cinco minutos puede enrumbar historias hacia el alto impacto, en especial cuando quienes dirigen tienen la humildad de escuchar para ser mejores líderes. 

«Un hombre se convierte en lo que piensa de sí mismo. Si yo sigo diciéndome que no puedo hacer algo, es posible que termine siendo incapaz de ello. Por el contrario, si tengo la creencia de que sí puedo hacerlo, seguramente adquiriré la capacidad para hacerlo, aunque no la haya tenido al principio» asegura M. Gandhi. Esa voz interna, ¿qué le dice a usted y a sus colegas en su equipo? 

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