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EXHIBICIONISMO MASÓNICO. UNA PARADOJA COMPLEJA Y MODERNA PARADOJA

Otra de las paradojas que se da, en mayor o menor medida en masonería, es un cierto exhibicionismo plural que abarca aspectos tan diversos como lo intelectual en cuyo sector hay autores que da la murga con sus libros y sus fijaciones, luego está ese otro exhibicionismo que versa sobre la autopromoción el cual comprende distintas vertientes: masónica y co-masónica, en un totun revolotum que siempre tiene como base o fondo el mandil,

Tal vez el más popular y más vistoso sea el exhibicionismo fotográfico, consistente en el permanente lucimiento de arreos, ó vestimentas masónicas, en cuyas redes hemos caído casi todos, aunque algunos porfían en su empeño.

En fin, una pléyade de situaciones que son fáciles de deslindar de los trabajos y obligaciones de cada cargo y grado y responsabilidad en masonería, y como digo fácil de deslindar del exhibicionismo puro y duro que se asoma a diario a la ventana de las redes sociales.

Digamos que todo ello se ha acelerado a lo largo de estas últimas décadas, y como fruto de un fenómeno sobrevenido en base a dos situaciones: por un lado, la aparición de las redes sociales como pantalla social, siendo Facebook, su máximo exponente; y por el otro el gran cambio que se ha dado en el seno de e mentalidad social con una tendencia cuasi exacerbada hacia el hedonismo, lo que en masonería no deja de resultar paradójico.
Me interesa hoy abordar este último, la proliferación de imágenes de masones con sus arreos.

Lo cierto es, que desde que se desarrolló la masonería en 1717, siempre hubo una tendencia a mostrar al público profano lo que era la masonería y los masones, y dado lo exiguo del desarrollo tecnológicos a lo largo de todo el siglo XVIII, indicar que fueron precisamente los antimasones quienes usaron las herramientas y medios que había en el momento, como fueron los grabados, los cuales se utilizaron para mostrar al mundo lo que eran los masones.

Cuyas muestras se pueden ver en los diferentes grabados de Jacques-Philippe le Bas, y otros…, en los cuales se revelaba al público profano el secretismo de los masones, al exponer a estos con buena parte de sus símbolos en medio de sus tenidas y adornados con sus arreos, estos últimos muy parcos en cuanto a la actual riqueza ornamental que hoy se muestra.
No deja de ser cierto que había una cierta capa freática que intramuros irrigaba el quehacer masónico, mostrando escenas aquí y allá para consumo interno de las logias y de los propios masones, muestras que dados los avances tecnológicos van a ir aflorando a partir del siglo XIX, con la aparición y desarrollo de la fotografía, haciéndose plena este afloramiento freático sobre todo a partir de esta primera década del siglo XXI.

Ni que decir tiene, que pronto los masones del siglo XIX utilizaron la técnica fotográfica para mostrar en tarjetones y daguerrotipos la presentación de sus dignidades, o autoridades masónicas, incluyendo en esos muestrarios fotográficos algunos actos masónicos o incluso logiales o escenas muy determinadas semi-profanas como velatorios, o incluso alguna manifestación social-masónica.

En general todo ese material no era divulgado ya que se le consideraba como un material de consumo interno, puesto que además se ha de indicar que ni era fácil de reproducir, ni barato, ni había tanta facilidad como hoy existe para reproducir, exportar y promocionar tales materiales.

Hay que tener en cuenta que en esos tiempos la obtención de instantáneas de los masones o de sus logias, era algo complicado pues el aparataje era voluminoso y poco discreto, y más aún como para hurtar fotogramas de masones y sus espacios, y máxime dada la discreción y la reticencias que existía en la masonería en cuanto a los temas de divulgación del mundo interno, con lo cual hacía complicada cualquier labor que los masones, fotógrafos o pintores y grabadores, pudieran llevar a cabo, y más aún que estos trabajos salieran al mundo profano como parte de sus visiones o deseos, por lo cual la mayor parte del trabajo que quedó en el seno de las estructuras masónicas.

Tanto es así que se dan paradojas importantes, y por ejemplo en Asturias, en la logia Jovellanos (1910-1936) hubo importantes miembros que eran importantes fotógrafos, para los cuales debía resultar muy interesante y atractivo el mundo masónico, sus símbolos, arreos, personajes, etc…

Y sin embargo paradójicamente apenas si tenemos constancia fotográfica de esa labor. Tan solo nos quedan algunas instantáneas de autoridades masónicas, y algunos actos que se debieron cubrir con fines que hoy desconocemos, pero poco más. Es más, no hay que yo sepa, en el parco muestrario fotográfico sito en los Archivos de Salamanca, o en los archivos fotográficos asturianos, fotografías, por ejemplo, de las logias, o de sus símbolos, o de sus miembros, ni siquiera haya muestras de los propios fotógrafos revestidos con sus arreos masónicos. Lo cual no deja de ser paradójico.

Alguien puede pensar que no estoy del todo acertado, pues sí que se ven muchas fotografías de masones y de logias enteras; no voy a negar que existen diversos daguerrotipos de masones de muy variada condición con sus arreos masónicos, pero en general la mayor parte de esa producción fotográfica proveniente en su mayor parte de la Isla de Cuba, y de los predios americanos, lo que nos lleva a pensar que tal vez en aquellos lares era más común el realizar estos testimonios de la membresía masónica, dado el rol que jugaban en aquellos momentos tanto en Cuba como en USA la masonería, y el grado de externalidad que siempre ha jugado la propia estructura masónica.

Pero en el Continente, por lo general ha habido cierta resistencia a que las cámaras entraran en las logias, tanto es así, que prácticamente tenemos muchas instantáneas del siglo XIX y también de esta última década yo creo que claro matiz institucional, pero puedo decir que es muy difícil ver fotografías pertenecientes al siglo XX, aunque debe de haberlas.

Está claro que en esa escasez influyeron tres cuestiones importantes, como son la tecnología, los conceptos de la discreción y secretismo masónico, y por último las persecuciones, sobre todo en aquellos lugares como España donde hubo persecución contra las logias masónicas de forma cuasi continuada.

Sin embargo desaparecidos dichas cuestiones, la explosión en el siglo XXI con relación a la muestra del quehacer masónico ha roto todas las fronteras físicas y conceptuales, digamos que las cámaras en sus diversos formatos y modelos han entrado de lleno en las logias, y son hasta los propios masones los que se muestran con todo su poderío simbólico: Mandil, guantes, collares, insignias, etc..

Llega a ser asombroso el caudal de material fotográfico que se muestra en la red , sobre todo en Facebook, donde hay toda una interminable colección de fotografías de tipo individual y colectivo relacionado con lo masónico: símbolos, templos, arreos, y como los propios masones que se muestran con sus modestos o ricos ropajes sin recato alguno, hasta extrañas son las fotos, que la hay donde vemos a grupos de masones de traje, y sin sus aditamentos masónicos al uso.

Digamos que el hedonismo que se ha instalado en la sociedad con la muestra total de nuestras diversas facetas, la social o la íntima ha ido contaminando poco a poco al conjunto social masónico, como nos dice Michel Maffesoli: «hay que entender por ello la globalidad como una interacción entre el cuerpo y el alma, pero también, y al mismo tiempo, lo que se relaciona con la sociedad concebida como un todo. Y tocamos aquí el corazón palpitante de la última característica del mito de Dionisio».

Digamos que el llamado fuero interno se resquebraja y todo al final conforma un buzz que se pone rápidamente en el candelero colmando el voyeurismo social que ya no tiene fronteras, tanto es así que el colmo lo tenemos en esas confesiones públicas del arrepentimiento de notables masones, publicada en formatos vídeo o en papel, y que cuanto más pomposo son los títulos y grados y más indecibles parecen ser sus secretos, que evidentemente exponen a página corrida y por tanto más altas serán las rentabilidades en cuanto a la audiencia o la adquisición.

Ya tuvimos un importante prolegómeno, como fue el caso de Leo Taxil y sus seudo revelaciones, aunque hoy la iconografía y la tecnología es diferente y la aprovechan gentes como Maurice Caillet: Yo Fui Masón, o el caso de Serge Abad-Gallardo es un francés de origen español que muestra su arrepentimiento en su libro: Por qué dejé de ser masón.

Y en este sentido se dan una serie de paradojas muy curiosas, por un lado cuando más cicatera debería mostrarse la masonería en cuanto a estructura, pues más visible se hace mostrando como se ve en la fotografía de portada sus arreos que hablan no del tiempo de los canteros con los cuales nos queremos emparentar , sino de raras aspiraciones de señores feudales, mediante el uso de pomposos títulos y arreos, que debían guardarse bajo llave de siete candados, porque a mí me resultan hirientes en una época de crisis y vemos a los Grande Maestros e Sapientísimas autoridades masónicas sin impudicia sus poderíos en paseíllos que deberían quedarse en lo interno y que se muestran aquí y allá sin vergüenza alguna.

Deberían las Grandes Logia hacérselo mirar porque el folcloreo de mandiles y collarones, que se lucen hablan de una masonería que resulta insultante y como contrario al lema que tanto de proclama de Libertad, Igualdad y Fraternidad (LIF), creo que las Grandes Logias deberían tener claro un protocolo para que esas imágenes que denotan un caduco señorío, no salieran del entorno que se producen, pues da lástima, al menos a mí como masón, ver a algunos altos dignatarios por ahí pululando a base collarines y mandilones que les llegan a las rodillas, y por otro lado tan alejados están del sentido simbólico del modesto mandil de los canteros. No hace falta volver a los tiempos canteriles, pero tampoco hace falta engalanarse uno como si fuera Enrique VIII, y menos exponerse del modo que se hace.

Y es que no hay nada más que acercarse al mundo de la Redes Sociales para ver estas cuestiones a diario, logias enteras con sus arreos en toda su dimensión y extensión, sin cortarse un pelo, que a mí no me molesta cuando esto se produce dentro de la modestia habitual en la que debiera moverse la masonería, pero cuando vemos esos ricos cortejos de collarones, espadones, y mandilones de tamaños exuberantes, me dan ganas de salir corriendo pues no sé dónde queda la prosaica «discreción» que se proclama.

La otra gran paradoja que se da es que de forma paralela a esta exhibición de arreos a troche y moche en la red, está viene pareja a una revitalización de ciertos aspectos espirituales-religiosos de tonos multiformes y fuera de los contextos religiosos tradicionales, uniendo como el caso que me refiero, lo impúdico de las imágenes de las dignidades y sus cortejos con los diversos eslóganes, parafraseos, epitafios y apotegmas, que se van encadenando en las páginas donde a veces se muestran estas imágenes masónicas de las que hablo.

Unido a todo ese conjunto se va formando una poliforme idea de la masonería como escuela de construcción personal, y donde el combate del ego parece ser su fin último, y en cuyo cajón de sastre vemos todo tipo de ofertas , cursos, libros, arreos tendentes a colmar la satisfacción mundana de glorificar un extraños panteísmo masónico cuasi infantilizado y que vemos en decenas u decenas de imágenes que pueblan los perfiles masónicos más diversos desde los personales a los institucionales, aunque no deja de ser cierto que esto ocurre más bien en los entornos iberoamericanos que en los Continentales, pero que al fin y a la postre están desconfigurando la figuración de los paisajes masónicos tradicionales.

Es una cultura masónica del exhibicionismo de una superficialidad que va inundando todas las esferas de la sociedad y que está entrando en las logias por puertas y ventanas creando paradigmas extraños dentro de las logias en cuanto a comportamientos y situaciones que están creando una cierta desorientación interna de cierta importancia, que tal vez en España no sea palpable salvo en casos individualizados o particularizados, pero que en otros contextos son ya una nota a tener en cuenta, y que en Francia ya le han visto las orejas al lobo con la peticiones de cientos de jóvenes de color de alta cualificación académica pidiendo entrar en masonería, desconociendo en todo su extenso ideario lo que es y significa la masonería.

Digamos que vamos camino de una cierta pansofía iniciática, donde el sentido por ejemplo de los arreos simbolizaban la eficacia de la ritualidad de una manera paradójica dentro de la imbricación logia en la cual se desarrolla, y la reversalidad de ese superficial exhibicionismo del que hablo no lleva en sentido contrario, hacia una plumiforme y superficial idea de la cultura masónica.

He dicho. Victor Guerra

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