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ESPERANZA

Con seguridad que cada uno define a esta palabra de la manera más variada y en función a la situación, lugar y tiempo en el que se encuentre. Y esto se da porque la esperanza es un concepto que encierra a muchos otros en su interior, como es el del valor, de la confianza, de la seguridad, del temor, de la edad, de la experiencia y en fin de todas y cada una de las etapas por las que el ser humano transita en su paso por este mundo.

Decimos que tiene que ver con el tiempo y ahora estamos transitando por una etapa trascendental en nuestras vidas, o mejor en la vida de cada uno. Iniciamos un nuevo año, no con festejos sino más bien encerrados y acomplejados nuevamente por el miedo a un nuevo ataque de la pandemia iniciada el pasado año, pero esta vez pregonada como más terrible, más dañina, más temible y mortal, ante una humanidad que aparentemente puso a trabajar a sus mejores valores científicos y de avance tecnológico a fin de crear el antídoto que frene este mortal avance. Pasan los días y los meses y lo cierto es que nadie puede afirmar con certeza de que hay “esperanza” en alcanzar este objetivo.

Las pruebas de tanto experimento no son tan concluyentes, y así como no se conoce hasta ahora el origen de la enfermedad, su evolución a través del tiempo, sus consecuencias a futuro y menos su cura final, tampoco son validadas por todos los expertos en este tema, los experimentos de vacunas desarrolladas en tiempos muy cortos y con pruebas muy reducidas a laboratorios químicos, animales y un bajo porcentaje de seres humanos con relación a la población mundial.

Por otra parte se habla y comenta sobre otro tipo de intereses y valores económicos y políticos que avalan o critican estos experimentos y que ponen en duda la certeza de que se traten de verdaderas demostraciones de avance científico.

¿Qué debemos hacer?, tu, yo, él y ella, simples seres humanos habitantes de un país rezagado en cultura, política, economía, tecnología y a veces dominados por tradiciones o costumbres ancestrales que niegan o defienden posiciones no defendibles por propia definición?. La pregunta obviamente carece de una respuesta contundente, clara y confiable.

Comencemos por ayudar a pensar en lo que somos, simples mortales, pero dotados de la capacidad del raciocinio, la inteligencia y además de la experiencia de muchas generaciones que a través de los siglos y milenios anteriores atravesaron por diversas pruebas, que también pusieron en vilo y duda su continuidad como la especie dominante en el planeta.

Esta capacidad de pensar hacia atrás y proyectarnos hacia adelante debe enseñarnos que lo primero que debemos hacer es AGRADECER por estar vivos, por el nuevo amanecer, por el sol y aire gratuitos y por ser lo que somos y lo que tenemos.

El solo hecho de despertar cada día en un caliente y mullido lecho, protegidos por techo, paredes y cimientos de una casa, grande, mediana o chica, y alumbrados por los rayos vivificadores de un astro rey; el poder aspirar el límpido aire de un amanecer y saciar nuestra sed con los manantiales que provienen de las nubes infinitas, son materia y causa suficiente para vivir agradecidos por un nuevo día; el primero entre no sabemos cuántos más, pero el primero para realizar lo que no hicimos ayer y tratar de no dejar pendiente mucho para mañana, ya que ese mañana no es seguro, no está en nuestro poder el obtenerlo y ni siquiera el soñarlo.

Pero, ¿Qué le decimos a la gente que ha perdido a alguien de pronto? ¿Acaso esas personas querrán agradecer a la vida por haberles quitado la vida de sus seres queridos? Pregunta difícil ante la cual las religiones saldrán con sus propias teorías, creencias y principios, y los filósofos o quienes se creen serlo, argumentarán con más teorías y los científicos responderán con nuevas tecnologías en proceso que auguran nuevos cambios y más amaneceres. Ni que decir de los políticos que por su ciega ambición al poder, asegurarán a sus “bases”, sueños de progreso, bienestar y mejora en todos los sentidos, aun sabiendo que ni siquiera sus propias palabras o discursos tienen la certeza de llegar a otros oídos y menos ingresar en el imaginario o reflexión de sus seguidores y opositores.

Existe una teoría que señala que los humanos somos lo que pensamos, razonamos, hablamos y actuamos   y que todo el resto es solo adorno temporal, desde nuestra vestimenta, adornos, equipos, conocimientos, poderes materiales o ideológicos y hasta creencias de fanatismo religioso. Por lo tanto la manera como concibamos el presente, nos señalará con mayor claridad la posibilidad de un futuro. Si lo que tienes en tu mente son vanidades vivirás vanamente; si lo que tienes son solo ambiciones no son culpables los demás por tus fracasos; si lo que guardas son rencores, odios y envidias no esperes transitar por un día lleno de rostros amistosos o sonrisas acariciadoras.

En un viaje no se disfruta del destino como del camino a ese destino, y por ello debemos decirles a las personas que hoy se encuentran desalentadas, dolidas y hasta frustradas, que sus seres queridos recorrieron el camino con toda la dicha y alegría de quien explora un nuevo sendero y que tal vez ellos encontraron el “tesoro” que buscaban en el recodo menos esperado de su existencia material.

Otros deberemos seguir caminando a ciegas en pos de ese destino, a ciegas en cuanto a tiempos y objetivos, pero siempre conscientes de que tenemos un día más para hacer realidad lo que anhelamos, para dar unos pasos más en alcance de nuestro destino.

El viaje por la vida es como el tránsito de un ferrocarril, con muchos o pocos acompañantes y diferentes estaciones que deberemos disfrutar; en cada una de ellas se bajarán algunos pasajeros, cercanos o desconocidos y subirán otros nuevos a quienes deberemos brindar la dulzura y el afecto de nuestra mejor experiencia. El boleto que nos dieron nuestros progenitores fue siempre de ida, con fecha de partida pero no de llegada y menos de retorno. De nosotros, de cada uno, depende disfrutar el viaje y el tránsito del conocimiento de las diferentes estaciones o paradas de nuestro precioso viaje por la vida.

Viajemos ligeros de ambiciones materiales, de dudas y rencores que no son más que fantasmas que vagan en nuestro cerebro; alimentemos nuestras almas y pensamientos de optimismo por aceptarnos tal cual somos, de querernos por lo logrado y de aceptar con dignidad las vallas que no pudimos vencer. Pensemos con comprensión humana el final de cada día, sin frustraciones ni regaños y agradezcamos cuando abramos nuestros ojos al amanecer de un nuevo día.

Tengamos y mantengamos a nuestro lado las herramientas de la tolerancia para con nosotros mismos y el amor para con nuestros semejantes y compañeros de ruta. Aceptemos con valor y esperanza el arribo a cada nueva estación y en lugar de echar nuestra basura en ella, alimentemos nuestro espíritu con la sed de mayor aprendizaje, devorando con nuestros ojos y sentimientos la nueva experiencia vivida. Así y solo así, viviremos con esperanza los nuevos 365 días que el almanaque hoy nos regala en esta estación denominada año 2021.

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