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LA LEY DEL EQUILIBRIO

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LA LEY DEL EQUILIBRIO

Si la gravedad es la cola que cimienta el Universo, el equilibrio es la llave que abre sus secretos. El equilibrio es aplicable a nuestro cuerpo, mente y emociones, a todos los niveles de nuestro ser. Nos recuerda que todo lo que hacemos, lo podemos rehacer y deshacer, y que si en péndulo en nuestras vidas o hábitos oscila demasiado hacia un lado, inevitablemente va oscilar al otro.

“Sé humilde puesto que estás hecho de tierra, sé noble puesto que estás hecho de estrellas.”

Proverbio Serbio ¿Puedes permanecer tan calmado a lo largo de tu vida cotidiana?. En un mismo instante, el cuerpo, la mente y las emociones interactúan de acuerdo a la necesidad y percepción donde cada cual trata de prevalecer en su acción por considerarla de suma o trascendental importancia hacia el logro del resultado buscado. Se entabla una “lucha” entre necesidades y sensaciones, donde el “más fuerte” pretende imponerse ante los otros.

El cuerpo se manifiesta de diversas maneras a causa de las acciones anteriores expresadas en: buena salud; dolores musculares, articulares o dolencias características por la actividad de cada ser, que ocasionan enfermedades corporales innumerables visibles e invisibles, las que determinan de gran manera el desenvolvimiento posible ante el requerimiento del momento. Tal es la situación, que el rendimiento corporal está supeditado al estado de salud del cuerpo físico.

La vida cotidiana nos presenta un sinnúmero de posibilidades para movilizarnos: caminamos, trotamos, corremos a diferentes velocidades según el requerimiento de nuestra labor que estamos realizando o vamos en busca de ella. Hoy en día podemos recurrir a otros medios de locomoción dependiendo del lugar y espacio en el que se labora. Un agricultor podrá recurrir a acémilas, carruajes o motorizados y un citadino optará por trasladarse a pié, en su propia movilidad u otros medios que la estructura de la ciudad le permite.

Lo que no significa, en ambos casos, que su cuerpo no se está manifestando, al contrario, tomamos decisión de optar por uno u otro medio de locomoción a fin de “responder” a las señales que emite nuestro cuerpo para tomar la acción “adecuada” y satisfacer ese pedido “clamoroso”, que la realizamos inconscientemente pues tomamos la decisión con el propósito “normal” de aliviar dolencias o enfermedades.

Estamos “habituados” de actuar de esa manera. Posiblemente: ¡Estamos en desequilibrio!

La mente por su vez hace su labor, es una fuente inagotable de pensamientos positivos y negativos, desde los más elementales hasta los altamente científicos, de pensamientos inicuos y/o nobles de alto grado de lealtad; de mensajes puramente materiales y los que llegan con bagaje de sublime espiritualidad. La mente nos otorga un abanico infinito de posibilidades para actuar, depende únicamente de cada ser adoptar una u otra para ejecutarla según su necesidad, aspiración o ambición, depende de cada quién. Solamente la experiencia podrá determinar cuál pensamiento adopta, lo que no significa que el pensamiento sea bueno o malo, todo depende como se aplica en la vida cotidiana.

La mente por tanto debemos entenderla como un cofre de riqueza amalgamada de pureza y desechos que debe ser procesada por el accionar del ser humano para dar frutos “deseados”.

Aquel bagaje provoca indecisión ante el caudal de pensamientos que nos agobian y confunden determinando de ese modo cierta incertidumbre e inseguridad en el accionar del adoptar qué realizamos, en comparación de los diferentes planes que diseñamos, con pros y contras que sugieren cada diseño planificado y luego de consultas, revisiones, estudios minuciosos de cada plan, decidimos por uno que consideramos el más adecuado al caso que se nos presenta llevándolo a la ejecución, que tal vez puede lograrse según lo “planificado”. Todo aquel camino recorrido no es gratis, generalmente nos provoca inquietud, insomnio, ansiedad, desesperación, trastornos mentales, depresión, estrés, etc, que generalmente, si no estamos en equilibrio, nos conducen por el camino de la “tranquilidad o desahogo fácil”, apelando al consumo de nocivos ingredientes como las drogas en general o la bebida alcohólica llevada a extremos de daño mental y corporal… Siendo así: “Estamos en desequilibrio”.

El “reflejo” más sutil de todo ser humano es el emocional, pues parecen ser una reacción espontánea ante los estímulos que son interpretados por los “sentidos” físicos y espirituales cuando estos últimos han sido cultivados en grado de conciencia.

En circunstancia cualquiera sea ésta de placer o trabajo, nuestros actos están influenciados por vibraciones emocionales que alimentan las sensaciones que decidirán la actitud próxima a tomar. Las emociones son impulsos de gran impacto en nuestro ser, por ellas odiamos, lloramos, experimentamos tristeza, “dolor interior”, arrepentimiento, alegría, placer, sosiego, consuelo, euforia. Las que manifestamos en nuestra manera de compartir lo conocido, con el prójimo, muchas veces apegado al desinterés de recibir beneficios directos. Solo el transcurrir del “tiempo” será el que determine que la actitud que tomamos en un momento dado haya sido el adecuado, transmitiendo a nuestro ser la satisfacción o el fracaso, entendido éste como irremediable de reparación.

Así planteados los mensajes del cuerpo, la mente y de las emociones, no son una garantía absoluta hacia una vida “tranquila”, tampoco una tragedia, están sujetas a factores propios de crecimiento de percepción sutil. Debemos considerar que nada es perfecto, que nuestro cuerpo receptor y mensajero, puede estar sano o enfermo. Que la mente emite mensajes de acuerdo a los estímulos en respuesta a mensajes internos o externos, no decide. Emana datos que son interpretados por la persona que asume la acción a tomar. Las emociones son reflejos de nuestro estado de ánimo, que no siempre están acorde a los propósitos deseados en el instante de toma de decisión. Son susceptibles de inadecuada interpretación, por tanto, es probable que sea imperfecto, recordando que somos parte integrante de un todo donde nuestras vibraciones y las vibraciones de los componentes del cosmos también influyen en nuestro ser, interactuando constantemente.

Todos buscamos “tranquilidad” o mejor aún: paz interior, lograda por aquellos que cultivan el estado ideal de consciencia comprendiendo que estamos recibiendo constantemente mensajes positivos y negativos, sea la fuente que sea alimentan el equilibrio corporal, mental, emocional. Hacer que estos mensajes no nos dañen con sus diferentes dardos de dolor se puede lograr metódica y seguramente en pensamiento, palabra y obra con la práctica de actos positivos que recibirán agradecidos nuestro cuerpo y mente, equilibrando junto a las emociones las decisiones que tenemos que ejecutar día a día embelleciendo y decorando con todas las virtudes morales y sociales nuestro Templo Interno coronado con el acto de Amor Sublime y estar en equilibrio cual garza descansa sobre una pata, con el cuerpo distendido y su pensamiento en sosiego exento de emociones en aguas tranquilas, descansadas del oleaje severo . Dependemos de nosotros mismos para sí de existir, estar en equilibrio para alcanzar peldaño a peldaño “La Paz Interior” que nos conduce seguramente al puerto al que hemos decidido por voluntad propia. Arribar con alegría y tranquilidad es posible cuando mantenemos en perfecto equilibrio los mensajes corporales, mentales y emocionales.

Observar el cosmos con emoción expandida, la mente y el cuerpo conjuncionados, nos traslada a misterios que con el cultivo de la consciencia, se aclaran cuál diáfano cielo poblado de mensajeros luminosos. ¡Ahora sí!: … … “Estamos en equilibrio”.

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