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EL TEMPLO SIMBÓLICO


En aquel tiempo dijo Jesús a los romanos: «Destuid este templo y en tres días lo reedificaré».

En su pasión y muerte destruyeron por completo ese templo que era su cuerpo. La Cúpula, su cabeza, fue destrozada por espinas y bofetones. Las naves, sus brazos y manos, fueron despedazadas por el látigo y los clavos.

El Atrio, sus píes, desechos en el camino del Calvario, por la crucifixión, hinchados, sangrantes. Las paredes, su piel, pedacito a pedacito arrancada a fuetazos.

El altar, su corazón, partido por un lanzazo. Nunca un Templo fué tan sistemáticamente destruido, como el Templo más sagrado que haya existido: el cuerpo de Cristo, piedra despreciada que se convertirá luego en la más importante del edificio de la humanidad.

Nadie tiene mayor amor que aquel que da su vida por los suyos, el maestro Jesús, en su vida y pasión, hizo lo que estaba de su parte, ahora nos queda a nosotros, masones amorosos y fraternales hacer lo que nos corresponde, ajustar nuestras vidas a las enseñanzas sagradas de la Orden y seguir el ejemplo de aquel Visionario de Galilea, haz Maestro que así sea.


Por: Francisco Castillo Serrano. Resp. Log. «Deberes Humanos» No. 237. Mérida – Venezuela.

APUNTES MASÓNICOS No. 241

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