El miércoles 21 de diciembre de 2016 a Hrs 07:44 a.m. se inició el solsticio de verano en el hemisferio sur, dando inicio al verano. Ese día tuvo una duración algo mayor a la de la noche, siendo la más larga del año. A partir de la hora del solsticio, el Sol comenzó su viaje de retorno hacia el Equinoccio de Otoño, aunque se dice que permaneció aparentemente quieto por un lapso de diez días. Solsticio quiere decir Sol quieto. Es una exacta combinación entre traslación y rotación. Tal exactitud en los acontecimientos del Universo, necesariamente nos llevan a concluir que este, está sujeto a leyes inexorables que se cumplen a cada instante. Esto es tan cierto que allí donde fije el hombre sus ojos, se encontrará con estas palabras: LEY Y ORDEN y de que en base a ellas el Universo siempre está en ACCIÓN.
El Sol ocupa un importante sitial dentro del Universo observado, pues no solamente es analizado en su comportamiento, sino que está comprobado que sustenta, a través de su energía, la vida. Nada de la vida conocida en nuestro Planeta podría ser como es, si el Sol no existiese y funcionase como lo hace. Tan solo una mínima desviación en su comportamiento haría que la vida, tal como la conocemos, desaparezca. De allí el temor ancestral a la muerte del sol. De allí el regocijo por su máximo esplendor en verano. Allí la causa de los rituales que invocan su retorno de la oscuridad solsticial.
El hombre ha observado desde siempre el comportamiento del Universo y como producto de ello, ha encontrado y establecido tiempos que marcan su vida y la dividen en periodos utilizados para finalizar y comenzar tareas; así un gran número de culturas pasadas y muchas de las presentes, tienen en los solsticios, puntos temporales de cambio en su vivir cotidiano, expresados en prácticas de ritos llamativamente comunes. En la masonería, el Universo esta representado en nuestro Templo (Logia) y este es una síntesis del Hombre – Macrocosmos y Microcosmos – manifestando que las leyes que rigen al Universo, rigen también al ser humano, y que el estado de permanente acción es lo natural en ellos.
Tal como en el Universo, todo lo que conforma la Logia tiene un perfecto orden y los símbolos que allí se encuentran y el ritual que los pone en movimiento, revelan los misterios de la creación, la conservación y la destrucción del cosmos, de tal manera que el iniciado al comprender, a través de esta revelación, las leyes que rigen la vida, debe utilizarlas para llegar a lo profundo de si mismo, allí donde se revela la sustancia del misterio de la vida, abriendo la puerta que le comunicará con el Ser Primordial. En este contexto, para cada uno de nosotros el solsticio de verano, el acontecimiento en el que renacido alcanza su máximo esplendor, es un momento en que el tiempo se detiene, manifestándose el presente en un instante eterno, sin el pasado que ya no existe, ni el futuro que es tan solo una posibilidad. Es un momento de silencio, recogimiento interior y reflexión. Es un instante en el que la naturaleza renovada plenamente marca otra vez el límite entre la luz y la oscuridad… es el punto culminante de un nuevo amanecer… y esto acontece año tras año inexorablemente en el Universo y en cada uno de nosotros.
Mucho se podría expresar acerca del simbolismo del solsticio para nuestra Orden, más esta tarea creo que ha sido ampliamente cubierta por hermanos de mucho conocimiento en el tema, por eso que en esta oportunidad quiero referirme, aunque muy sintéticamente, al significado que el solsticio tiene en el Universo individual, a la interpretación que de este acontecimiento astronómico podríamos hacer en nuestro sistema solar interno y a la utilidad que de esto puede resultar.
La masonería tiene como objetivo el perfeccionamiento del hombre, como requisito indispensable para construir un mundo libre, justo y fraterno. Por lo tanto su labor está centrada en la evolución individual, pero inspirada siempre en el bien colectivo.
El hombre es un microcosmos en el que se reproduce con exactitud el Universo, en su constitución y en sus leyes y en los ciclos que en él se producen. Cada Ser Humano posee un Sol interno del que no emana energía por combustión de hidrógeno, sino la resultante del Poder de Dios: el amor. Alrededor de este sol interno activo y alimentándose de él, gira la vida individual y todos los acontecimientos cotidianos en armonía.
El masón busca la verdad, practica las virtudes, se esfuerza permanentemente por conocer la naturaleza y sus leyes, porque entiende que conociendo la vida en sus más profundos detalles, tendrá la posibilidad de utilizarlos para construirse y erigir un mundo mejor. Comienza su camino en la Iniciación, recibiendo la luz interior, un destello de la misma o quizás simplemente el símbolo de ella. Como quiera que haya sido, da inicio a su esfuerzo por conocer y comienza a caminar de Oc. a Or. por el Norte hacia la luz, intentando recibirla de ese su Sol Interno. Inconmensurable como loable esfuerzo, sin embargo muchas veces confundimos el conocimiento como un fin en sí mismo y dejamos que la soberbia de sabernos poseedores de conocimientos nos aleje de la verdadera misión que tenemos. Dedicamos muchas horas de estudio al pasado y a la especulación acerca del futuro, olvidando o escapando del presente, dejando de vivirlo a plenitud y llenando nuestras mentes de hechos que ya acontecieron y de quimeras futuras que tal vez nunca ocurran. Buscamos la luz hacia afuera, intentando conocer las respuestas a nuestras múltiples preguntas desde el exterior de cada uno de nosotros e intentamos justificar con factores externos, todo lo que nos acontece. Es decir nos dejamos sumergir en la INACCION. Así caminamos hacia nuestro solsticio de nuestra oscuridad, hacia el momento en que las respuestas se agotan, hacia el instante del profundo y oscuro silencio. Oscuridad – ausencia de luz – que en sí misma no es ni estéril ni fructífera adquiriendo una de estas características de acuerdo a nuestra actitud. Por ello que nuestro solsticio de oscuridad puede durar mucho o poco tiempo. Y en este estado de oscuridad, es que actúa como ley inexorable la dinámica de la Iniciación que no nos permite permanecer en ese estado y pone en funcionamiento nuestra capacidad de reencender la llama de la Verdad, terminando así nuestro solsticio de oscuridad con el resurgimiento de la luz plena en el solsticio de verano y el reinicio de nuestra Búsqueda permanente, enriquecida con la experiencia del ciclo vivido, con algún incremento de nuestra capacidad para percibir y recibir la luz interior y proyectarla hacia afuera de nosotros y con cada vez más conciencia de que nuestra misión es ser mejores para escribir con nuestras acciones la historia de la humanidad. Nuestra historia individual y la del mundo en que habitamos, aquí y ahora.
En la ciencia óptica se distinguen tres clases de cuerpos: los opacos que no permiten el paso de la luz, los traslúcidos que permiten el paso de la luz, mas no dejan ver a través y los transparentes que dejan pasar la luz y dejan ver a través de ellos. Con cada ciclo de solsticios individuales debemos avanzar de la condición de seres opacos hacia la de seres transparentes. Convertirnos de seres que obstaculizan la vida hacia personas que la construyen para la felicidad propia y la de los demás. En masones que transforman los pensamientos en acción.
La historia de la humanidad tiene solo dos clases de seres humanos: los que la espectan y los que la protagonizan. Es decir, los que hacen la historia y los que solo la contemplan y generalmente la sufren. El masón ha elegido voluntariamente ser constructor de la vida y por lo tanto no puede ser espectador de la historia. Es obrero de la existencia y por ello ni siquiera le es permitido descansar, sino por el contrario debe esforzarse, en progresión creciente, para lograr su objetivo.
El mundo, la vida actual, la colectividad, nuestra Orden, nuestras familias reclaman de personas que actúen con la decisión de los elegidos, con la valentía de los iniciados, con el coraje de los que han visto la luz y la siguen. La vida está como está, como consecuencia de nuestro trabajo. Muchos asuntos están bien por el buen trabajo y muchos asuntos mal por nuestra indiferencia o mala labor. Por ello después de la inflexión solsticial debemos reiniciar la labor, la labor transformadora que se gesta – o debe gestarse – en el crisol de logia, con la decisión de que la misma tenga resultados concretos, tangibles, visibles, eficaces y eficientes. De esto es que se trata la vida: de pensar, si; de sentir, por supuesto, pero fundamentalmente de hacer, de estar en permanente acción vivificadora.
Para ello tenemos la fuerza de ese sol individual que continuamente nos alimenta y nos impulsa, ese sol de amor, pleno del poder de Dios que nos empuja fundamentalmente a obrar… a hacer, a proyectar esa luz renovada, renacida de su solsticio en acciones. El masón debe por lo tanto, anteponer sus acciones a su discurso, debe hacer que su vida sea la consecuencia de su pensamiento y de sus sentimientos, solo así podrá utilizar provechosamente el objeto de su búsqueda: La Verdad. ―Buscad la Verdad y ella os hará libres‖… solamente así podrá utilizar su siempre renovada y creciente luz y brillar en hechos que transformen permanentemente la vida. Solo así podrá proyectar su solsticio al Universo y vivir una Verdad Activa y Transformadora.
Aristides