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EL SILENCIO

Debo empezar señalando que, la tradición ortodoxa del silencio es antigua.  La raíz Griega, MU, de la cual procede Místico, significa SILENCIO o MUDO y por esto impronunciable por derivación.  Ya en la China antigua, Tao-Sheng (640-434) había dicho:  “Usad las palabras para explicar los pensamientos, pero el silencio cuando los pensamientos se hayan absorbido…los que están calificados para buscar las Verdades quedarán con el pez y dejarán la red”.

La sobriedad en las frases en las personas mas avanzadas, que practican el Budismo Zen refleja un hecho básico:  “el impulso de charlar simplemente desaparece”.  La experiencia substituye el hablar de ellos insubstancialmente.  El meditador aprende a evitar quedar atrapado por la charla opresora de los habladores compulsivos cuyas super – verbalizaciones, pasan por ser formas de comunicación social.  En ningún momento el silencio es más crucial que durante los retiros de meditación.

Entonces, las distracciones se mantienen bajo los parámetros mínimos, para ayudar a que todos los miembros tengan un solo objetivo.  Es en una soledad meditativa donde uno puede investigar profundamente en las capas del Yo, como parte de esa búsqueda reflexiva e introspectiva hará comprender y disolver sus ficciones.

Para preservar los beneficios del silencio, los antiguos maestros del Zen fomentaban el diálogo por el gesto.  El gesto transmite ricos mensajes visuales. Estos permanecen mucho después de que los tediosos mensajes verbalizados hayan sido olvidados.  El aparente simple acto de inclinarse es un gesto poderoso.  Es una manera excelente de practicar el dominio de la soberbia del Yo personal.  Una vez un monje preguntó al maestro Rinzai:  ¿Cuál es la esencia del Budismo?, la respuesta del Rinzai fue un gran rugido.  Ante esto el monje se inclinó.  Rinzai dijo:  “Ese es un hombre con el que se puede dialogar”

Hoy en día, nos vemos constantemente agredidos por el ruido que los medios de comunicación ofrecen como diversión.  No es de extrañar que nos deleitemos observando el puro y silencioso arte de un Charlie Chaplin en sus películas mudas.  Y estaremos siempre en deuda con el artista del mimo.

Marcel Marceau por su aguda observación decía “teneis que entender qué es el Silencio, cuál es el peso del silencio, cuál es el poder del silencio”.

Tenemos mucho que aprender sobre la naturaleza básica del Silencio y sobre su fuerza.  Tiene varias capas de significados.  Cuando acudimos a similares metáforas y otros artilugios literarios, es muy fácil confundir las distinciones entre estas capas.  Considerad, como ejemplo, lo que experimentan los meditadores cuando se hunden en un episodio de absorción interna.  Durante un momento largo y gozoso, se habrán perdido así mismos en el encantamiento de aquellas bastas profundidades del espacio en que oyen el sonido del silencio absoluto, más allá de todos los sonidos.  Este es el primer silencio sentido, típico del llamado “samadi absoluto”.  Es simplemente un ligero atisbo de las profundidades que el Silencio puede alcanzar, si por casualidad más tarde son penetradas por un mayor vislumbre de la realidad última.  Porque entonces, si este vislumbre no llega, puede tomar la forma de innegables mensajes dentro de un silencio primordial.

Joseph Campbell escribió y se refería a algo que esta más allá de nuestra connotación sensorial normal del Silencio cuando siguió diciendo:  “Toda referencia espiritual final tiene que ver con el Silencio más allá del sonido.  Se puede hablar con él como del Gran Silencio, o como el vacío, o como de lo absoluto trascendente”.  Porque este nivel profundo de vacío auténtico es un desarrollo muy tardío en el sendero espiritual.  Después de haberlo experimentado finalmente, la persona no lo puede confundir ya, con ese Silencio preliminar más simple de la absorción citada antes, por más que ese Silencio sentido preliminar haya desaparecido alguna vez al estar más allá del sonido.

Realmente, ¿Qué han dejado vacío o totalmente en Silencio estos estados tan avanzados de la iluminación?.  No es nada más que ese Yo viejo, egocéntrico y verbal, ese Yo super condicionado que habrían inyectado previamente su propio lenguaje psíquico personal en su mismo apego a las cosas.  Entre tanto la licencia literaria sigue frecuentemente usando la palabra ABSOLUTO en dos contextos muy distintos.  Esto continúa confundiendo a las generaciones de novicios, siempre dispuestos a creer que, cuando entraron por primera vez en el vacío de su propio y primer Silencio, más allá del sonido, absoluto y sentido, habían llegado finalmente al absoluto trascendente.

El premio Nobel neuro – científico Wálter Hess defendía el planteamiento general de la boca cerrada ante los grandes temas, como hizo el maestro Rinzai mucho antes que él.  Hacia el final de su carrera, Hess sugirió que sería conveniente mantener un silencio modesto, desconocemos todavía en lo que respecta al cerebro y al mundo en general.  Deberíamos reconocer decía: “Que, existen y evolucionan en este mundo muchas cosas que no son accesibles a nuestra comprensión, porque nuestra organización cerebral esta primariamente diseñada para asegurar la supervivencia del individuo en su entorno natural.  Por encima de esto, el silencio modesto es la actitud más adecuada”.

Krisnamurti hizo la siguiente reflexión:  “El pensamiento es incapaz de concebir o formular de por sí la naturaleza del espacio.  Lo que formula siempre lleva implícitos los límites de sus propias fronteras.  Este, es el espacio que se descubre en la meditación.  El pensamiento siempre tiene un horizonte.  La mente meditativa no tiene horizontes.  La mente no puede ir desde lo limitado hasta lo inmenso, ni puede transformar lo limitado en ilimitado.  Lo uno tiene que cesar de ser, para que lo otro sea.  La meditación es la apertura de una puerta hacia un espacio sobre el cual no se puede imaginar o especular.  El pensamiento es el centro, alrededor del cual forma el espacio creado por las ideas y este espacio puede expandirse por ideas adicionales.  Pero tal expresión mediante el estímulo, en cualquier forma que sea, no es el espacio en el que no hay un centro.  La meditación es el acto de comprender este centro y por lo tanto implica el trascenderlo.  El Silencio y el espacio van juntos.  La inmensidad del Silencio es la inmensidad de la mente en el que no hay centro.  La percepción de este espacio y Silencio no pertenece al pensamiento.  El pensamiento puede recibir solamente su propia proyección y el reconocimiento de la misma es su propia frontera”.

Como pasaje histórico, podemos indicar que, la ciudad de Crotona, un puerto en el Mar Jónico, fue una población ilustre de la magna Grecia, colonia aquea, fundada según la leyenda, por orden del Oráculo de Délfos (710 a.c.). en esta ciudad, tenían fama sus construcciones de estilo Dórico, sus atletas vencedores en los juegos de Olímpia, sus médicos rivales de los Aselepíades.  Los Sibaritas debieron su inmortalidad a su lujo y su molicie.  Los Crotónios acaso hubieran sido olvidados no obstante su pasado, de no haber tenido el buen acierto y la gloria de ofrecer refugio a la gran escuela de filosofía esotérica conocida con el nombre de “Secta Pitagórica” que puede considerarse la madre de la Escuela Platónica, antecesora de todas las Escuelas Idealistas. 

Pitágoras era extremadamente exigente, para la admisión de los novicios, diciendo, que, “cualquier madera no es apta para hacer Mercurio”.  Los jóvenes que deseaban entrar en la asociación, deberían soportar un  periodo de prueba y ensayo.

La prueba moral era la más seria, bruscamente y sin preparación previa, una mañana cualquiera se encerraba al confiado discípulo en una celda triste y desnuda.  Solamente los que soportaban comenzaban el noviciado llamado “Preparación paraskeié (gr)” que duraba por lo menos dos años y que podría prolongarse hasta cinco.  Los novicios y oyentes (Akausikoi), estaban sometidos a la regla absoluta del SILENCIO durante las lecciones.

No tenían derecho a hacer una objeción a sus Maestros ni discutir sus enseñanzas.  Debían recibirlas con respeto y luego meditarlas  largamente y a solas.  Para imprimir esta regla en el espíritu del nuevo oyente, se le mostraba una estatua de mujer envuelta en un velo largo y con un dedo sobre los labios, era, la Musa del Silencio.

El Silencio no es en ningún sentido el descubrimiento de un nuevo proceso de la mente sino una práctica muy bien conocida de todo genio, de todo inventor, de todo filósofo y en efecto de todo individuo que haya en algún grado, sobrepasando a sus semejantes y traído al mundo alguna nueva idea o invención más allá del alcance habitual del pensamiento y la experiencia.  El silencio, claramente lo han señalado las Escrituras de uno de los aspectos más vitales de la oración.  ”Aquetaos y sabed” es un mandamiento claro para dejar que descanse en sus propias actividades y adquiera el conocimiento de lo que el infinito espera revelarle.

Ninguna mente es capaz de recibir instrucciones de fuente alguna, cuando está ocupada con otras ideas.  Por lo tanto, como Masones debemos adoptar la práctica del Silencio con el propósito y espíritu, con que la escritora Ella Heeler Milcox lo expresó en el verso que sigue:  “Deja que hayan muchas ventanas en tu alma.  Que todas las glorias del Universo puedan embellecerlas.  No el estrecho panel de un pobre Credo que pueda coger los radiantes rayos que brillan de incontables fuentes.  Desbarata los visillos de la superstición, deja que la luz se vierta a través de las ventanas amplias, como la Verdad en sí y elevadas como el Cielo”.

El análisis invita a la reflexión de la importancia del silencio en el ser humano y del rol que representa.

Muchas de las dificultades experimentadas en relación con el SILENCIO, se deben al hecho de que muchas personas no tienen en perspectiva un propósito claramente definido.  Estas personas tratan de estar aquietadas, tratan de detener la turbulenta actividad de sus mentes, quitar de su consciente las ideas o seguir variados procesos que son del todo negativos.

El propósito fundamental del Silencio, es establecer un medio de comunicación consciente entre Dios y el hombre.  Literalmente es buscar primero “Su reino y Su justicia”, sabiendo que en el descubrimiento del reino en sí, los objetivos menores se conseguirán.

Si este propósito es comprendido con el objetivo y a él se adhieren estrictamente, se derivará en el beneficio más grande posible al practicar lo que estamos considerando.  Al adentrarnos en el SILENCIO, la persona debe recordar que va a ir a la presencia de Dios.

Debemos ir ante esta Presencia en actitud expectante, sabiendo que ha de recibir, y por lo tanto, debe ponerse en actitud receptiva.

                                                                                           He cumplido M. E.

  • José Cortez Gutiérrez

Soberano Capítulo

“Excelsior” No 39

                                                                                    L.P. Octubre 15 de 2004 a.l.

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